Adolescentes y drogas
El acceso a drogas letales de bajo costo es un problema que va más allá de los adolescentes y sus familias.
Enrique lee un mensaje en la pantalla de su teléfono: “Mi hijo de 13 años consume H desde hace unos 8 meses. Estoy desesperado, no sé qué hacer para que la deje. Me siento impotente”.
El mensaje se lo envió recientemente un amigo, quien siempre fue un hombre fuerte y comerciante exitoso.
Bordea ya los 50 años. En su juventud y primera etapa de adultez Enrique experimentó el caos que conlleva la adicción al alcohol y las drogas. Tiene una buena cantidad de años “en recuperación”, cuya abstinencia mantiene practicando el programa de Narcóticos Anónimos.
Con una expresión de desconcierto en la mirada, dice que estamos viviendo una situación alarmante: “La H te destruye rápidamente y es muy adictiva. Conozco a dos chicas, de 13 y 14 años, que ya están en clínicas de recuperación por esta droga…”.
Listado de unidades del Ministerio de Salud, Coordinación Zonal 8, en las que se realiza el tratamiento ambulatorio de los adolescentes con problemas de adicción.
Lo primero, relajarse
¿Qué debe hacer un padre de familia o persona a cargo de un menor cuando sospecha o descubre que consume drogas? La psicóloga clínica y MSc. en Terapia Familiar Sistémica María Quinde Reyes, especialista en este tema, refiere respecto del problema de consumo de drogas que está viviendo nuestra ciudad y nuestro país que lo primero que hay que hacer es relajarse, pues el tema se lo está manejando de una manera inadecuada. Se está centrando todo en el tráfico de la droga, mas no en las circunstancias sociales, psicológicas, económicas e incluso históricas por las cuales se está dando este problema. A continuación, dice, los padres deben asesorarse sobre los derechos que tienen sus hijos. Si deben o no recibir el trato que les dan en los colegios. Si afecta a sus derechos que lo expulsen, que lo revisen…
Indagar, escuchar
Después, asesorarse profesionalmente acerca de cómo se debe intervenir; bajar las ansiedades que podrían llevarlos a cometer errores porque se sienten culpables o con deseos de sancionar y castigar a los hijos. No se debe juzgar ni criticar; se debe ser sereno para poder indagar y generar confianza en su hijo/a. No dar por hecho que consume o que es adicto, sino investigar y escucharlo para saber en qué situación está.
Así podrá saber si su hijo/a lo que ha hecho es “acompañar” a los amigos que consumen, pero él/ella no consume. Esta es una situación inicial que debe ser tratada de una manera particular. Habrá que conversar con él/ella para saber cuánta importancia le da a este grupo; si le es difícil decirle ‘no’ y debido a eso acepta y cede ante propuestas ilegales o riesgosas que el grupo le propone. Enseñarle a afrontar este tipo de situaciones. O si la etapa en la que está es la ‘experimentación’, por ‘curiosidad’.
¿La universidad ayudaría en el tema de las drogas?
Coméntenos
En este punto, explica Quinde, la esencia está en ver si la droga cobra un sentido psicológico en el sujeto, pues no es la droga lo determinante, sino el sentido que esta tiene para esa persona. Entonces habrá que mirar si le están faltando mayores elementos de valoración, de sentido para la vida, de un proyecto de vida. Qué le está faltando que esa droga que experimenta está cobrando algún tipo de sentido.
Si mi hijo/a es un “consumidor ocasional”, habría que averiguar con qué frecuencia lo hace, si tiene algún tipo de impacto; si producto del consumo vendió los libros y no va a clases. Si no la puede dejar, si físicamente necesita tratamiento médico. O tal vez no, pero lo que sí requiere es ayuda psicológica y familiar. O quizás para sustentar su consumo ya lo involucraron en la red del microtráfico y está siendo utilizando para la venta…
En cualquiera de los niveles descritos, el o la adolescente necesita apoyo, que docentes, autoridades y familiares se sensibilicen para poder de esa manera encontrar la solución más idónea.
La Academia
Quinde es decana de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Guayaquil; explica que el problema del acceso a bajo costo de drogas letales va mucho más allá de los adolescentes y sus familias. Y mucho más allá que “mirar” dentro de los colegios, porque el problema está afuera y alrededor de los planteles. Entonces, la Policía y los controles deberían estar afuera, mirando qué pasa con la oferta, con las redes de distribución. Y quienes deberían estar dentro de los colegios es el sistema de Salud pública, la Universidad con sus científicos y estudiantes de Medicina, Psicología, Trabajo Social, Derecho, Deportes, cada uno haciendo su parte y retribuyendo a la comunidad lo que el Estado invierte en los centros de estudios superiores. A la par cree necesario que los padres se organicen también, porque es un problema que afecta a muchos.
La Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Guayaquil cuenta con el Centro de Docencia e Investigación para el Desarrollo Humano y Buen Vivir (CDID). Su equipo interdisciplinario brinda asesoría en el tema de las adicciones a los chicos que acuden con un adulto; la atención es ambulatoria. Lunes y martes se receptan los casos nuevos. Está ubicado en el km 2,5 de la av. Juan Tanca Marengo y Benjamín Carrión.
A control remoto
La psicóloga clínica Romy Albuja recomienda a los padres preguntarse si lo que le están transmitiendo a sus hijos desde pequeños, con ejemplo y acciones, ha ocasionado que haya generaciones de carácter frágil, vanidosos, que privilegian lo aparente por sobre lo esencial.
Sostiene que hay que mantenerse junto con ellos, guiarlos y hacerles seguimiento a diario, aunque sea por teléfono desde el trabajo; inculcarles respeto hacia los mayores, tolerancia, saber esperar y escoger el camino correcto aunque se muestre difícil, porque esto luego se verá recompensado. Y hacerles comprender que sus acciones positivas o negativas traerán consecuencias para ellos mismos.