Zaruma según Servio Zapata
Servio Zapata es un reconocido artista orense que hace poco regresó a su tierra natal para reencontrarse con sus caminos de la niñez.
Su deporte favorito en la infancia era un poquitín extremo: “Con mis amigos nos lanzábamos calle abajo subidos en tablas de madera, a las cuales cubríamos con cera en la parte inferior para que resbalaran mejor. Íbamos a mucha velocidad y siempre terminábamos chocando con el muro al final de la calle; a veces, alguno se rompía algún hueso”, comenta un sonreído Servio Zapata frente a su casa de la niñez, en la inclinada calle 9 de Octubre.
El artista se siente feliz de visitar la vivienda mixta, de dos pisos, donde residió en su ciudad natal. Desde la ventana de su cuarto se asomaba cada mañana a un perfil de colinas sinuosas pobladas por viviendas de techos rojizos, incluido aquel tejado del vecino de al lado, allí mismito donde conoció el significado de la muerte. “En ese lugar observé a mi gato recostado y comprendí que estaba sin vida. Yo tenía unos 7 años. Fue mi primer encuentro con un ser querido que sabía ya no vería más”, indica con mirada nostálgica, desde un patio trasero con un balcón que comparte aquella vista de Zaruma, en el sur de la provincia de El Oro.
Ese paisaje es motivo de una de sus pinturas más queridas, pero lo plasmó de manera silvestre, sin viviendas ni calles ni gato, solo con las colinas sembradas de árboles infinitos que cubren todo ese espacio. “Tengo clara esa imagen del cerro El Calvario y de las casas que había cuando abría la ventana. Pero en la obra pinté solo los árboles, porque son los símbolos que adopté en el camino para comunicarme a través de mi obra con el espectador”.
Su crecimiento artístico
Servio Zapata abandonó Zaruma a los 17 años de edad para mudarse a Cuenca. Allí terminó de crecer y tuvo sus primeros romances con el arte. También abrió un bar con unos amigos, pero terminó por quebrar. “El negocio nocturno es duro”.
Viajó a Guayaquil cuando decidió tomarse el arte en serio. Obtuvo buenos encargos para pintar obras y murales en casas acomodadas. También firmó un contrato con Mirko Rodic, dueño de la galería Todo Arte, quien por siete años le amplió el mercado local dando a conocer sus pinturas. “Fue una gran relación de la que salimos ganando los dos. Ojalá las galerías sigan ese ejemplo y apuesten por los artistas jóvenes y de manera justa”, indica Servio, quien tiene una hija (Dana Paula, de 13 años) y diez años residiendo en Guayaquil.
Reencuentros con la nostalgia
Zapata ya no tiene familiares en Zaruma (solo su tía Zoila, de casi 100 años de edad), ciudad que desde lejos luce como si hubiera encontrado su espacio entre las colinas, apegadita a contornos elevados que trazan su geografía de desniveles abruptos.
Su casa de la infancia está frente al Museo Municipal, ubicado en un inmueble que hace 30 años alojaba a la biblioteca de la ciudad. “Me gustaba cruzar la calle para dedicarme a leer”. Ahora el espacio está ocupado por las vitrinas que exhiben el pasado histórico de esta urbe que se ha nutrido de la explotación minera. “Desde antes de la llegada de los incas, los antiguos nativos ya extraían oro de este territorio. Y cuando arribaron los españoles enviaron todo el oro que pudieron a Europa”, comenta el artista.
Todo está a media cuadra de la plaza central, que exhibe con encanto la arquitectura zarumeña. Las edificaciones que la rodean brindan una estética armónica del diseño republicano. “Es como caminar en el barrio Las Peñas”, según Zapata, de 47 años.
Esta plaza es el punto de encuentro de la ciudad, y así ha ocurrido desde tiempos de la Colonia, señala sobre esos recuerdos que aparecen con esta visita cumplida hace tres semanas, del viernes 13 al domingo 15 de enero, con el propósito de regalar a sus amigos el libro que publicó hace poco con sus obras.
Uno de ellos es Servio Gallardo Ramírez, quien fue uno de sus maestros de arte de la infancia. En esos años, la familia de Gallardo era propietaria de una fábrica de globos de carnaval, de esos que se llenan con agua. Eran tiempos en que los zarumeños producían la mayoría de los globitos que remojaban en el país.
Gallardo es un respetado artista, miembro del comité de mejoras de la iglesia local, el santuario de la Virgen del Carmen, cuya última reconstrucción tuvo lugar entre 1912 y 1930. Su torre es un símbolo de la ciudad. Y su estructura, originalmente de madera y hoy mixta, luce como un conjunto arquitectónico con estilos árabe, gótico, neogótico, barroco y rococó que alimenta la identidad y espiritualidad locales. “He dedicado gran parte de mi vida a este templo; varias de mis pinturas pueden verse aquí. Son como 40 obras del viejo y del nuevo testamento, para dar una evangelización gráfica a los visitantes”, dice Gallardo sobre esta iglesia que alguna vez fue la más importante de la provincia, porque Zaruma fue la capital de El Oro en 1882 y 1883.
Más para el turismo
“Zaruma es una ciudad de gente amable, de casas bonitas, de gastronomía deliciosa”, resume Servio mientras se come un rico tigrillo, y tras reencontrarse con los inmuebles patrimoniales bajo un cielo azulísimo con nubes de formas agradables, como si estuviera pintado (quizás así descubrió Zapata su vocación). Pero él destaca algo más: “El zarumeño es un tipo honesto, porque nos enseñaron valores desde la infancia; no conocemos de delincuencia ni robos”.
Pero el zarumeño sí conoce de buen café. Y el mejor grano, indica Servio, está en la tienda de don Marcelo Valverde, que lo vende desde hace 45 años, molido por él mismo o por sus hijos. Lo visitamos para conocerlo: “El café de Zaruma es el mejor porque no tiene químicos. Es café puro, y es conocido mundialmente por su calidad”, dice don Marcelo, cuyo local funciona en la céntrica calle Bolívar.
Sin embargo, la minería sigue siendo el bastión económico de la zona. Allí se asoma una preocupación de todos los zarumeños por el socavón que el 2 de enero hizo colapsar un segmento de una escuela local. Nuestra visita coincidió con una reunión en Machala de autoridades de la Gobernación, la Secretaría de Gestión de Riesgos y la Alcaldía de Zaruma, en la cual decidieron extender el área de exclusión minera de 103 hectáreas hasta las 173 hectáreas, en el casco urbano.
Tal medida eliminaría 32 labores mineras, cuyos 600 trabajadores serían apoyados por la Gobernación para cambiar su actividad hacia el turismo, la gastronomía o la agricultura.
Servio Zapata opina que el futuro natural de Zaruma está en sus atractivos turísticos, que incluyen la mina turística El Sexmo. También la visitamos para penetrar en ese pasadizo subterráneo de 500 metros de extensión, lleno de elementos que fueron utilizados mientras esta mina operaba. “Zaruma tiene mucho que entregar, no solo oro”, dice Zapata, porque opina que el turismo es el gran tesoro de esta hermosa urbe. (I)
VIDEO: Conoce la Plaza Central de Zaruma
Apoyo en la visita: Municipio de Zaruma, Departamento de Turismo, Diego Armijos, (07) 297-3533.