Mujeres peligrosas
Decían las abuelitas que las niñas teníamos que aprender a barrer bien. Rechazaba esa tarea sin sospechar que lejos de ser solo una acción de limpieza, nos enseñaba el arte del empoderamiento femenino.
A nivel holístico, barrer es ordenar las energías que podrían desestabilizar el buen funcionamiento del espacio. Puede ser el hogar o su trabajo. Precisamente la actividad laboral parece despertar ojitos poco simpáticos de algunos Eros que no admiten el éxito, triunfo, gloria, lauros, victoria, premios, superación, predominio o prosperidad de la mujer que tienen a su lado.
Es cierto que otros bellos se solazan en los logros de sus parejas (de vida o de escritorio), no se sienten afectados ni minimizados por la refulgente presencia femenina. ¡Bravo por ellos! Mi aplauso y reconocimiento por su hombría de bien.
Es posible que los elogios lleguen a incomodar, inclusive, a las mismas compañeras de faldas; una mujer que se destaca logra sumar tantos amigos como detractores. Entonces sabemos que estamos frente a una mujer ‘peligrosa’. ¿Que desarrollan su tarea por intuición? No lo sé, pero siempre tiene una buena estela de repercusión lo que hacen.
Los señores deben aceptar que aún entre las cuatro paredes anónimas de la cocina, su compañera se distingue. Elógiela.
Ella no está buscando acariciar la fama cuando lava, plancha, barre o trapea. Distíngala.
Sus camisas, zapatos, medias y pantalones están ahí, nítidos cuando los necesita. Reconozca su tarea.
En la oficina, cuida de su imagen hasta corrigiéndole las faltas ortográficas en los documentos que llevan su firma. Respétela.
Un caballero sabe medir sus palabras y miradas. Sea recatado.
Nunca hable mal de ninguna mujer, menos de su compañera. El único que pierde es usted.
Quien se considera un señor jamás dice palabrotas, chistes groseros ni comentarios sexistas frente a mujer alguna.
¿Quiere dominar la situación? Ya no existen los tiranosaurios.
Dicen que el buen clima del hogar depende de las vibraciones que nosotras, ‘las dueñas del cuarto’, generamos a diario y que con o sin escoba o aspiradora podemos limpiar cualquier aspereza y ponernos en armonía con la vibración del amor.
Ya vengo, me voy a barrer. (O)