‘Escribir con errores es como andar mal vestido’
El periodista español Álex Grijelmo fue una de las celebridades invitadas a la Feria Internacional del Libro de Guayaquil. ¡Lo entrevistamos!
Con fino humor, el español Álex Grijelmo comentaba que no entiende por qué los pronombres demostrativos se llaman así. “No demuestran nada. Nadie los tomaría como prueba en un juicio. Deberían llamarse mostrativos, porque sí muestran (esta, ese, aquel)”.
También destacó con ironía el poder de la carga emocional de las palabras. “Axila y sobaco significan lo mismo, pero parecería que el sobaco suda más”.
Y mencionó su desagrado ante los anglicismos que arrinconan al idioma español, porque denotan, según dijo, un complejo de inferioridad de los hablantes ante la cultura estadounidense. “Las líneas aéreas suelen tener dos clases: la business class y la turista. Es decir que cuando viajamos en inglés, viajamos mejor, estamos más cómodos… nos sentimos más prestigiosos”.
Álex Grijelmo, nacido en 1956, es un juglar del idioma. Lucía como un malabarista lingüístico durante la charla que, el jueves 7 de septiembre, dictó acompañado de la crítica literaria Cecilia Ansaldo en la Feria Internacional del Libro, cumplida en el Centro de Convenciones de Guayaquil del 6 al 10 de septiembre. El tema apuntaba a comentar sobre el nacimiento de sus libros.
Carismático sabiondo
Durante una entrevista que nos concedió con suma cordialidad, Grijelmo señala que adquirió el amor por la lectura desde muy pequeño, cuando observaba a su padre y abuelo devorando el Diario de Burgos y el periódico ABC. “Al principio revisaba solo las crónicas sobre fútbol, porque me gusta demasiado ese deporte”. Tanto así que actualmente juega con colegas y actores cada jueves y domingo en Madrid.
Juega de arquero con su 1,76 metros de estatura. “Creo que lo hago bien”. Esa cualidad por atrapar el balón también la mostró para atajar los errores ortográficos y gramaticales que observaba en los textos de sus primeros colegas en el diario El País (Madrid). “Mis compañeros se burlaban diciendo que era muy rebuscado con las palabras, pero creo que los corregía con sutileza porque no me ganaba enemigos”.
Así descubría su vocación por cuidar el español bien escrito. Esa actitud detallista fue percibida por sus superiores, ya que le encomendaron liderar la elaboración del Manual de Estilo de El País, el cual se ha convertido en un referente del periodismo en América Latina.
Desde entonces no se ha detenido como autor de textos imprescindibles para los comunicadores. Publicó El estilo del periodista (1997), Defensa apasionada del idioma español (1998), La seducción de las palabras (2000), La punta de la lengua (2004), El genio del idioma (2004), La gramática descomplicada (2006), Palabras moribundas (coautor con Pilar García Mouton, 2011), La información de silencio (2012) y Palabras de doble filo (2015).
El idioma es su terreno de juego. “Hay los puristas y los todovalistas (palabra que inventó). Los primeros consideran que el idioma genuino no permite alteraciones, y los otros piensan que cualquier cosa es válida si la gente lo dice y que por eso merece entrar en el diccionario”. Son los dos extremos de un terreno en donde él prefiere jugar de centrocampista. En el centro.
Por eso prefiere hablar del “estilo”. “El estilo es selección; elijo una serie de palabras para expresar mis ideas y desecho otras. Cada uno escoge sus palabras tal como elige la ropa o el color del carro”. Eso ayuda a construir nuestra imagen ante los demás.
Por ello considera que la ortografía es la ropa de nuestras ideas. “Escribir con errores es como andar mal vestido”.
Las mejores fachas en el lenguaje hablado se encuentran en las zonas rurales, considera, ya que sus habitantes son menos propensos a los anglicismos y a otras amenazas del idioma. “Un médico de Guayaquil habla igual de mal que un médico de España. El idioma es más rico en el medio rural, hay más precisión”.
Silencios perversos
Hay que cuidar cómo se habla, cómo se escribe. Pero Grijelmo también pone alertas sobre aquellos que guardan silencio. Se refiere a la desdeñable estrategia de ocultar información. “Mentir es cada vez más difícil, porque todo es verificable, pero si omites algo es más indetectable. Se omiten detalles para cambiar el sentido de la noticia. Es manipulación”.
Grijelmo analizó ese tema a profundidad como tesis de doctorado, la cual luego se convirtió en el libro La información del silencio (2012), que explica cómo una noticia redactada con manipulación puede traer insinuaciones, presuposiciones, sobreentendidos, faltas de contexto y prejuicios, todo esto en un marco de verdades. “El periodismo sin ética no es periodismo. Debe haber contraste, confirmación, contextualización, verificación…”.
Una sociedad debe estar alerta ante esas manipulaciones. Las mismas alertas deben encenderse ante aquello que nos llega a través de las redes sociales, dice. “Tenemos muchísima información, necesitamos barreras que filtren lo falso de lo verdadero”.
Su voz suena con autoridad en los campos del periodismo, pero con la humildad de quien aún se considera un aprendiz de la palabra. Por ello suena casi tímido al decir que acaba de terminar su primera novela de ficción. “Quería probar otras posibilidades”.
Será un nuevo producto que él ha logrado construir con la palabra, aquella herramienta casi mágica, tan llena de posibilidades, que Grijelmo considera “el mayor invento de la humanidad”.