Guatemala: Corazón del mundo maya
Lago Atlitlán, Antigua Guatemala y Parque Tikal son tres de los atractivos turísticos de este país centroamericano que guarda verdaderos tesoros para los aventureros.
Visitar un país que no es el tuyo es descubrir poco a poco todo y estas cuatro letras representan aquel sueño con el que emprendes un viaje, el resto lo debes diseñar ya que las expectativas pueden cambiar desde el primer día. Descubrí que todo es posible, que lo imperfecto se torna espontáneo, que lo inesperado sucede y ese coctel de emociones es lo que hace recordar cada instante.
Guatemala me llenó de sentimientos que no vi venir, me hizo vivir una montaña rusa de emociones, entre noches frías, días cálidos, uno que otro aguacero, buses públicos, tours guiados, largas caminatas, recorridos por cuenta propia y cientos de turistas.
Lago de Atitlán
Le dicen el Lago más bello del mundo o Lago de los siete colores, está situado en el distrito de Sololá, en el área montañosa occidental, tiene una superficie de 130 kilómetros, unos 18 de ancho y 10 de largo, a 1.562 metros sobre el nivel del mar.
Rodeado de doce pueblos como los doce apóstoles, el lago está ubicado en un cráter que se formó por una secuencia de erupciones volcánicas, esto generó una depresión circular que se comenzó a llenar de agua por los ríos, dando lugar al lago de Atitlán, la profundidad máxima detectada es de 340 m, es área protegida y el segundo lago más grande de Guatemala.
Abrazado por sus tres volcanes: Santiago, San Lucas Tolimán y el San Pedro, que me acogió en sus faldas, acercándome a disfrutar de una conversación ligera que me provocó una que otra sonrisa. Panajachel es el primer pueblo al llegar al lago y el lugar de embarcación para todos los viajeros que debemos desplazarnos a los diferentes poblados que lo rodean.
Mi viaje desde Panajachel a San Pedro duró 45 minutos en lancha, al llegar y con mochila en la espalda abordé el medio de transporte local, sus veloces tucs tucs o mototaxis que circulan por sus angostos callejones y se desplazan por el pueblo. Ya en el hotel pude apreciar desde el balcón de mi habitación una vista espectacular del lago, pero al caer la noche me sorprendió una tormenta eléctrica que mostraba a lo lejos pulsaciones luminosas cada vez más frecuentes que me cautivaron, sin sospechar que esa tormenta se convertiría en el principal responsable de privarme de presenciar uno de los mejores amaneceres centroamericanos.
Desperté a las 03:45, con la primera vibración de mi celular, me acerqué al muelle y ahí estaba la lancha que me llevaría al lugar preciso donde saldría el sol, entre pequeñas pláticas con el conductor para hacer amena la espera, el tiempo se agotó y la lancha que me recogió a las 04:00 encendió su motor, quedando atrás la oportunidad de haber podido disfrutar de los matices de su cielo. Así me despido del lago Atitlán, sentada en una cafetería del muelle, con una taza de café orgánico, tortillas, frijoles y crema, disfrutando de sus pintorescos callejones, llevándome la esperanza enorme de volver.
La Antigua Guatemala
Como segundo destino me esperaba una de las ciudades más visitadas de Centroamérica y al ritmo de trompetas, timbales, conga de una buena salsa empezó mi recorrido nocturno por la antigua Guatemala. El zigzag de cafés, bares y restaurantes crean una vida nocturna que domina la atención de los turistas, sin duda el ambiente latino se impone, a tal punto que se vive una alegre experiencia, logrando que la influencia de costumbres extranjeras y el contraste colonial se incorporen a la vida moderna, creando una atmósfera seductora.
La Antigua Ciudad de Santiago de los Caballeros fue la capital del Reino de Guatemala, ubicada en las faldas del Volcán de Agua y fue destruida por los torrentes que descendieron y reubicada en lo que ahora es la Antigua Guatemala. En 1773 fue devastada por los terremotos de Santa Marta y la urbe fue trasladada una vez más a su destino final donde se encuentra ahora, en el Valle de la Ermita, lo que hoy es Ciudad de Guatemala, desde entonces la Ciudad de Santiago de los Caballeros pasó a llamarse la Antigua Guatemala, ubicada en el departamento de Sacatepéquez y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.
Uno de sus atractivos son sus calles empedradas en toda la ciudad y el Arco de Santa Catalina que se encuentra en la avenida Norte, uno de los lugares más concurridos por el comercio de artesanías, chocolateras, restaurantes y galerías. Definir Antigua sería como narrar un cuento, es un espacio donde cada viajero que la vive agrega una página más a su extensa historia de mágicos rincones y continuidad colonial, el equilibrio de color sobre las fachadas de sus casas se ajusta a la urbe, puedes entrar o salir de cualquier lugar y absolutamente todo se acopla a un mismo estilo.
Parque Nacional Tikal
El color marrón predomina en la ciudad y algunas de las paredes de la casa de Fernando y Evelyn, una joven pareja de esposos que ofrece alojamiento a viajeros por un precio muy cómodo que incluye desayuno. Su atención fue tan cálida como su hogar, sintiendo fácilmente que el ambiente de la ciudad se refleja en su gente. Haberme hospedado con una familia guatemalteca sin duda ha sido una de mis mejores elecciones, así como también lo fue en la isla de Flores, mi habitación poseía una amplia terraza frente al Petén Itzá, el tercer lago más grande de Guatemala, ubicado en el departamento de Petén, cerca del Parque Nacional Tikal, declarado Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad por la Unesco en 1979.
Y ahí me encontraba, adentrándome en la selva a las 04:30, escuchando muy cerca de mí a los monos aulladores mientras caminaba con grupos de turistas distribuidos por idiomas, al llegar al primer templo tomé aire y empecé a subir cada uno de los escalones hasta llegar a la última grada donde todos permanecían sentados en silencio, con la mirada puesta en el horizonte, observando a lo lejos las cúspides del conjunto de edificios ceremoniales, rodeados por su densa vegetación.
Tikal, que ocupa un área de 576 kilómetros² y sus lados miden 24 kilómetros, es considerada una de las reservas naturales y culturales más importantes de Guatemala y el mundo, por la exuberante selva tropical, hogar de gran diversidad de especies de flora y fauna, así como también alberga los restos de la ciudad más grande e importante en la historia prehispánica de los mayas. Fue ocupada por casi 1.500 años, partiendo desde el Preclásico Medio (800 a.C.) hasta su abandono en el siglo IX d.C. Las estructuras y monumentos encontrados en el sitio relatan la importancia que tuvo en Tikal la medición del tiempo en Cuenta Larga y la conmemoración del inicio de varios periodos de K’atunes y del 9 Bak’tun.
Hasta ahora, Tikal todavía contiene la fecha en Cuenta Larga más antigua de las Tierras Bajas Mayas (Estela 29, 292, d.C.), indicando que fue la primera o una de las primeras ciudades mayas en instaurar un gobierno dinástico de sus gobernantes en estelas de piedra con inscripciones jeroglíficas, registrando una secuencia dinástica de 33 reyes sucesivos. Los mayas fueron dueños del espacio por sus altos conocimientos en astronomía, física y matemática, medían el tiempo por ciclos, contaban con una tecnología que hoy nos sorprende, vieron al tiempo como el despertar de la conciencia colectiva, no como un paso edad, a tal punto que su predicción fue interpretada con cierto grado de polémica mundial, el 21 de diciembre del año 2012, fue la fecha que recorrió el mundo entero, causando en algunos cierto pánico, intriga e incredibilidad.
El que cree, crea; el que crea, hace; el que hace, se transforma a sí mismo y a la sociedad en la que vive”, Chilam Balan, Piedra de los nueve sellos mayas.
Ni antes ni después...
Las predicciones en que el mundo cambiaría de dirección y tiempo del calendario maya marcaron el inicio y el fin de una nueva era y con él una enseñanza espiritual que asignaron intencionalmente a la alineación de los planetas, rompiendo la barrera mental por ser básico, útil, aplicable, es una espiritualidad profunda, guiándonos a sentir respeto por todas las cosas vivas, activas y presentes, un mensaje que sin importar la ideología ni la religión a la cual pertenezcamos nos conduce a crear un mundo más armónico, por esa razón se dice que no importa el mensajero sino el mensaje, básicamente entendieron que todos somos uno, que somos creados de la misma energía del Creador, donde todo tiene un orden y un propósito que nos conduce a nuestra otra realidad y el tan solo darse cuenta es el inicio del despertar.
A veces tocar fondo es nuestra única salida y el peor de los momentos puede ser el mejor, porque enterramos ideologías de ayer, logrando ponerle pausa a un ritmo de vida creado por espeismos y desaciertos, ese zarandeo nos obliga a viajar hacia nuestro interior, induciéndonos a renacer, a modificar el camino con transformaciones positivas, pero hay que reconocer que van sellando nuestras vidas, moldeando todo lo que envuelve ser lo que somos y pensamos.
Antes de finalizar, debo confesar que poseía muchas expectativas con visitar Tikal, era un destino que venía posponiendo por una que otra razón, pero que figuraba dentro de mi amplia lista de sitios que me gustaría visitar y sin darme cuenta terminaba viajando a otros lugares o a ningún lado, ¡hasta que se me hizo!, admito que de una forma un poco extraña y es ahí cuando abres los ojos y descubres que todo llega a tu vida en el momento preciso, ni antes ni después.
“La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”. Bertolt Brecht.