Susurros entre lobos

Por Hernán Pérez Loose
19 de Junio de 2016

Prácticamente ninguna familia rusa quedó a salvo del terror de Stalin. Según Orlando Figes, uno de cada ocho rusos fue víctima de sus purgas, sus gulags o de las forzadas colectivizaciones que él impuso. En su libro Los que susurra, que recientemente fue traducido al español y publicado por la editorial Edhasa, el autor narra con angustiante minucia la cotidiana experiencia de lo que significó vivir bajo semejante régimen.

Con envidiable maestría, basándose principalmente en historia oral, y con la ayuda de un equipo de asistentes, el autor expone con un realismo asombroso las formas como los rusos procuraban mantener a flote su individualidad, preservar su intimidad, en definitiva, salvar su yo, ante el peso de una dictadura que les entraba hasta por los poros de su piel. Muchos de ellos aprendieron que su sobrevivencia dependía de su silencio, o a lo sumo de hablar en voz baja, murmurando.

Reproduciendo textualmente los recuerdos de muchos de los sobrevivientes de esos años, Finges nos adentra en ese mundo tan complejo del miedo, de un miedo que se tornó para ellos en forma de vida. “Debía estar alerta todo el tiempo para no tener ningún desliz y delatarme. Cada vez que hablaba debía pensar: ‘¿He olvidado algo? ¿He olvidado algo que podría despertar sospechas?’. Así era todo el tiempo (...). Tenía miedo y callaba. Ese miedo persistió toda mi vida. Nunca desapareció. (...) Mamá siempre decía: ‘¡Cuando vives con lobos, debes aprender a vivir como los lobos!’…”. Así se expresa Antonina Golovina, una de las voces que llenan esta obra.

Una de las cosas que afloran leyendo esta obra es el trágico efecto que produce la pérdida de confianza, en especial cuando ella ocurre entre familiares, vecinos o colegas de trabajo. La desconfianza es hija del miedo, y el miedo es la más eficiente arma de los dictadores, cualquiera que sea su ideología. Gracias a él, son los propios ciudadanos quienes se encargan de destruir su humanidad, delatando a sus amigos, renegando de sus raíces o borrando a sus antepasados. Un estado de cosas que se prolongó incluso luego de la muerte de Stalin, y que al parecer está de regreso.

Con este libro –que puede ser ordenado a Casa del Libro de Madrid, entre otros– Figes continúa su viaje por la historia y cultura rusa.

En su momento, en estas páginas comentamos su afamado libro El baile de Natasha, cuya lectura volvemos a recomendar. (O)

hernanperezloose@gmail.com

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