Éxito fulminante: Delicias de sal y dulce
“Valeria (Bohrer) utiliza los mejores productos disponibles, su atención es constante; su presencia, indispensable. Se siente que puso este negocio por disfrute o afición más que por interés económico”.
Me impresionó sobremanera que un sitio abierto hace un mes y medio pudiera tan pronto alcanzar semejante acogida. Estuve allá un domingo por la mañana y no había una sola mesa desocupada. Uno, entonces, se pregunta cuál es el secreto, la fama es volátil, los eventuales clientes, imprevisibles. He visto nacer y morir sin pena ni gloria muchos restaurantes, unos de muy buena calidad.
En el caso de Tuile, tengo varias respuestas. La primera tiene que ver con su dueña y administradora, Valeria Bohrer. He aquí una mujer cuya mirada transparente de mar abierto, directa, expresa honestidad, sociabilidad, gentileza espontánea, fructífera independencia. Se formó en la Escuela de los Chefs, pero adquirió experiencia en un restaurante peruano más una cafetería francesa de Miami; dicta cursos a niños y adultos. Ha sabido rodearse de un personal amable, eficiente, entre el cual destaqué a Patricia, quien nos atendió.
El local resultará pequeño a muy corto plazo. Es ideal para desayunos, pues frente a una competencia severa como pueden ser Tinta Café o La Selecta, Tuile Sal y Dulce ofrece el ambiente de una bombonera. Es un lugar adonde acuden familias: padre, madre, hijos.
El centro comercial La Torre ofrece seguridad, estacionamiento, pero para coronar esta serie de ventajas está la calidad de lo ofrecido. Probé allí un huevo a la benedictina impecable, como anteriormente lo proponía Stéphane. El huevo benedictino es lo máximo a la hora del desayuno. Si bien es cierto que la receta no es tan complicada, resulta, sin embargo, de hechura delicada. Pueden escoger también waffles, pancakes, tostadas francesas, huevos revueltos, sándwiches, tortillas de verde, bolones.
Durante el día proponen quiches, piqueos y más especialidades. Mucha gente opta por el enrollado de jamón de pavo con aguacate y mostaza de Dijon.
Valeria utiliza los mejores productos disponibles, su atención es constante; su presencia, indispensable. Se siente que puso este negocio por disfrute o afición más que por interés económico. Al conversar con ella me di cuenta de que sabía muy bien de qué hablaba cuando le hacía preguntas acerca de salsas o especialidades. El buen chef no es el que más sabe, sino aquel que puede compartir sus conocimientos y formar el personal. ¿Por qué se llama Tuile? Pues en francés la palabra se aplica a un tipo de teja o azulejo, pero también a una galleta que ostenta la misma forma. Puede ser de dulce o de sal; las hay aquí de coco, pistacho, almendras, cranberry.
Los precios son muy razonables, tomando en cuenta el ambiente del lugar y la calidad de los servicios ofrecidos. Calculen aproximadamente unos $ 8 a $ 10 para un desayuno completo, pero puede ser mucho menos según su pedido. Tuile está abierto de martes a sábado de 08:30 a 20:30. Los domingos solo de mañana.