El ‘Flaco’ al cine: Camino a la paz

14 de Agosto de 2016

El fundador de El Juglar en Guayaquil, el actor y director de teatro Ernesto Suárez incursiona en la pantalla gigante. Lo hace con Camino a La Paz.

Hay que reconocer a Ernesto Suárez como ícono de la escena teatral ecuatoriana y latinoamericana. Hace poco estuvo de visita en Ecuador pues varios artistas, especialmente aquellos que pertenecen a El Juglar, le rindieron homenaje al creador de una de las obras emblemáticas localmente Guayaquil Superstar.

A sus 75 años sigue explorando con un espíritu tan inquieto como el que lo ha movido durante décadas sobre las tablas. Ernesto Flaco Suárez enfrentó el desafío, por primera vez, de encabezar el elenco de una película, junto a su coterráneo Rodrigo De la Serna. Pero el debut no fue solo para Suárez, lo fue también para Francisco Varone, cineasta argentino quien retrata a dos hombres, uno de ellos el conductor de un carro que, recién casado y necesitado de dinero, comienza a trabajar en su vehículo. Entre los pasajeros está un musulmán con destino a una ciudad boliviana. El largo trayecto desde Buenos Aires estará plagado de discusiones constantes entre ellos, pero al final, hay algo que los convierte en íntimos compañeros de ruta.

Camino a La Paz es una road movie. “No he hecho nunca un casting en mi vida”, dijo Suárez.

El mendocino tuvo que recorrer 3.400 kilómetros para filmar la película. “El cine y el teatro tienen códigos distintos. El cine es el director; el teatro es el actor. Tuve que aprender a bajar un decibel con la expresividad. Rodrigo me decía: imaginate que un gesto tuyo se va a ver en 10 metros por 4. Como ya había escuchado de muchos otros, incluyendo a Jack Nicholson, hay que salir a algunas escenas con la premisa de ‘no actuar’”.

¿De nuevo al cine?

Fueron 40 días por las rutas que unen la provincia de Buenos Aires con La Paz, atravesando las ciudades de Pergamino, La Falda, Rosario de la Frontera, La Quiaca y Villazón, Potosí, hasta el destino final en Bolivia. “¡Ni loco!”, apuntó Suárez cuando se le preguntó si quiere volver a filmar.

Anteriormente, el fallecido cineasta Fabián Bielinsky le había guiñado el ojo a Suárez para que formara parte de El aura (2005), pero las circunstancias fueron otras, tal como señaló Suárez en 2014. “Le contesté, como a todos, que yo no hago castings. Pero igual me querían ahí. El tema es que tenía que viajar a Buenos Aires justo en una fecha en que tenía un evento muy importante en Ecuador. Me iban a entregar un reconocimiento, iban a estar los amigos, los viejos compañeros del teatro, y para mí era algo muy muy emotivo. Así que dije que no”, destacó.

Haber conocido de cerca a Rodrigo De la Serna fue para Suárez una agradable experiencia, pues se refiere a que surgió una estrecha amistad. “Si vas a filmar 30 días con un tipo y convivir todas esas horas, tenés que saber que hay química”.

Rodrigo viajó primero a Mendoza para ver una función de un monólogo autobiográfico de Suárez y el encuentro terminó con una reunión en la casa del Flaco. “Es un tipo humilde, de esos que se sacan fotos con todos, que siempre están con una sonrisa. Un talento enorme, por eso ya se permite elegir las películas que va a hacer. Pero además es buena gente”, destaca Ernesto.

Asimismo, Suárez se refiere a Varone. “Es un director muy inteligente, obsesivo. Cómo él hay muchos que egresan de la Escuela de Cine y se dedican a hacer publicidad y les sale muy bien. Él ha ganado varios premios, pero quería debutar en cine con un proyecto que realmente le gustara de principio a fin. Es muy meticuloso. En una de las escenas me dijo que me aprendiera el texto y que no lo dijera de memoria. Que confiaba en mi don de narrador. Y así lo hice: la escena fue larga, pero afectiva y lo veo al Rodrigo que comienza a llorar muchísimo y me contagia, algo que no podía pasar con un tipo que enseña a sus alumnos a controlar las emociones, es lo que más trabajo”.

Su permanencia en Ecuador alivianó la filmación de Camino a La Paz. “Yo viví en Quito, así que no sufrí el soroche de la altura que podés agarrarte cuando viajás a esas ciudades tan altas. Una mis escenas favritas y la que más me impactó fue cuando mi personaje está internado en un hospital en La Paz. Acordate que hago el papel de un pensador sufí que fuma, algo rarísimo. Ellos tienen la costumbre de hacer una devolución de los sueños. Y el personaje de Rodrigo me reclama una”. (A.C.J.) (E)

www.mdzol.com, wwwlosandes.com.ar

DE LA SERNA: MUERTE Y RELIGIÓN

“Luego de mucho tiempo de búsqueda, Francisco Varone me mostró dos videos de Ernesto Suárez y pensé: ¡ya está! Por la picardía, era perfecto, me di cuenta de que si bien no lo conocía es alguien que tenía que estar y lo conocimos en Mendoza y ni bien nos bajamos del avión nos recibió con su auto”, se refirió Rodrigo De la Serna, actor argentino conocido por su papel en Diarios de motocicleta (2004).

En Camino a La Paz, Sebastián, el personaje de Rodrigo, es un tipo que aprende durante el trayecto. “Sebastián es un tipo muy negado que busca trascender los límites de su vida. Nunca se evidencia mucho, no se dice qué le pasó, qué le pasa, eso es lo que maravilla de estos relatos. Esa patología de que creemos que se murió su padre está reflejada en el símbolo que es el auto. No trascendió los límites del barrio, su primera novia, el asado con sus amigos, vox Dei y el auto. Está muy cómodo ahí. Y entonces la vida llega de golpe y te aparece un viejo musulmán que te quiere llevar en auto hasta La Paz y no te podés negar. Y ahí empieza a pasar algo. Pancho (Varone) demuestra que parece mentira que fuera una ópera prima. El discurso narrativo es excelente, como está narrada, lo austero y lo profundo del relato, donde no sobra nada y no falta nada. En la actuación también. El paisaje mismo empieza a narrar. Hacía mucho no tenía una actuación tan despojada. Yo lo agradezco. Sí, pasan un montón de cosas en el viaje, estar ahí, sin dormir, el tema que estamos tocando es movilizante, el contexto”, destaca De la Serna.

El actor, de cuarenta años, comenta sobre temas relevantes en el filme. “Cuando vas creciendo te empezás a dar cuenta de que la muerte es algo cierto, que empieza a estar cada vez más cerca. Es una buena consejera, a la vez, porque no podés perder tiempo en boludeces. No hay tiempo que perder en la vida. Hay que hacer las cosas bien y cuanto antes. La religión es necesaria en algún punto, por lo menos en la reflexión de estos grandes temas. Es importante”.

Fuente: elladog.com.ar

 

  Deja tu comentario