Fernando Botero: Mundano y fantástico
Por primera vez, Fernando Botero exhibe El Circo en su ciudad natal Medellín. La muestra estará en el Museo de Antioquia hasta el 17 de mayo.
Aunque la exposición El Circo de Fernando Botero en Medellín muestra 32 óleos y 20 dibujos, el artista colombiano creó en total 137 pinturas, 31 dibujos y 22 acuarelas bajo esta temática.
Tan nutrida colección Botero la compuso en apenas dos años, “trabajando sin parar” desde el 2006, cuando visitó un circo popular en un pueblo de la costa de México. Ese encuentro revivió en el pintor de 82 años, más conocido por sus creaciones de figuras rollizas, la fascinación de su niñez hacia este espectáculo pintoresco.
Esa vez, hace 9 años, estaba tan emocionado nuevamente que regresó al sitio en la noche. Y luego al día siguiente. “Me dejaron entrar, vi cómo estos pueblos nómadas vivían en remolques, lavando su ropa al aire libre antes de sus presentaciones”, recuerda Botero. “Cada aspecto era un tema apasionante y me pregunté cómo no había pensado antes de las posibilidades poéticas del circo”.
Fantasía y volumen
El Circo se inauguró el 3 de febrero en el Museo de Antioquia y estará abierto hasta el 17 de mayo. Con un recorrido en el Tren de la Cultura, un articulado decorado con las imágenes de la exposición, y con la presencia del maestro, el museo y el metro de Medellín celebraron esta exhibición, que representa a un mundo mágico donde se difuminan la fantasía con la realidad.
“El circo permite a uno ser lógico e irreal al mismo tiempo”, Botero dijo en una entrevista en Nueva York. “En él todo es posible, puede haber un hombre con dos cabezas o un personaje con una cara verde”, explicó.
En la exhibición además se deja ver un cachorro de león que sonríe con satisfacción en una pintura; en otra obra, un mono de pie vestido con un traje a cuadros verde sostiene un cigarrillo encendido, mirando meditabundo el horizonte.
En otros lienzos aparecen escenas de equilibristas, malabaristas y más personalidades del circo. Y en algunos de ellos los animales dan la impresión de empequeñecer a mujeres y hombres voluminosos, iluminados en colores brillantes. Este estilo, que le ha dado reconocimiento como uno de los artistas vivos más famosos de Latinoamérica, también se ha impregnado en esta colección.
“Yo soy fiel a mis convicciones”, dice Botero. “Los volúmenes y colores potentes dan prestigio a la forma”. Incluso en El Circo los personajes parecen tener la mirada vacía, y si se infiltra alguna sonrisa, simplemente es parte del maquillaje de los payasos.
Motivaciones del maestro
Otro de los temas recurrentes en la trayectoria de Botero han sido los motivos taurinos, ya que su vocación artística está precedida por su pasión hacia la lidia.
De hecho de adolescente ingresó a una escuela de tauromaquia y esto le llevó a hacer sus primeras acuarelas: a través de los toros llegó la afición por la pintura, ha asegurado en diferentes ocasiones.
Por ello, a la apertura de la muestra Botero invitó al novillero Juan de Castilla, promesa del toreo colombiano y cuya carrera se está forjando en España desde hace tres años. Como admirador de la fiesta brava, Botero ha ayudado al joven económicamente en su viaje al continente europeo y quiso conocer en esa fecha y de primera mano sus experiencias fuera del suelo latinoamericano.
Vale recalcar que la exhibición también fue un reacercamiento del artista con su tierra natal, Medellín, donde vivió hasta 1950. Actual-mente reside en Pietrasanta (Italia). Asimismo posee casas y estudios en Mónaco, Francia, Grecia, Colombia y Nueva York.
Hasta hace poco se situaba solo en su caballete hasta diez horas al día, que ahora se han reducido a cinco. A lo que él señala: “Tal vez hoy trabajo con más dedicación, porque los años pasan y uno sabe que hay poco tiempo para trabajar”. (I)
Fuentes: ARTnews, Reuters y ABC.