Prohibido aburrirse en Valencia: Ciudad de las Artes y las Ciencias

06 de Noviembre de 2011
  • Edificios Palau de les Arts Reina Sofía (i) y Hemisfèric.
  • Ágora, espacio multifuncional y el último edificio en ser inaugurado.
  • Túnel submarino que conecta acuarios en el Edificio Templados y Tropicales, considerado el más largo de Europa.
Texto y fotos Alicia Ronquillo de Trujillo para La Revista, desde España

Las expectativas de aprendizaje en un museo, a cualquier edad, han cambiado. Por lo menos, en Valencia, España. Ya no se visita un lugar como ese para contemplar una obra o escuchar la explicación sobre el funcionamiento de un aparato y quedarse “en las mismas”. Lo que se quiere es comprender a través de los sentidos. Examinar aquello que esconden los objetos artísticos, científicos o de otro tipo de la mano de quienes tienen conocimientos o por cuenta propia.

Se podría decir que la Ciudad de las Artes y las Ciencias (CAC) ha encaminado sus esfuerzos de divulgación de la ciencia, la cultura y el arte desde esta perspectiva. En total, el complejo cuenta con 6 edificaciones en las que se desarrollan diversas actividades de ocio dirigidas a un amplio público. Al observar un mapa del sitio, que representa 2 kilómetros de esta singular obra, se encuentra fácilmente la ubicación de cada una de ellas:

Palau de les Arts Reina Sofía (2005), dedicado a la programación de ópera, a la música en todo su esplendor; el Hemisfèric (1998), dotado con cine IMAX y tecnología avanzada 3D y para la presentación de contenidos digitales en su cúpula tipo planetario.

El Umbracle (2000) cuenta con un mirador que permite apreciar los jardines y edificios de la CAC y tiene un aparcamiento para carros; el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe (2000), en el que se organizan talleres y exposiciones en los que los asistentes interactúan y se acercan a la ciencia atraídos por el lema del lugar “Prohibido no tocar, no sentir, no pensar”.

El Ágora (2009) fue el último en inaugurarse y en sus instalaciones se pueden acoger multitudinarios eventos tipo jornadas y ferias como un centro de convenciones multifuncional muy conocido en Guayaquil.

Y el Oceanogràphic (2003), su acuario está considerado como el más grande de Europa y en su interior se pueden encontrar 45.000 seres vivos de 500 especies diferentes de los mares del planeta, además, desarrollan investigación para la conservación de la fauna en peligro.

Ideas útiles

Para el valenciano Sergio Gabaldón, publicitario de 28 años, la CAC “es un lugar único en el mundo, singular, bonito por fuera y por dentro y es protagonista de grandes eventos de ocio y deporte. Cuenta como anécdota que allí pudo “visitar la copa del mundo de fútbol que ganó España en Sudáfrica 2010”.

En cambio, el guayaquileño Julio Vacacela, periodista deportivo en Radiotelevisión Valenciana, recuerda que una de sus primeras coberturas periodísticas fue en esa zona. “Corría 2006 y el papa Benedicto XVI hacía una visita a Valencia. Se utilizaron grandes zonas de los jardines para acoger a los fieles que venían a verlo y se cerró al tránsito al puente de Monteolivete para usarlo como escenario de los actos religiosos. Me resultaba difícil imaginar cuántas personas podían acomodarse en el lugar”.

Otra historia vivió en agosto de este año el peruano Julio Zevallos, quien reside junto a su familia en País Vasco, y se decidió por Valencia y su CAC para vacacionar. “Había visto fotos. No sabía que era así de grande, de magnífico”. Una vez adentro del Museo de Ciencias Príncipe Felipe su primera parada obligatoria fueron los puntos de información.

En uno de ellos recibieron tiques sin costo adicional para actividades a determinadas horas. Por ejemplo, solicitaron unos para los talleres en los que los profesionales de la ciencia interactúan con el público. “A nuestro hijo de 10 años lo que más le gustó fue el taller de hielo. También estuvimos en el Teatro de la Electricidad, en el de Gravedad Cero y en la Escuela del Cadete del Espacio”, resume Denisse Márquez, esposa de Julio. “Comprobar que en el área del Exploratorio puedes ir y experimentar de sitio en sitio por ti mismo” es el mejor recuerdo que ambos guardan de esta experiencia.

Además, existen propuestas novedosas como el Péndulo de Foucault, y las exposiciones ¡A toda vela! y Bosque de Cromosomas. El primero demuestra que la tierra gira sobre su propio eje, y se pueden realizar pruebas en uno más pequeño habilitado para los visitantes; la segunda, presenta información y objetos para el mar, el viento y la navegación; y la tercera, es una representación a gran escala que enseña el funcionamiento de los 23 pares de cromosomas humanos.

Más distracciones

Terminada la visita del Museo de Ciencias Príncipe Felipe se aprecia desde su exterior impresionantes estanques que reflejan la luz del sol. En una vista panorámica sorprenden el diseño arquitectónico del Hemisfèric, el Umbracle, el Ágora y de los jardines.

Por cuestión de tiempo no se pudo ingresar a cada uno de ellos. Pero al que sí se pasó revista fue al Oceanogràphic.

Este complejo marino alberga animales de distintas especies en edificios con nombres representativos de su hábitat: Mediterráneo, Templados y Tropicales (aquí se encuentra el túnel submarino más largo de Europa con 70 metros de longitud), Océanos, Antártico, Ártico, Mar Rojo, Islas y Humedales. Justo en medio de todos ellos se levanta el Restaurante Submarino.

Durante el recorrido, a través de los enormes cristales de los acuarios, se pueden observar tiburones, caballitos de mar, medusas, focas, morsas, peces, ballenas, rayas, estrellas, erizos y otros mamíferos. “Puedes verlos desde diferentes niveles o a la misma altura gracias a la estructura de los lugares”, señala Denisse. Por su parte, los delfines destacan en funciones programadas a diferentes horas en el Delfinario.

Tras el pitido de sus cuidadores ejecutan graciosas piruetas al ritmo de la música, mientras que a la vez, un equipo de clavadistas imita sus movimientos lanzándose desde lo alto de una plataforma. “Este espectáculo estuvo muy bien por lo arriesgado de las acrobacias”, opina Julio Zevallos. La presentación se vuelve participativa cuando los padres de los niños y niñas compiten en un concurso de baile.

Los hijos de los ganadores por aplausos son los privilegiados que pueden tocar los delfines al pie de la piscina principal. Si dispone de tiempo otro tique es el que permite alimentar a los pingüinos de Humboldt. También hay actividades como Dormir con tiburones y Entrenador por un día, entre otras.

Arte, ciencia, cultura... y euros

El proyecto ha sido noticia ininterrumpidamente en los medios españoles a lo largo de los años. La razón: el presupuesto público destinado a financiar su construcción. Federico Simón y Javier Cuartas, de Diario El País, en su reportaje El edificio de Calatrava se agrieta (10/06/2011) concluyen su texto periodístico aportando las cifras que se manejaron antes y ahora para el famoso proyecto de Santiago Calatrava (arquitecto y escultor español): “Su obra española más famosa, la Ciudad de las Ciencias y de las Artes, iba a costar 150 millones de euros, pero el PP (Partido Popular) lo modificó y pasó a presupuestarse en 308 millones. Finalmente, 16 años después, el coste ha multiplicado por diez el inicial, para llegar a los 1.282 millones de euros”.

Calatrava concede pocas entrevistas. Sin embargo, en alguna de ellas se ha referido al tema como en 2004. A Ferran Bono de Diario El País, ante la pregunta: ¿Es inevitable que los grandes proyectos sufran retrasos y multipliquen su presupuesto inicial?, respondía: “Las cosas cuestan el tiempo que cuestan. Y cuestan los medios que cuestan. Los tiempos en otras épocas, con edificios de impacto equivalente, eran mucho mayores. Ahora, las obras se tienen que implementar a la velocidad de la luz... El proceso de toma de decisiones o de dilucidar contenciosos puede retrasar el proyecto. En lo que se refiere a los costes, hoy se construye a unos precios muy razonables, y España es un ejemplo. Se ha creado una infraestructura enorme, con un valor añadido enorme, a partir de unos medios modestos”.

Valencia, la ciudad

Obras monumentales como esta no siempre despiertan fascinación. Ni siquiera interés en ciertas personas. “No recomendaría visitar la CAC. Cuando visito una ciudad prefiero ver otro tipo de lugares”, explica el valenciano Guillem Salvador, periodista de 28 años. “Hay sitios en los que si no te gastas mucho dinero no puedes verlos (la Ópera y el Ágora por ej.)”, comenta también Sergio Gabaldón.

Estas observaciones tienen cabida dentro del programa de “turisteo”. Hay que tener presente el paseo por la ciudad de Valencia, aquella que enamoró al Flaco de Oro mexicano, Agustín Lara, y a la que dedicó su canción “Valencia mía”. Para llegar al centro de esta, desde la CAC, hay dos opciones: tomar una de las líneas de bus urbano o del Valencia Turistic Bus si se ha comprado un pasaje con anterioridad, ya que no hay parada de metro cercana.

Un buen referente es la Plaza de la Reina, porque a partir de ahí es fácil llegar al casco comercial y a la zona de los restaurantes y bares. Otros sitios llamativos son la Catedral, la Basílica, la Lonja, el Mercado Central, y la Plaza del Ayuntamiento. Distantes pero concurridos son: Bioparc (zoológico dedicado a África), el Museo de Bellas Artes, los Jardines del Turia y la Playa Levante.

En un complejo de 350.000 metros cuadrados, junto al antiguo cauce del río Turia, se levanta la mayor apuesta arquitectónica de Valencia para la divulgación científica y cultural.

Fuentes consultadas para datos oficiales: www.cac.es, www.elpais.com

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