Tres años después: Mantiene el equilibrio
“Me llevo la impresión final de un sitio de calidad, bien atendido y gerenciado, con la experiencia del chef José León, titular del cargo en Rioko desde los inicios”.
Existen categorías en los restaurantes, por eso mismo en muchos países se los cataloga con un número determinado de estrellas. Encabezan la lista establecimientos que buscan acercarse a la perfección con una cocina muy sofisticada, creativa, constantemente renovada. Podría ser el caso de Le Gourmet (Hotel Oro Verde) o de Don Francis (Plaza Lagos). Luego están los que se dedican a la gastronomía de un país determinado para quienes buscan platos italianos, árabes, españoles, chinos, japoneses, típicos. Desdichadamente han desaparecido los que intentaron imponer la cocina tailandesa, coreana o vietnamita. Capítulo aparte merecen los lugares de parrilladas de calidad muy variable con o sin productos importados (El Corte mantiene cierto liderazgo).
Fuera de los sitios donde ofrecen comida fusión o internacional existen los que desean brindar la máxima cantidad de posibilidades. En este rubro ubico a Rioko Resto Lounge, pues ponen a su disposición el sushi, el bife importado, el risotto, las pastas, el pollo, los pescados, ensaladas, cebiches, causas y tiraditos peruanos.
Aquella multiplicidad de ofertas conlleva cierto peligro, pues no es tan sencillo lograr la mejor calidad en platos tan diferentes, sean uñas de cangrejo en mayonesa, sisracha dulce, picante de impecable aunque muy sobria presentación, clásicas conchas de scallops a la parmesana, champiñones Portobello rellenos con queso de cabra, camarones a la huancaína, salmón en salsa de jengibre con risotto de espárragos.
El precio de los diversos platos fuertes oscila entre 20 y 30 dólares, lo que nos habla de un restaurante de precios algo altos, pero en los que están incluidos el 12% de IVA y el 10% de servicio, detalle importante en el momento de recibir su cuenta pues evita toda desagradable sorpresa.
Si comparo los precios actuales con los que regían hace de eso más de tres años, notamos un obvio aunque comprensible aumento debido a la inflación. Por ejemplo, el bife importado servido con champiñones y anillos de cebolla está en $ 36, mientras costaba $ 26 en el 2012; el lomo a la huancaína ha pasado de $ 14 a $ 19. Tomarán ustedes una copa de leche de tigre por $ 6.
Estuve en Rioko en el 2012. Noté ahora un deseo de mantener una clara superación. Se ha cuidado el nivel de atención, el personal es eficaz y amable. La fórmula que junta en el primer piso un cocktail lounge y en la planta baja un restaurante me pareció acertada desde el inicio.
Entre los 30 cocteles ofrecidos ustedes harán su elección ayudados por hermosas y atractivas fotografías en una carta vistosa, hermosa (prepara el paladar y facilita mucho la elección): mojitos, daiquiris, pisco sour de granadilla o maracuyá, margaritas (durazno, fresa o frozen), otros de nombres exóticos y fórmula más compleja.
Me agradó como postre el discreto mousse de café, pero están el suspiro limeño, los cheesecakes ($ 8), el volcán de chocolate, los higos rellenos de mora, salsa de nueces acompañados de helado de vainilla con baño de frutilla ($ 12). La carta de vinos permite una vasta y suficiente selección. El estacionamiento pagado con garita a la entrada de la plaza es garantía de seguridad.
En resumidas cuentas, me llevo la impresión final de un sitio de calidad, bien atendido y gerenciado, con la experiencia del chef José León, titular del cargo en Rioko desde los inicios. No busquen allí el toque muy sofisticado ni platos muy complicados, sino la presentación y elaboración clásica de comidas que siempre lucen agradables. (O)