Inspiraciones futuras con el ave fénix
Recordar este pájaro cae como anillo al dedo cuando termina un año y empieza uno nuevo. Este antiguo mito sirve para aludir a la regeneración de cualquier cosa.
Parece que los seres humanos, desde tiempos inmemoriales, necesitamos marcas para señalar el paso del tiempo. Y lo más elemental de nuestra percepción del mundo es reconocer el carácter cíclico de la vida. El día y la noche, la lluvia y la sequía, el calor y el frío, el nacer y el morir, etcétera, nos indican que lo que comienza igualmente termina.
El mito del ave fénix tiene más de dos mil años de existencia y se originó en el antiguo Egipto. Hay variantes en las versiones que se han contado a lo largo de los siglos; la más extendida afirma la existencia de un ave espléndida que se prende fuego, se consume y renace de sus cenizas. Esta idea del renacer se repite en numerosas culturas en todo el orbe. El diario amanecer, la salida del sol y las inundaciones del río Nilo que cada temporada vivificaba los cultivos fueron las bases de la creencia en la regeneración y en la vida más allá de la muerte.
En Egipto llamaban benu al pájaro creado a imagen y semejanza de una garza y ligado con la creencia de la vida después de la muerte. Los chinos, en cambio, concibieron una vistosa ave que simbolizaba la virtud y la prosperidad: el fenghuang; feng es el pájaro masculino y huang el femenino, y juntos significaban el amor duradero. Estas dos aves míticas son creaciones independientes de culturas apartadas.
El ave fénix vuela hacia Occidente
En Occidente, alrededor del 770 a. C., Hesíodo ya registra la presencia del ave fénix. También lo hacen Plinio el Viejo y Herodoto; este dijo que la gente de Heliópolis, Egipto, le contó historias sobre un ave del tamaño y la forma de un águila con plumaje rojizo y dorado que volaba cada 500 años de Arabia a Egipto. No se conoce ninguna ave fénix en el arte griego antiguo.
Justo en el comienzo de la era cristiana, Ovidio escribe el mayor tratamiento poético del pájaro mítico en el último capítulo de su metamorfosis, en la que explica la dieta del ave, su hogar, la manera en que se regenera. Lo paradójico del nido, según Ovidio, es que al mismo tiempo es cuna y tumba. También califica de fabuloso que la esencia del ave permanezca igual a través del tiempo, fascinado ante algo que es lo mismo y otra cosa.
En escritos judíos más tardíos, el ave fénix será uno de los animales del Jardín del Edén. Se cree que san Clemente (el tercer sucesor de Pedro como obispo de Roma) transformó el mito en el año 96 y lo reutilizó en favor de la doctrina cristiana, ya que el renacimiento del pájaro era la prueba de la resurrección de los fieles. Entre los animales empleados para enseñar lecciones religiosas, el ave fénix es el más poderoso para la representación de la resurrección de Cristo, lo que es el fundamento de la doctrina cristiana.
Entonces el pájaro empezó a ser descrito en bestiarios y en enciclopedias. Por ejemplo, sin que quede claro por qué, Dante coloca al ave fénix en el séptimo anillo del infierno, en el octavo círculo. En el Renacimiento, el ave sirvió para justificar los objetivos de la nueva era: la renovación, el resurgir de lo nuevo. Petrarca también divulga lo central del ave fénix: la muerte y la resurrección. Para él, su fénix es Laura, una mujer de verdad que él nunca conoció pero por quien sentía un gran amor que no fue correspondido. El ave, como Laura, se convierte en una metáfora potente del individuo único.
Numerosos escritores destacan la presencia del ave fénix. En Rabelais, el pájaro es un objeto burlesco. Cervantes hace varias alusiones al pájaro. Shakespeare lo cita en poemas y en obras de teatro. Hasta los exploradores bautizan a fines del siglo XVI una constelación menor del hemisferio sur como Constelación del Fénix. En el siglo XVII, después de milenios de haber creído en la existencia real del ave, Thomas Browne sostiene con autoridad que el ave fénix es un pájaro que no pertenece a la naturaleza.
Es el momento en que los poderes del ave sirvieron de inspiración para la alquimia, una disciplina basada en la transmutación de los metales. El escritor norteamericano Joseph Nigg es uno de los especialistas más informados sobre este mito, y en El Ave Fénix: una biografía no natural de una bestia mítica (2016) señala que cada mención de esta ave en alguna historia literaria o en un retrato es una suerte de avistamiento cultural del pájaro.
En la modernidad
En el mito original, el ave fénix renace de las cenizas; pero en numerosas representaciones modernas revive de las llamas. Con todo, el fénix vive 972 veces el tiempo de la vida de un hombre, convirtiéndose así en el animal más longevo. En el siglo XIX, Grecia conmemoró su victoria en la guerra de independencia contra los turcos acuñando en sus monedas un fénix triunfante.
El fénix está en los escudos y las banderas de San Francisco, ciudad que, en plena fiebre del oro, fue destruida por los incendios, no una ni dos veces, sino en seis ocasiones. En 1852 la ciudad adoptó en su escudo oficial la figura del ave. La ciudad de Atlanta, en la guerra civil, quedó el soletas por obra del general Sherman. Cinco años demoró la reconstrucción y también la bandera y el escudo de Atlanta reflejan ese renacimiento. La ciudad de Phoenix en Arizona, en pleno desierto, anticipa el crecimiento, en ese antiguo sitio de los indios, de una civilización moderna levantada de las cenizas de la antigua.
La figura del fénix ha llegado a inspirar a toda empresa en que algo se reconstruya, como sucedió en Kobe, Japón, después del devastador terremoto de 1995. El Pentágono también acudió a la imagen del ave para bautizar proyectos de reconstrucción después del ataque terrorista del 11 de septiembre de 2011. Y millones de personas alrededor del mundo miramos en vivo y en directo, en octubre de 2010, cómo la cápsula Fénix 2 rescataba a 33 mineros chilenos atrapados en una mina.
El ave fénix está en escudos, monedas, logotipos comerciales y emblemas de todo tipo. Su casa es Arabia, India, Etiopía y hasta el paraíso terrenal. Su rango de vida va de 100 hasta 12.954 años. Hasta en las novelas dedicadas a Harry Potter, un pariente del fénix llamado Fawkes es una presencia amenazante a lo largo de miles de páginas en los siete volúmenes de la serie.
El ave fénix se ha convertido en una metáfora que recuerda las caídas y las renovaciones de la humanidad; por ello sigue teniendo presencia en el siglo XXI. Quién sabe si, cuando quemamos el año viejo y saltamos sobre sus cenizas celebrando el arribo del Año Nuevo, estamos repitiendo una creencia que lleva más de dos mil años de antigüedad: la de estar conscientes de que la vida es una repetición de muchas cosas.