El libro de Hurtado
Acaba de publicarse una nueva y revisada edición –la decimocuarta desde su original publicación en 2007– del libro Las costumbres de los ecuatorianos (Editorial Penguin Random House, Bogotá. 2018 321 páginas) por Osvaldo Hurtado. Para los estándares de lectoría del país, y más aún tratándose de una obra de ciencias sociales, este es ciertamente un hecho editorial extraordinario. Demuestra, por un lado, un saludable afán de los ecuatorianos de conocerse. Por el otro, confirma los méritos de su autor tanto por el rigor como por el estilo con el que organiza sus observaciones. Un estilo claro y ameno.
El estudio de las costumbres de una nación es un género de reflexión que jugó un rol importante en el nacimiento de la ciencia política moderna. La historiografía y la sociología contemporánea le deben mucho a pensadores como Montesquieu y Tocqueville, que vieron en las costumbres de los pueblos uno de los factores claves para descifrar sus instituciones. Si bien con el correr del tiempo este tipo de reflexión fue cediendo espacio a otras visiones, lo cierto es que estos estudios han vuelto a despertar el interés. La teoría del capital social de Robert Putman desarrollada en base a sus estudios sobre los hábitos de los italianos del norte y el florecimiento de su cultura democrática (Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy Princeton University Press) es un buen ejemplo de esta renovada tradición.
El libro de Hurtado comienza con un análisis de las características culturales presentes en la Audiencia de Quito. Una sociedad jerarquizada y excluyente, donde imperaba la ociosidad, el irrespeto a la ley y el paternalismo. Al llegar el siglo XIX las taras culturales de la colonia son aún arrastradas por gran parte de la población, lo que hizo del Ecuador tierra fértil para caudillos, aventureros y militares. Es recién en la primera mitad del siglo pasado cuando Hurtado detecta un giro relativamente importante en las costumbres de los ecuatorianos, especialmente por la actitud de los habitantes de la Costa, gracias a su vocación emprendedora, el deseo de éxito económico y su permeabilidad con el mundo exterior; una tendencia que se profundiza en la segunda mitad del siglo XX, aunque, en su globalidad, muchas de las costumbres de los ecuatorianos aún siguen obstaculizando su progreso económico y modernización política. A pesar de su importancia, los cambios en las costumbres de una nación marchan a un ritmo histórico más bien pausado.
El libro incluye interesantes reflexiones sobre el aporte de los inmigrantes, especialmente de árabes y judíos, a la sociedad ecuatoriana. La obra trae una abundante bibliografía, especialmente de extranjeros que dejaron testimonios de cómo vieron a los ecuatorianos cuando pasaron por aquí para visitarnos o para radicarse. En la introducción Hurtado advierte que su descripción del carácter de los ecuatorianos quizás sea “excesivamente severa”. Es probable, pero mejor eso se lo dejamos que lo decida el lector.
El libro se lo puede encontrar en las librerías nacionales. (O)