Nassib Neme: ‘No soy pelucón’
El presidente del Emelec, Nassib Neme Antón, nos recibió en su casa para una charla informal sobre sus gustos personales.
Afirma que puede jugar en cualquier posición: defensa, medio campo, delantero, lateral derecho o izquierdo... “Donde me llamen, donde el equipo me necesite”, dice Nassib Neme, recordando sus años de pelotero callejero en el barrio Centenario.
Tanta es su versatilidad en el fútbol, que en enero de 1988 su equipo favorito le solicitó jugar de “dirigente”. Sí, de eso mismito. Fue un hecho confuso, recuerda. Las elecciones de la directiva del Club Sport Emelec se realizaban en la tribuna de San Martín del estadio Capwell. No había padrón ni listas. Los socios se reunían y, como si fueran colegiales que eligen al presidente de curso, mocionaban nombres que podían ser aceptados por la asamblea. “Era un acto sin formalidades; el que más gritaba se hacía escuchar (…). Por allí alguien gritó mi nombre. O algo parecido (aún tengo mis dudas de si era mi nombre). Y los demás dijeron: Sí, sí, sí; era una elección primitiva, casi tribal”. Y así fue elegido vocal de un naciente directorio. Y en la primera reunión fue escogido vicepresidente de la comisión de fútbol.
Esos fueron sus inicios en la dirigencia deportiva, una posición en la que no tenía previsto “jugar”, confiesa. Lo cuenta con una tímida sonrisa, sabiendo que ha resultado hábil en el cargo, tanto así que en los últimos ocho años, el equipo ha conseguido cuatro campeonatos (2013, 2014, 2015 y 2017) y cuatro vicecampeonatos (2010, 2011, 2012 y 2016) (en 2009 fue nombrado presidente de la comisión de fútbol y desde enero del 2012 preside el club).
“Campechano, populachero”
Neme saborea el campeonato 2017. Y lo hace con un cafecito en esta tarde de diciembre, en el patio trasero de su residencia, en la vía a Samborondón, a orillas de un gran lago artificial. “Me gusta estar cerca del agua. Mi casa en Weston (Florida) también está junto a un lago”. Pero él aclara: “No soy pelucón: jugué pelota en la calle y comí encebollado en cualquier lado; siempre he sido pueblerino, campechano, barrial y populachero”. Quizá su faceta más aniñada sea su gusto por los autos deportivos. “¿A quién no le gustan?” Tiene un Porsche deportivo y un BMW sedán.
También indica que ahora, a sus 62 años, prefiere participar en los deportes que no requieren contacto, como trotar (en su ciudadela), remar kayac (en Salinas, “soy un fanático de la playa”) o esquiar sobre nieve. Comenzó a practicar el esquí en nieve el mismo año en que ingresó a la dirigencia deportiva. “Quisimos hacer un viaje distinto en familia. Fuimos a Jiminy Peak (Massachusetts), cerca del estado de Nueva York. Son tres montañitas nomás, un lugar para principiantes, pero a nosotros nos parecía algo demencialmente grande”. Y desde entonces han visitado varios resorts de nieve de Estados Unidos. También en Austria y Alemania.
Nassib prefiere pasar el tiempo libre en familia. Tiene seis hijos y trece nietos. Con ellos gusta de viajar por el país. “Me fascina Manabí. A mi papá le pasaba igual”. Paola Macchiavello, su esposa, es su gran apoyo. Aunque enamorarse de ella casi le cuesta perder a su amigo de la infancia. “Era su hermana. Y entre amigos hay códigos: no te puedes enamorar de su hermana. Por eso Lucho estuvo enojado un tiempo. Me quitó hasta el saludo. Estuvimos peleados como un año, pero después se le pasó”.
Con las reglas claras
Nassib Neme es un hombre de códigos firmes, de cero tolerancia ante ciertas situaciones. Por ejemplo, gusta de rodearse de colaboradores que sepan cumplir sus obligaciones sin necesidad de presionarlos. “Me gusta la gente que sabe lo que debe hacer”.
En Emelec, considera que el entrenador es el único responsable de alinear a los jugadores. Y ningún dirigente puede sugerirle nombres. “En toda mi vida, he tenido que echar a dos directivos por infringir esa regla”. No había espacio para negociar el perdón.
Nassib Neme se considera, ante todo, un “vendedor”. Al inicio vendía materiales de construcción. Siempre como empresario. “Así llegué a descubrir el negocio del cable, porque se hacía muy difícil conseguir cables eléctricos en Guayaquil. No había fabricantes en la ciudad; era inaudito”.
Decidió liquidar sus negocios comerciales para juntar un capital. Luego viajó con su hermano, Jorge, a Europa para comprar maquinaria y aprender ese negocio. Su hermano estaba recién graduado de ingeniero industrial y Nassib de administrador de empresas. Ambos en el Tecnológico de Monterrey. “Nos quedamos como un año viviendo en Alemania y luego en Italia. En 1980 y 1981”. Inauguraron Electrocables en 1982, negocio evolucionó hasta convertirse en una respetada empresa guayaquileña.
Defender el objetivo
Esa experiencia como empresario le ha servido para liderar el Club Sport Emelec. “Yo delego funciones. Pero nunca delego el objetivo”. Esa es su gran responsabilidad, indica. “Si el objetivo no se logra, yo lo hice mal. No fui capaz de motivar a cada miembro de la organización”.
Es determinante con sus palabras, aunque confiesa que ahora es un hombre más tranquilo y paciente que en años atrás. “Pero no me gusta hablar mucho ni repetir las cosas cuatro o cinco veces”. Así lo conoce la gente de su entorno, afirma, “saben que soy amable, afable, generoso, de buen trato, pero soy bastante firme con las personas que no cumplen con sus responsabilidades”.
Por ello, atribuye su éxito en Emelec, en parte, al buen grupo de dirigentes que lo han acompañado junto al equipo. “Con ellos decidimos todo. Siempre debe haber consenso”. Así se muestra en esta nueva posición que le ha tocado desempeñar en el fútbol. “Yo juego en cualquier parte del campo, donde el equipo me necesite”, es su mística desde muchacho. Y así ha ocurrido.
Me gusta la gente que sabe lo que debe hacer. No me agrada repetir las cosas cuatro o cinco veces (...). Yo delego funciones. Pero nunca delego el objetivo. Si al final el objetivo no se cumple, es porque yo fallé”.
Nassib Neme