Se tomaron el teatro: ‘Rabia’ y ‘El cíclope’
En un terreno que aparentemente no es el suyo, el teatro, el conocido cineasta ecuatoriano Sebastián Cordero nos propone una pieza teatral que remarcará aún más la fuerte corriente naturalista del teatro local, pero que, de corriente, Rabia, tiene muy poco.
La Casa Cino Fabiani funciona como recipiente donde se sirve este néctar escénico. Quienes acostumbramos a visitar aquel lugar ubicado en Las Peñas, sabemos que, sin ser un teatro, es un establecimiento místico donde se suelen contar historias, a más de las que ya el mismo lugar trae consigo.
La casa fue una buena elección para montar Rabia y tal vez la casa misma es su protagonista principal. Está habitada por una familia de clase pudiente y tienen como empleada doméstica a la cimbreante Rosa (Cilia Figueroa), quien lleva un romance con José María (Alejandro Fajardo), un jornalero; y nosotros los espectadores hemos sido invitados para observar voyeurísticamente la trama que ahí se desenvuelve, quizá siendo la cámara de este director de cine y ahora de teatro, para grabarnos en la cabeza lo que él quiere mostrarnos. ¿Veremos a los inquilinos de la casa como si fuera un zoológico humano o simplemente un espejo?
Pero en este debut en el teatro, Cordero se equivocó en la elección de su protagonista (Rosa), porque la actuación de Figueroa nos queda debiendo. No hay que subestimar de esa manera la profesión actoral en el terreno teatral y superponer otros intereses sobre el personaje (como características físicas), quizá funcione en el cine y televisión, pero en el teatro no.
A través de medios digitales me señalaron que fui severa en mi columna anterior, por haber dado una dura opinión sobre los alumnos del Estudio Paulsen en su première. Sin embargo, enfaticé que apuntaba a los que ya tenían experiencia en las tablas, además para prevenirlos a no cometer errores actorales en producciones profesionales, como pasó con Rosa. De esa manera podrán estar a la altura de cualquier obra.
En Rabia era necesario que, en el papel de Rosa, estuviese alguien con formación actoral y que pudiera estar al nivel de energía de los otros grandes actores que también participaron en esta obra: Lucho Mueckay, Alejandro Fajardo, Itzel Cuevas, Diego Naranjo y Víctor Aráuz. Por más novedosa que fue la propuesta, por ese detalle actoral, le faltó añejar.
Por otro lado, quien también se tomó una casa fue el dramaturgo español Ignasi Vidal. Se adecuó en la sala principal del Teatro Sánchez Aguilar un escenario especial para montar El cíclope y otras rarezas del amor. Y qué gran alivio sentí al oír en esta ocasión en la sala principal del Sánchez, las voces de los actores sin micrófono… fue emocionante. Por esta razón desde el inicio estuve atrapada en la obra, la misma que es una clara referencia a Rayuela de Cortázar. Fue un juego… era el teatro en su esplendor. Los recursos que se utilizaron en el montaje de esta obra y la dirección fueron excelentes. Hubo algo distinto en El cíclope en cuanto al estilo de Vidal, el mismo que acostumbra a presentar personajes que deja a nuestra imaginación y juega con lo inesperado sacudiéndonos de la butaca.
Una obra encantadora, angustiante, triste, feliz y mágica. Nos habla de la vida y del amor, de lo que fue, lo que pudo haber sido o no será. Se notó mucho trabajo en la dirección tanto escénica, coreográfica y actoral. Actuaron: Roberta Pasquinucci (Amanda), Verónica Pinzón (Paz), Alejandra Paredes (Marta), Jaime Tamariz (Sergio) y Benjamín Cortés (Pedro).
Las obras aún están en cartelera. Si puede apagar su celular por hora y media, ¡vaya al teatro! Vea las obras y tal vez coincidamos con las opiniones. ¡Hasta la próxima amigos!