Artefactoría en Guayaquil: Antes, después, ahora
“A los artistas jóvenes los animo a que se subleven ante cualquier sistema que a través de una institución los manipula como artistas”.
¿Es inútil sublevarse? La Artefactoría: Arte y Comentario Social en el Guayaquil de los ochenta, se inauguró en el MAAC en noviembre pasado y estará hasta fines de mayo de 2017. La Artefactoría fue un grupo conformado por los artistas visuales Xavier Patiño, Marcos Restrepo, Paco Cuesta, Flavio Álava, Marco Alvarado y Jorge Velarde, quienes fueron unidos hace más de treinta años por el historiador de arte Juan Castro y Velazquez.
La exhibición toma el título del texto ¿Inútil sublevarse?, escrito por Michel Foucault en 1979, que a pesar de presentar una interrogante con un contexto político, aplica para el arte: para un artista la sublevación es necesaria. Las obras surgieron en conversación con los problemas políticos, económicos y sociales del país en su época, mas no reaccionaron ante estos.
Una línea roja es una línea roja (foto) de Xavier Patiño es el ejemplo más claro, contemporáneo y efectivo de sublevación. Con nostalgia se aprecia en ella rendición y desaliento frente a la lucha ante la estatización de la enseñanza del arte. Sin embargo, la discordancia que encuentro es en el uso del poder: el artista critica el abuso del poder, pero luego lo asume sin pena. La sublevación en cuestión se puede juzgar esperanzadoramente inconclusa.
La exhibición destaca en Guayaquil y representa altamente a la ciudad como muestra paralela a la Bienal de Cuenca. Sin embargo, entrando en detalle es necesario mencionar unos inconvenientes encontrados en la museografía dirigida por Juan Pablo Ordóñez. El diseño de las fichas técnicas y su ubicación obligan a ir de un lado para otro para consultar la información de las obras. Lo mismo con los folletos que cuelgan en las mesas de la obra de Paco Cuesta y que a mi consideración arruinan la sala.
Asimismo, la circulación dentro de la exhibición se vio afectada por la ubicación del contenido audiovisual en un área de tránsito, creando congestión y descuido hacia lo proyectado a medias. Las celosías, elementos arquitectónicos en lo alto de las paredes, sin gran importancia pasan desapercibidas para la mayoría. Fallas como estas desacreditan el nombramiento del MAAC como “mayor museo de arte contemporáneo del país”. La calidad y relevancia de la obra son indudables, la delimitación del espacio por colores es eficiente y la ubicación de un texto informativo en el piso del salón es rescatable.
Si bien el grupo La Artefactoría es benemérito de una retrospectiva de esta magnitud, no se puede ignorar que visto treinta años después representan la viva imagen del patriarcalismo. Esta muestra se alinea con la normalización de las desigualdades impulsadas por un sistema que en su mayoría fue masculina. La exhibición termina por promover un sentimiento antiestablishment y crear fervor en la protesta de la mujer en contra de la desigualdad.
A los artistas jóvenes los animo a que se subleven ante cualquier sistema que a través de una institución los manipula como artistas. No porque el sistema dicta sobre el arte, debe el arte dejar de criticar al sistema. Días después de la marcha mundial de las mujeres en contra de los sistemas de poder fallidos, los dejo, amigos, con esta pregunta de Foucault: “¿Se tiene razón o no para rebelarse?”. (O)