Historia en ficción
La memoria de Antonio Neumane revive en el mismo lugar de hace 170 años: la casa Pintado, sede del Estudio Paulsen, que organizó un concurso de dramaturgia con el compositor como eje. Aquí están los ganadores.
Cuatro maneras de contar una historia
Desde hace ocho años comenzó a vivir el teatro como actor. “Empecé en un curso, de casualidad, y me gustó mucho”, recuerda José Miguel Flores (28 años). Justamente el año pasado participó en el montaje de Un final feliz, en cartelera en El Altillo. En estos años, dice, ha descubierto que el teatro “es un espacio donde puedes ser momentáneamente libre, todo está permitido, no hay restricciones morales ni ideológicas”. Asimismo, cada vez más actores, escritores, productores y audiencia disfrutan de una variedad de oferta de calidad y gusto. “Hay mayor apertura para crear y el público está más comprometido porque quiere conocer más de esta actividad”.
En esta experimentación de cuerpo y mente también se ha interesado por la dramaturgia y la dirección teatral, actualmente se está formando en Creación Teatral en la Universidad de las Artes.
En Cuatro maneras de contar una historia, José Miguel disecciona las motivaciones personales e ideológicas de Neumane y sus allegados para enfrentarlos sobre la mesa con resultados impredecibles.
“Fue un reto escribir sobre un personaje histórico, al mismo tiempo fue una excusa para replantearme lo que está pasando hoy, vivimos en un periodo de cuestionarnos… yo propongo preguntarnos qué son los símbolos patrios, qué nos hace ecuatorianos”. El narrador es una voz femenina, con la cual además busca visibilizar la condición de la mujer en ese entonces. Como merecedor del primer lugar, el Estudio Paulsen producirá y pondrá en escena su pieza este mes. (G.Q.)
¡Abbiamo Himno!
De adolescente, dos piezas teatrales cautivaron a David Castro: Riverside Drive, de Woody Allen, en escena en tablas locales por Montse Serra, Guillermo Boschetti y Jaime Roca; y el Hamlet de Christoph Baumann, quien interpretó a los seis personajes principales a modo de monólogo. Esas visitas lo incentivaron a conocer los quehaceres de la actuación, hasta enamorarse de la dramaturgia. “Me encanta el teatro, pero quiero dedicarme a escribir”, expresa el joven licenciado en Comunicación Escénica (U. Casa Grande), quien seguirá su formación en Madrid.
Su obra ¡Abbiamo Himno! es una comedia con los personajes que le resultaron más interesantes de la vida de Neumane: sus dos esposas. “Juega un poco con los estereotipos extremos. La italiana es ruidosa y celosa, mientras que la austriaca es más estricta y racional”. Neumane sufre una crisis existencial porque le han encargado la música del himno nacional y debe presentarlo al día siguiente, pero no tiene nada. Su primera esposa (fantasma) y la actual tratan de apoyar la tarea (o entorpecerla). El enfrentamiento entre los tres es jocoso, pero una lucha que al final se aclara es el sentido de pertenencia del compositor. “Neumane mezcla dos palabras alemanas: neu, nuevo, y mane, hombre. Tenía una connotación de ‘nuevo hombre en la sociedad’. Su vida se trató de eso, de hacerse un nombre sin reparo en cada ciudad que pisó”. (G.Q.)