La tragedia
¿Por qué hay tanta tragedia y miseria en el mundo? Mi maestro contestó: Lee la Biblia y encontrarás lo siguiente: “Lo que es bueno, viene de Ti, mi Señor. Lo que es malo, también viene de Ti, mi Señor. Por lo tanto, ¿ Qué hay que temer?”.
- Sin embargo, nosotros sufrimos.
- Cierto, pero tener esto en cuenta: de cada diez problemas, nueve son creados por nosotros a través de la culpa, el autocastigo, la autocompasión. De vez en cuando un gran obstáculo aparece en el camino, puesto allí por Dios por una razón: nos dan la oportunidad de cambiar todo, de avanzar.
- ¿Cuál es la tragedia?
- Un cambio radical en nuestras vidas, siempre vinculado al mismo principio: la pérdida. El sufrimiento es el resultado de una pérdida, ya sea alguien o algo. Cuando nos enfrentamos a una pérdida es inútil tratar de recuperar lo que se ha ido. Por otra parte, un gran espacio se ha abierto en su vida –no se encuentra, vacío, esperando ser llenado con algo nuevo-. Pero la mayoría, cuando se enfrentan a la tragedia, llena este espacio con dolor y amargura. No piensan que hay otras formas de encarar lo inevitable.
- ¿Por ejemplo?
- En primer lugar, al aprender la gran lección de los sabios: la paciencia, la certeza de que –todo bueno y malo– es provisional. Segundo, el uso de este repentino cambio de rumbo a arriesgar cosas nuevas en la vida para hacer las cosas que siempre soñó.
- Eso con lo material, pero ¿qué pasa con la muerte de alguien?
- Hemos hablado mucho acerca de la muerte, y sabemos que para el que sigue su camino y que no existe, que esa persona está disfrutando de los placeres de una transformación radical. La sensación de muerte solo existe para el vivo. Cada persona querida, al salir, se convierte en nuestro protector - después de pasar por un periodo de anhelo, debemos estar alegres, ya que están mejor protegidos. Un día estaremos en el otro lado, la protección de las personas que amamos aquí abajo.
- Y los que nos gusta...
- Exactamente como te imaginas. Ellos siguen atados a nosotros a través de la sensación de amargura. Por eso Jesús dijo: “Antes de ir al templo, volver atrás y perdona a tu hermano”. Uno debe estar lavando para siempre el alma con el agua del perdón.
- Pero volviendo a la tragedia...
- Hay algo que es imposible de medir: la intensidad del dolor. Sabemos que una persona está sufriendo porque nos dicen, pero no podemos evaluar exactamente cuánto. A menudo tratamos de comparar la actitud de una persona al ser enfrentada por una tragedia, y terminamos juzgando que sean más fuertes o más débiles de lo que realmente son. No se puede comparar el dolor al azar sin nada; solo el que sufre sabe lo que está pasando. “Por lo tanto, cuando aparece inevitable tragedia, hay que recordar estas tres cosas: hacer la mayor parte de la libertad de pérdida, no juzgar el dolor, y para aprender el arte de la paciencia. Se va a destruir 9/10 de lo que eres, pero el 1/10 que permanece te hará una persona infinitamente más fuerte”. (O)