Juego de probabilidades
Con la caída del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética no solo terminó un capítulo de la historia contemporánea marcada por tensiones diplomáticas, coaliciones regionales y desarrollo bélico. También pareció marcar el final de un género de novelas creadas bajo la sombra de intrigas internacionales, espías y contraespías.
Escritores como John Le Carré, por ejemplo, tuvieron que llevar sus plumas hacia otros temas como los conflictos transculturales y étnicos. Aunque las recientes acciones de Moscú en Crimea y las reacciones de Washington parecen traernos nuevos vientos de esa guerra fría del pasado, lo cierto es que ella más que parte de nuestra cotidianeidad ha quedado como cosa del pasado. O al menos como fuente de inspiración de novelas situadas en esos años de angustia colectiva.
Tal es el caso de la última obra del novelista inglés Ian McEwan, Operación dulce (editorial Anagrama. Barcelona, 2013), publicada originalmente en Londres como Sweet tooth (editorial Random House) hace dos años. Es la más reciente novela de este prolífico escritor.
El año es 1972. La Guerra Fría está lejos de terminarse. Gran Bretaña parece disolverse entre el terrorismo y un mar de conflictos económicos que amenazan llevarla a su ruina industrial. La brillante estudiante de Cambridge, Serena Frome, es entonces reclutada por el M-15, el legendario servicio de seguridad inglés. Inteligente, atractiva y devoradora de novelas, aunque forzada por su madre a estudiar matemáticas, ella parece la candidata ideal.
A Serena se le encarga establecer una fundación para promover a promisorios escritores, aunque su real misión será la de penetrar en el círculo intelectual de Tom Healy, un joven e influyente escritor. El M-15 ha resuelto entrar en la conversación cultural crítica del establecimiento político inglés.
Sin embargo, la vida de engaño de Serena va a sufrir un tropiezo al enamorarse de Tom Healy. En un primer momento a ella le encantaban su narrativa, sus historias. Pero luego fue de él de quien quedaría prendada. La protagonista se ve de repente atrapada entre mantener su doble identidad o confesarla. ¿Cuánto tiempo más debe esperar? En su encrucijada, Serena opta por dejar de lado la más importante regla del espionaje, cual es, la de no confiar en nadie.
La novela viene narrada por Serena cuarenta años más tarde de la ocurrencia de los hechos. Y es una narración que mantendrá al lector enganchado como solo McEwan sabe hacerlo. Con agudeza, sorpresas e interesantes reflexiones sobre la condición humana.