El barrio, su red social
Jaime, 36 años, guayaquileño “de nacimiento y de corazón”, así lo dice en su comunicación, pide que se analice y se practique con más seriedad la reunión de amigos por medio del chat.
Cuenta que vivió siempre en el barrio Orellana y que sus calles fueron la mejor red social, que todos se conocían y que sus padres, que todavía viven en ese sector de Guayaquil, le enseñaron a saludar a todos los vecinos con quienes festejaban las fiestas cívicas y quemaban al viejo para despedir el año.
“Con el cuento de la modernidad basada en la electrónica, mi teléfono suena a las 2 de la madrugada porque uno de los amigos comienza a enviar mensajes insustanciales a esa hora”, refiere. Su enojo aumenta cuando señala que otro integrante del chat “despierta a las 5 de la madrugada y a esa hora comienza a enviar bendiciones para todos”.
Cuando somos parte de un chat debemos ser respetuosos con los horarios. La compatibilidad no está solamente en las razones que nos unen como amigos, sino en la consideración que se merecen.
Parte del respeto está cifrado en el límite de los contenidos. Unos somos católicos, otros evangélicos, otros adventistas, y aunque todos decimos que debe haber unidad en la diversidad, es preferible abstenerse de enviar, en el chat, material de orden religioso. Si la comunicación es directa, cambia la situación.
Lo mismo se aplica con textos de orden político. Evite que la buena amistad de años se lesione por comentarios que muchas veces no responden a la realidad.
Cuando se recibe una comunicación no hay obligación de responder. Esta es una charla de tipo informal.
Lo importante, y que mantiene unido al grupo, es el interés común. Cuando se trata de temas personales es preferible comunicarse directamente y con discreción.
No se debe reenviar contenidos de dudosa procedencia; esto puede ser causa de alarma y hasta de pánico. No cargue con estas culpas.
Escribir cuando sea estrictamente necesario, de forma clara y breve. No relate películas por el chat.
Tampoco escriba groserías, ni se exprese mal de nadie.
Evite echar leña al fuego. Es mucho más saludable vivir la fiesta en paz. (O)