Sueño cumplido: Feliz regreso a Líbano
El director de los Interbarriales de EL UNIVERSO abandonó su país natal cuando tenía solo dos años de edad. Ahora, 69 años después, cumple su anhelo de conocerlo.
Los años transcurrían y en cada nuevo calendario me prometía visitar la tierra donde nací, Líbano, con su preciosa capital Beirut. Era muy pequeño cuando llegué al Ecuador en unión de mis padres, Segundo Dau, ecuatoriano de nacimiento, y Ángela, una abnegada madre libanesa, y de mi hermano Alfonso. Venían con nosotros mi tío Carlos, su esposa René y mis primos, José y Blanca.
Era 1948 cuando desembarcamos aquí. Mi abuelo, Butros Dau, unido con Flora Briones, nos recibió con alegría en el laborioso cantón Naranjal, tras haber viajado por más de sesenta días en barco y atravesando electrizantes tempestades, según contaban mis padres.
Ecuador es una tierra por demás humanitaria y ejemplar que nos brindó la apertura para radicarnos hasta la actualidad. Este país, junto a Líbano, estará para siempre en el podio de mi corazón, ya que aquí comprendí que el ser humano puede encender su futuro en cualquier nación. ¿Por qué esperé 69 años para visitar mi tierra natal? Es una pregunta que todos mis amigos me hacían a diario, hasta que llegó el instante de decir “viajaré”, y así cumplí la eterna promesa que también solía realizar a mi familia y amigos de la infancia, del deporte, del comercio y del vivir cotidiano.
Enorme en cultura
Compartí mi viaje con mi hermano Alfonso, mi sobrina Angella, y mis hijos, Antoan y Dennis. Visitamos Inglaterra, Holanda, Bélgica, Grecia, Turquía y mi ansiada Líbano, tierra hermosa bañada por el mar Mediterráneo y que marcó su defensa independentista en 1943. Limita al sur con Israel, y al norte y al este con Siria.
Aterrizamos en Líbano en mayo. En Beirut comencé a observar la grandeza de ese país en su arquitectura bellamente conservada, herencia de un pasado glorioso como cuna de la civilización fenicia, cuya ubicación en la costa oriental del mar Mediterráneo le permitió destacarse en el comercio. Observé edificios modernos que conviven con ese pasado magnífico, pero lo más importante de esa ciudad no reposa en sus bellos edificios, sino en la paz que se respira. Beirut es un ejemplo de una urbe que abraza a todas las religiones como ejemplo de tolerancia y convivencia en el mundo árabe. Las mezquitas musulmanas son tan respetadas como las inmensas iglesias maronitas de los católicos y ortodoxas de los cristianos. Esa actitud es parte del espíritu de sus habitantes, que tienen al comercio como su actividad principal.
La urbe también presenta inmejorables teatros, galerías de arte y sitios de música, donde se hace presente una cultura artística de alto nivel que convoca la presencia de niños, jóvenes y personas mayores.
Recorriendo el país
Recorrer Líbano muestra que sus principales ciudades, pueblos, fortalezas y castillos son culturalmente enormes y alegran nuestra vista. El principal atractivo turístico es Baalbek, Patrimonio Cultural de la Unesco, a 86 kilómetros al noreste de la capital. Sus construcciones de elevadas columnas muestran la antigua grandeza de esta ciudad antigua que data de tiempos de los fenicios, pero que luego funcionó bajo la dominación del imperio romano.
Sin embargo, el mejor ejemplo de la arquitectura se localiza en la población de Beit ed-Dine, a 50 kilómetros al sudeste de Beirut. Su punto más emblemático es su palacio, construido desde 1788 con el trabajo de los mejores artesanos disponibles entonces. Una parte de él hoy es residencia de verano del presidente.
También visitamos Biblos, Trípoli, Cedro, Sidón, Tiro, Bisharri, Batroun, Anjar, Nahr al-Kalb y Lehfed (lugar donde nació mi abuelo Butros), espacios físicos iluminados por los bosques, ríos y montañas asombrosas, además de la tenacidad de su gente, que en total suma unos 6 millones de habitantes. ¡Oh, Líbano, qué grande eres! Toda la población se respeta, se admira y hace fuerza para que el país cautive por su cultura, arte, riqueza espiritual, atracción turística, comercio, finanzas y en donde los conflictos van desapareciendo para dar una estabilidad ejemplar en el mundo.
Hospitalidad
Ese ambiente de confraternidad se respira especialmente en las mesas, donde la cocina se muestra como un banquete con carne de cordero, tabule (ensalada con trigo), kebbe (o kipe), wara anad (hojas de parra rellenas de distintos ingredientes), hummus (crema de garbanzos), baba ganoush (puré de berenjena), shawarma, faláfel (croqueta de garbanzos o haba), todo acompañado de vinos, aceitunas, aceite, pan árabe, una inmensa variedad de frutas y dulces árabes, que están entre los mejores del mundo. Y para brindar tenemos el arak (bebida alcohólica anisada). Comer en una mesa de comida libanesa es el paraíso.
También vale mencionar sus almas solidarias. Con identidad humanitaria, Líbano acogió a miles de refugiados como una grata muestra de apoyo y fraternidad a personas necesitadas por diversas circunstancias y que hoy están afincados en muchas naciones del mundo. Los campos de refugiados son visibles en el territorio y desarrollan su vida como todo ser humano de manera normal y con reglas fijadas por el Gobierno, bajo un apropiado resguardo militar.
La presencia de uniformados militares también es perceptible en lugares turísticos, museos, grutas, ruinas. Hay una razón histórica y actual para cautelar la nación árabe.
Devoción religiosa
Esos ocho días que disfrutamos en Líbano nos permitieron visitar varias iglesias y catedrales, las cuales muestran una devoción muy adentrada al San Chárbel. Ese sacerdote católico maronita, fallecido a los 70 años en 1898, genera una gran devoción debido a sus actividades en la predicación y la taumaturgia (don de sanación). Su presencia se ha enraizado en la espiritualidad de los cristianos de Líbano, que comúnmente acuden a santa misa.
Siguiéndole los pasos está el padre Estephan Nehmé. Nuestro guía, Rabih El Khatib, nos trasladó a la casa en donde habitaba, en el poblado de Lehfed, un lugar por cierto lleno de energías espirituales; el padre Estephan será muy pronto canonizado como santo de Líbano.
Quiero finalizar escribiendo que siempre amaré a la tierra que me dio la oportunidad de nacer, Líbano, y a mi Ecuador, que a mis hermanos Alfonso y Pedro y a mí nos abrió caminos para formar nuestras familias. Yo lo hice junto con mi esposa Jenny y mis tres admirables hijos: Dennis, Antoan y Denisse, y mis nietos: Sarah, Rebeca, Dennis Antoine y Nabil.
Ellos son orgullosamente parte vital de la herencia libanesa que su padre y abuelo les desea transmitir. Gracias, Líbano. Gracias, Ecuador. Los amo. Estarán siempre en mi corazón. (I)
Inauguración del Interbarrial, este sábado 26
El Interbarrial de Fútbol Diario EL UNIVERSO es parte de mi vida desde hace 31 años, ya que me ha permitido construir mis sueños para elevar a la niñez y la juventud en el campo educativo y en el deporte. Por eso me decidí a organizar una cita con los directivos de la Federación de Fútbol de Líbano, para mostrarles los logros de ese evento deportivo, calificado por la FIFA como el mayor torneo del mundo. Los libaneses quedaron sorprendidos y les dejamos mucho material sobre este certamen que impulsa en cada temporada el talento futbolístico del Ecuador. Ahora se viene una nueva edición del Interbarrial, cuya inauguración será el próximo sábado, a las 17:45, en la Ciudad Deportiva Carlos Pérez Perasso, en la av. Marginal del Salado (av. Barcelona), cerro San Eduardo. Invitamos a toda la ciudadanía a presenciar este acto, en el que incluso se desarrollarán encuentros amistosos desde las 16:00.