Discurso de ocasión
Si usted ha recibido una solicitud para que ofrezca un discurso para la niña que cumple 15 años y se ha puesto nervioso, es momento de revisar los procedimientos que pueden llevarle a una realización exitosa, aunque no sea precisamente un erudito en oratoria.
Bien sabemos que enfrentarse al público, sea personalmente, por medio de las pantallas de televisión o por la radio, genera una especie de convulsión interna que muchas veces no se la puede controlar. En estos casos es bueno recordar que el discurso debe estar de acuerdo con la ocasión; no es lo mismo dirigirse a los familiares y amigos de la bella quinceañera, en ambiente festivo, que presentar un discurso de bienvenida al presidente de la corporación para la que está trabajando.
• Lo primero que hay que saber es que el público asistente, independientemente de la edad y de la circunstancia, merece respeto, por lo tanto, no se debe iniciar una alocución sin estar preparado.
• No le haga caso a nadie que le diga “que hable, que hable…”, si no ha sido notificado previamente de esta responsabilidad. El arte de la improvisación está bien para los actores.
• Cuando se dirija a un auditorio no debe tener las manos en los bolsillos.
• Tampoco debe tener una copa ni un vaso con alcohol en las manos. Si al finalizar su discurso va a ofrecer un brindis, le deben hacer llegar la copa en los minutos finales de su intervención.
• Tan importante es el inicio como la finalización. Evite hablar con extrema rapidez o imitando acentos extranjeros. No imposte la voz, no hay nada mejor que la naturalidad.
• Mantenga la calma, muéstrese sereno y evite los gestos exagerados.
• También hay que evitar las alabanzas excesivas. Cuando los asistentes se dan cuenta de la falta de honestidad en sus expresiones, pierde veracidad el contenido de todo el discurso.
• Está bien que se preocupe de tener el aliento fresco, pero nunca comience a hablar con un chicle en la boca.
• Recuerde que no está bien hacer comparaciones, los señalamientos negativos desmerecen la calidad del discurso.
• Por muy nervioso que se sienta, no puede sacarse los pellejitos de los dedos con los dientes.
• Ajústese a la ocasión y recuerde que “lo bueno, si es breve, es dos veces bueno”.
Un poco de sensibilidad, otro poco de tolerancia y una buena dosis de discreción van a dar como resultado el aplauso deseado, pero sobre todo, una estela de paz. (O)