Héctor Lavoe sigue vigente en Guayaquil
Conocido como el Cantante de la gente, Freddy Barberán interpreta los éxitos del puertorriqueño Héctor Lavoe.
Aún conserva el estilo de la época de los 80: se peina hacia atrás, luce gafas oscuras, usa varias cadenas, le gusta vestir formal y con colores claros. Freddy Barberán es un guayaquileño de 61 años y su parecido físico con Héctor Lavoe deja atónita a toda persona que pase a su lado. “Es idéntico a Héctor, parece su hermano gemelo”, comenta Jessica Pluess, de 35 años, mientras le pide una foto.
El 29 de junio se cumplieron 25 años de la muerte de Héctor Lavoe, salsero puertorriqueño quien para muchos de sus seguidores aún vive, porque “sus canciones se escuchan con la misma frecuencia de hace 35 años”. Así lo relata Barberán, a quien se lo conoce como el ‘Lavoe ecuatoriano’.
Barberán tenía 11 años cuando escuchó por primera vez “La murga de Panamá”, uno de los grandes éxitos de Lavoe; desde ese momento nació el gusto por la salsa y admiración por el cantante.
Comenzó su carrera artística a los 17 años, cuando se presentó en el “barrio de tolerancia”, en la 18 y Brasil. “Mientras yo cantaba, las mujeres se desnudaban a mi alrededor, esa vida no le gustaba a mi familia”. Recuerda que aquel tiempo su mamá lo echó de la casa y por este motivo él se fue a vivir con la China Nancy, una cortesana de 25 años.
Dejó de asistir a la “18” porque la “China era muy celosa”, así que solo se presentaba en la Puerta de Fierro, –un famoso cabaré de la época–, situado en las calles Portete y Guerrero Valenzuela. Comenta que una noche decidió salir de esa vida porque “no había futuro”. Por consejo de su madre, Norma Cruz, ingresó a estudiar en el Conservatorio Nacional de Música Antonio Neumane (calles Hurtado y Esmeraldas).
Su primer grupo como cantante profesional fue con Los Juniors, Barberán ya tenía 18 años. Su facilidad para improvisar en la tarima originó que se ganara el reconocimiento de los demás artistas; así llegó hasta Joe Mayorga y su Orquesta, a quienes conoció en el conservatorio.
Con la orquesta de Joe Mayorga, Barberán ganó rodaje como cantante y perfeccionó su arte de tocar el bongó.
Acercamiento con Lavoe
En 1984, los hermanos William y Carlos San Andrés, dueños del Williams Exclusive Club (ubicado en ese año en Los Ríos entre Hurtado y Vélez), traen por segunda vez a Héctor Lavoe. “En esta visita a Guayaquil, el cantante fue encarcelado porque cuando subía a la tarima se le rompió el pantalón en la entrepierna. El intendente de esa época, Abdalá Bucaram, interpretó que él estaba haciendo gestos obscenos, cuando lo que hacía era taparse”, relata Barberán.
Lavoe fue sentenciado a 4 días de prisión, pero solo estuvo 24 horas en la Penitenciaría del Litoral. Toda su orquesta regresó a Puerto Rico. El artista aún tenía contratos pendientes en Ecuador, por lo que reclutaron músicos nacionales para formar parte de la orquesta del puertorriqueño.
“Carlos Alberto (padre), –quien por esos años tenía la discoteca en el barrio Garay– va a mi casa (Ismael Pérez Pazmiño y 10 de Agosto) a invitarme a formar parte de la orquesta de Héctor. Ese día fue inolvidable”.
Barberán recuerda que Lavoe le dijo: “Me han dicho que eres un tigre en el bongó, vente a tocar con nosotros”. Desde ese instante y sin pensarlo, decidió formar parte del grupo.
Héctor vivió en Guayaquil cerca de dos meses, en el Hotel La Moneda (centro de la ciudad), invitado por William San Andrés. “Lavoe fue un guayaquileño más, solía comer cangrejos en Los Ríos y Camilo Destruge, eso es algo que muy pocos saben”, recuerda Barberán.
Una anécdota especial de Lavoe en el país la tuvo en las fiestas de Portoviejo. “Héctor estaba cantando Juanito alimaña en el recinto ferial Las Vegas, cuando él se agacha a darle la mano a los fanáticos que estaban abajo de la tarima, una persona salta y le arranca un medallón de oro de San Lázaro que colgaba de su cuello. El ladrón corrió y se perdió entre la multitud”.
Eso ocasionó el enojo del cantante, quien ya no quiso seguir con el concierto. Barberán recuerda: “Héctor salió como loco, –sin camisa– por la calle Pedro Gual en busca del tipo que se le llevó la cadena”. “¡Atrapen a Juanito alimaña!”, gritaba Lavoe.
Después de aquel incidente, el boricua jamás volvió a Ecuador. Pero en el año 1985, Barberán viaja a Nueva York (EE.UU.) y se encuentra con Héctor en El Corso (bar ubicado en la Tercera Avenida). Confiesa que el puertorriqueño ya no se acordaba de él, pero luego de una charla lo invitó a tocar.
Lavoe estaba cantando El periódico de ayer y Barberán lo acompañaba en el bongó, hasta que sucedió lo inesperado...
“¿Hay algún ecuatoriano entre el público?”, preguntó Héctor. Algunas personas alzaron la mano. “Aquí hay un hermano de ustedes, de la tierra donde la pasé a pan y agua, por culpa de un político cuyo nombre es parecido a un coro mío ‘Ala, la, la, la’ (Abdalá)”.
Barberán recuerda que esa fue su mejor noche, porque Lavoe lo invitó a que terminara la canción. “Mete mano, me dijo. Y terminé los últimos 4 pregones. Después de cantar, la gente empezó a decir que yo era igual a Héctor”.
En 1989, Barberán regresó a Guayaquil como “el cantante de la gente”, por su parecido a Lavoe. En 1990, se reencontró con Joe Mayorga y así empezaron a recorrer el país con las canciones del boricua.
El 29 de junio de 1993 fue el día más triste para Freddy Barberán. A los 46 años murió Héctor, a causa del sida que contrajo a mediados de los 80 por una jeringa infectada. “El mundo se me vino abajo. Esa noche me fui de rumba, todos los salseros estaban tristes porque se había ido el máximo exponente del género”, cuenta.
Desde ese fatídico momento, Barberán se vio inmerso en el mundo de la drogadicción, por lo que pasó momentos difíciles con sus dos hijas (Paola, de 35 años, y Sheyla, de 34). En el 2006, de manera voluntaria ingresó a una clínica de rehabilitación, lo cual le sirvió para estar en la actualidad libre de los narcóticos.
La actuación es otra de sus pasiones, participó en la obra de teatro El vuelo de Lavoe y en el cortometraje El hombre orquesta.
El escritor y comediante Pedro Ortiz Jr. se confiesa admirador del talento de Barberán. “A Freddy lo conozco desde hace más de 15 años. Él es un tipo que sabe mucho de música y, sobre todo, conoce la vida de Héctor como nadie más en el país”.
Barberán cuenta que gracias a su parecido con Lavoe tuvo la oportunidad de ser contratado en Perú y Colombia para ofrecer varios conciertos. Y una de las anécdotas que tuvo en el país sureño es que le ofrecieron 2.000 dólares por un saco que le regaló Héctor en 1985. “Ni loco lo vendo, así me ofrezcan un millón. Es un regalo que guardo con mucho cariño y que se lo dejaré de herencia a mis nietos”, expresa.
“Nadie podrá cantar igual que el gran Héctor Lavoe, lo que yo hago es representar su imagen; pero imitarlo a él jamás, eso es imposible”, sentencia.