Comida libanesa: Una opción en Urdesa

Por Epicuro
07 de Septiembre de 2014

“El local es pequeño, la superficie cuadrada disponible impuso aquella no muy funcional ubicación de la cocina en un primer piso”.

No es un restaurante extraordinario, pero constituye una buena alternativa para quienes gustan de la cocina árabe. Se nota de parte de los dueños un deseo de agradar, hay empeño en el trato al cliente, pero deberían tener un camarero más pues el único que encontré durante mi visita tenía que subir y bajar escalera, es amable y cortés, pero me dio pena verlo en semejante corre corre. El local es pequeño, la superficie cuadrada disponible impuso aquella no muy funcional ubicación de la cocina en un primer piso.

La idea de fusionar está muy de moda, pero no siempre son excelentes los resultados. Mi acompañante aficionado a la carne escogió un interesante lomo fino ($ 15,50) tratado con cardamomo, aquella especia tan importante como el azafrán o la vainilla. El cardamomo es excelente para el tracto digestivo y resulta muy aromático. El lomo estuvo acompañado de un risotto al gruyere de buena hechura. Opté por una shisbarak, sopa tradicional aparentemente realizada con algún caldo, yogur, hierbas, jugo de limón y una carne de cordero que no me convenció. Preferiría unos ravioles suaves de carne más tierna lo que darían al plato una mayor coherencia de texturas. Mis camarones tarator ($ 12,70) sin corresponder a la receta original de la sopa que lleva este mismo nombre en Bulgaria (yogur, pepinillos, ajo, nueces) resultaron originales por estar puestos sobre trozos grandes y tiernos de calamares. El olive labneh es un refrescante plato de yogur con aceite negro, lo que le da un apetitoso color morado.

Desde luego no puede hacer falta el cordero servido en crêpes o en carré (es decir como costillar). La trilogía de humus es atractiva. Recordemos que este es un puré de garbanzos con comino, limón, paprika o pimentón, aceite de oliva y eventualmente tahini (pasta de sésamo). Prueben los gamme rellenos con cordero, garbanzos y arroz. El falafel, aquí, son bolitas de garbanzo cubiertas de mozarela derretida.

No faltan las tradicionales hojas de uva rellenas con cordero y arroz, el kibbeh nayeh (se dice también quibbe o quipe) es la famosa croqueta: trigo bulgur que se usa también para el tabulé (a veces se lo reemplaza por cuscús), piñones, carne de cordero). Los de Bekaa son muy sabrosos. La sangría árabe, sin ser tan árabe, es muy agradable, según me dijo mi hija. Los chicos seguramente preferirán comer un shawarma, aquel pan de pita que se puede rellenar con ricos ingredientes o los medallones de pollo en labneh (queso de yogur) y tocino.

Es verdad que tenemos en Guayaquil varios restaurantes libaneses y pueden escoger el que mejor les parezca. Bekaa es una válida opción pues se halla en Aventura Plaza, lo que proporciona seguridad para usted y su vehículo. La Sociedad, restaurante aledaño, después de haber conocido su época dorada cambió de dueña y lamentablemente decayó hasta desaparecer. No es tan sencillo eso de administrar con éxito un lugar de buen comer.

En Bekaa hacen falta más postres. La torre de nueces en miel de azahares me pareció muy empalagosa, pero no había alternativa, podrían ser dulces típicos que tantos hay, espumas diversas o flanes y sigo prefiriendo un café expresso muy concentrado a cualquier café árabe. Mi cuenta para dos personas con dos cervezas Club ($ 2,05) fue de $ 46,40.

epicuro44@gmail.com

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