La racionalización

Por Lenín E. Salmon
29 de Enero de 2012

Es asombrosa la variedad de maneras en que nuestra mente, sin nosotros percatarnos,  defiende a nuestro yo del estrés, aunque para lograrlo altere y distorsione la realidad que percibimos.  Uno de los mecanismos más utilizados para protegernos es el llamado de la racionalización, mediante el cual una conducta o actitud socialmente inaceptable  se transforma en algo aceptable, tolerable. 

Por ejemplo, un padre que es innecesariamente duro con un hijo (conducta rechazable)  puede interpretarlo como la manera apropiada de hacer del hijo “un hombre”, encontrando de esa manera una justificación que le eliminaría el estrés y el sentimiento de culpa.  Asimismo, un hombre puede justificar su consumo excesivo de alcohol diciendo que es al reunirse con sus amigos en esas condiciones cuando logra sus mejores negocios.  Una estudiante con inseguridad social puede asociarse con compañeras no recomendables pensando que son las únicas que quieren ser sus amigas. 

Un ama de casa de recursos medianos puede justificar sus gastos excesivos convenciéndose de que es la única forma de poder alternar con sus amigas más pudientes.  Un joven despechado al ser rechazado por la chica de sus sueños puede comenzar a ver en ella defectos y errores (aunque antes era “perfecta”), minimizando de esta manera su pérdida.

Racionalizar no es algo nuevo; en una de sus  fábulas más conocidas, Esopo hablaba sobre cómo una zorra (el animal) saltaba incesantemente  al pie de una vid intentando infructuosamente de alcanzar un gajo de sabrosas uvas maduras, muy en lo alto.  Frustrada al no poder alcanzar su propósito, se alejó diciendo: “¡Quién va a querer esas uvas agrias!”.  Racionalizar es dañino porque, al no captar la verdadera razón de nuestra conducta, nos alejamos cada vez más de la solución, empeorando la situación, dañando más nuestra imagen, sin aprender de la experiencia. 

Conviene que periódicamente hagamos un chequeo objetivo e imparcial de nuestra  realidad, en el mejor de los casos preguntando a alguien cercano sobre cómo nos ve en tal o cual escenario.  Con toda seguridad, recibir una sesuda opinión de alguien que merece nuestro respeto nos ayudará a realizar los ajustes necesarios para regresar al camino correcto.

lsalmon@gye.satnet.net

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