A25_ 21_09_2014 LR DOMINGO

La Revista - E - Médicos

S A LU D Herederos de Hipócrates 24 la re vista La profesión médica requiere de un sentido de humanidad que se enmarca originalmente en un juramento ético instaurado en el siglo V a.C. por el llamado Padre de la Medicina. Cualquiera que haya tenido ......................... un familiar internado en la sala de terapia intensiva de un hospital o clínica aprende cómo dormir sentado… o recostado en el piso… o arrimado a un muro… o encogido sobre una fila de asientos… o simplemente a pasar la noche sin conciliar el sueño. Pero después de varias noches en esas situaciones, la experiencia también nos permite aprender a reconocer a aquellos buenos médicos que realmente llevan con dignidad esa bata blanca que resulta un símbolo de quienes han entregado su vida a sanar a otros. Esos galenos resultan verdaderos herederos del griego Hipócrates, quien fue el primero en considerar que las enfermedades no eran castigos divinos, sino quebrantos producidos por factores ambientales, una dieta inadecuada o malos hábitos de vida. Pero Hipócrates es más conocido por haber elaborado un juramento público que, con ciertos cambios, aún pronuncian los médicos antes de comenzar sus prácticas profesionales. El doctor Francisco Vera, presidente del Colegio de Médicos del Guayas, resume tal promesa con el precepto de “no hacer daño”. “Es el principio que debemos mantener durante toda la vida”, comenta este endocrinólogo que tiene 32 años en esta profesión “que debe practicarse con alegría”. Sin embargo, Vera confiesa que al igual que hay malos arquitectos, malos ingenieros o malos carpinteros, también hay malos médicos que practican abortos, sobreponen el aspecto económico al humanitario o promueven curas supuestamente milagrosas. Este profesional considera que un buen médico se forma desde las aulas no solo en lo intelectual, sino también en lo ético. CO M P RO M I S O El juramento original de Hipócrates (foto) suena hoy arcaico, por ello, ha habido adaptaciones. En 1945 se redactó uno en la Convención de Ginebra, que suele utilizarse. “En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión médica, me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la humanidad. Conservaré a mis maestros el respeto y el reconocimiento del que son acreedores. Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad. La salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones. Respetaré el secreto de quien haya confiado en mí. M a n te n d r é , en todas las medidas de mi medio, el honor y las nobles t ra d i c i o n e s de la p ro f e s i ó n médica. Mis colegas serán mis hermanos. No permitiré que entre mi deber y mi enfermo vengan a interponerse consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, partido o clase. Tendré absoluto respeto por la vida humana. Aun bajo amenazas, no admitiré utilizar mis conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad. Hago estas promesas solemnemente, libremente, por mi honor”. MOISÉS P I N C H E V S KY


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