Otra vez Chiriboga
Cuando un libro llega a mis manos, antes de pasar sus páginas suelo mirar la contraportada. Eso hice con el volumen de cuentos Antolohit, obra de 123 páginas y de diseño sobrio . Hallé un comentario firmado por Marcelo Chiriboga, escritor que aplaude esta antología, publicada en Quito el pasado diciembre, en la que constan narraciones de noveles autores de Ecuador, Argentina, Venezuela, México y España. “Ha sido un placer inconmensurable leer estos cuentos al final de mi vida”, escribe Chiriboga, quien dice encontrar en estas piezas la cadencia de su novela La caja sin secreto.
Chiriboga es una creación de los escritores José Donoso y Carlos Fuentes. Ecuador no tuvo un autor que formara parte del boom de la literatura latinoamericana. Y estos escritores, ellos sí figuras del boom, lo inventaron. Diego Cornejo en su novela Las segundas criaturas, y el cineasta Javier Izquierdo en el filme Un secreto en la caja, de reciente estreno, retoman este personaje de ficción y lo exploran. Siguen el juego de Donoso y Fuentes. Ese juego está presente también en Antolohit. Es Chiriboga quien avala la producción de estos nuevos narradores, que reúnen sus cuentos en el libro. El texto es una apuesta por la ficción desde la ficción.
Nueve cuentos hacen parte de la antología, cuyos autores nacieron en distintas ciudades del mundo y en diversos años. Ellos son: Mario Attie, Miguel Molina Díaz, Cristina García, Jorge Gómez Monroy, Víctor Cabezas, Felipe Oviedo, Maricruz González, Luciana Musello y Alejandro Veiga Expósito. No los aúna ni la geografía, ni la edad cronológica; tampoco las temáticas de los cuentos o las maneras de narrar, sino los deseos de contar, la pasión por escribir. Y la voluntad de publicar. Es una obra publicada por los propios escritores. De la diagramación y diseño se encarga Musello. Y González es responsable de la edición.
El reflejo de Mario Casals, cuento de Molina, es la historia de un hombre mayor, un latinoamericano que ha vivido por años en Europa, y que desde la resignación de la vida adulta y solitaria, evoca a la mujer que ha sido, quizá, su gran amor. El bosque, de García, narra la amistad y complicidad entre un niño y una niña, a los que el destino junta y luego viven la ruptura sentimental de sus padres. El eco de tu adiós, de Cabezas, da cuenta de un periodismo de crónica roja superficial y grandilocuente, en el que el periodista se convierte en víctima. Perdida, de González, habla de una abogada que siempre quiso ser escritora, a la que el diagnóstico de una grave enfermedad empuja hacia la consecución de sus deseos. Y hay más.
Al cerrar Antolohit vuelvo a las palabras de Chiriboga: “Después de décadas de vilipendios y marginación, autores de diversas raíces se unen para obtener un solo resultado y se acercan a mí, sin desaires al origen, como los que yo sufrí, a pedir mi criterio”. (O)