¿Separación abierta o separación terapéutica?
Son relativamente pocos los matrimonios en los que jamás se haya contemplado la posibilidad de una separación. Separarse, sin embargo, no es la primera opción cuando una pareja se encuentra en problemas. Pero, ¿qué ocurre cuando la vida marital se vuelve insostenible por no poder llegar a, o cumplir con acuerdos, compromisos o promesas? Se corre el riesgo de tomar decisiones que pueden alterar para siempre los propósitos para los que nació el matrimonio.
Una separación es considerada como la antesala del divorcio por todos los peligros a los que se ve expuesta una persona con frustraciones, resentimientos, soledad, influencias de gente ajena, sin la presencia de la persona más solidaria y afectivamente cercana. En muchos casos es una brecha que puede ensancharse tanto que estas dos personas, en orillas opuestas, pueden terminar no reconociéndose. Por esto es preferible, antes de que se produzca una crisis y se termine en una separación abierta, indefinida (hostil, en el peor de los casos), proponerse darse un tiempo sin la presencia del otro para analizar los problemas presentes en el matrimonio y luego de reconocerlos y aceptarlos, encontrarles una solución.
A este procedimiento se lo denomina separación terapéutica, esto es, un periodo relativamente corto (entre tres y seis meses) en el que el matrimonio, con la ayuda de un profesional, trabajará individualmente y en pareja con el propósito exclusivo de mejorar la relación. No debe existir, por ninguno de los dos lados, una tercera persona (no son “vacaciones”), y por lo general se sugiere que durante el primer mes no exista contacto físico y haya mínima comunicación (para darse cuenta de cómo sería la vida sin el otro). Los hijos deben saber lo que está sucediendo y mantener contacto con el padre ausente. Los problemas se analizarán y resolverán únicamente en el contexto profesional, nunca directamente.
En la segunda fase pueden comenzar a salir solos y luego con los hijos, en la medida en que los problemas se vayan resolviendo. Las visitas al terapeuta comenzarán a hacerse en pareja hasta que se cumpla el plazo acordado. En el mejor de los casos, y de común acuerdo, el plazo puede reducirse al evidenciarse el fortalecimiento del matrimonio.