La depravación no es una diversión
Próximamente saldrá al aire The Sex Factor, un nuevo reality show que podrá ver todo el que tenga internet, y esto incluye a los menores de edad porque, por más filtros y controles que tengamos, hoy los niños saben mejor que nadie cómo superarlos.
El show será conducido por una joven que se ha hecho famosa como protagonista de películas porno. Las inscripciones para participar en este se anunciarán en Twitter y en las redes sociales, lo que significa que todo el que quiera lo puede ver, incluidos los niños. Se anuncia como un show que “superará cualquier cosa anteriormente vista”, es decir que será un espectáculo de pornografía de alto calibre en el que participarán 8 hombres y 8 mujeres aspirantes al estrellato en cine pornográfico y que competirán por un premio de un millón de dólares para la “mejor” actuación (que supongo será la que incluya las poses y escenas más escabrosas).
Lo más peligroso es que este show promueve la pornografía como una entretención, a pesar de que es una experiencia destructiva y también adictiva. Además, es la adicción más peligrosa porque se trata de una conducta obsesivo-compulsiva imposible de superar, que arruina la vida afectiva de sus usuarios.
Este show atraerá especialmente a los adolescentes porque es a la vez un concurso que les ofrece la oportunidad de ganar fama y dinero, dos cosas que los jóvenes ambicionan mucho. Y lo grave es que ellos saben sobre los placeres pero no sobre las calamidades que la pornografía puede traerles, como son arruinar la vida sexual, la salud mental y la integridad moral de sus espectadores, especialmente si son menores de edad.
Es absurdo que en internet se pueda presentar un reality que puede hacerle tanto daño a grandes y chicos. Y me temo que, si una iniciativa tan deplorable como esta prospera, pronto surgirán otros shows similares y con ellos nuevos peligros de este calibre.
Me pregunto si a los productores y los patrocinadores de este reality show ¿les gustaría que sus hijos e hijas menores de edad lo vieran o fueran parte de sus concursantes? ¿Será que ellos no saben que el precio de sus jugosas ganancias puede ser la ruina de las relaciones íntimas y el futuro afectivo de las nuevas generaciones?