Selfies, ¿cosas de mujeres?
Todo parece indicar que este no es un asunto de género. Los niños también se toman selfies, y son los de doce, veinte, treintañeros y cuarentones. Todos han sucumbido al impacto de la inmediatez y a los toques de Narciso que merodean sus vidas.
La polémica generada en el Miss Universo me lleva a recordar las primeras clases de fotografía, en la Universidad de Guayaquil, con el españolísimo Enrique Zabala, (que de Dios goce). Él nos contaba que una niña rusa se subió en una silla y se autofotografió para enviarle esa foto a un amiguito.
Resulta que cien años después y gracias a la presencia del smartphone, las autoimágenes son “el pan nuestro de cada día”, no solo en la vida cotidiana sino en grandes eventos, donde tienen protagonismo políticos de alto nivel.
Pero ya sabemos que hay momentos y momentos. Veamos entonces, cuándo no se deben hacer selfies.
• En un velorio. Este es un momento en el que se debe observar absoluto respeto. La novelería de la fotito no tiene cabida en este ámbito donde el dolor está latente.
• En la escena de un accidente. No tiene sentido fotografiarse en medio de los fierros retorcidos, a no ser que sea para presentar evidencias.
• En paños menores. No se le ocurra posar con el nuevo push up para recordar el estreno.
• En la sala de emergencia de una entidad hospitalaria. Es aceptable solamente si se trata de celebrar la vida y con médicos competentes, guapetones y bien puestos.
• En la peluquería, cuando le están haciendo la barba o cuando le están pintando el copete estilo “Pájaro Loco”.
• En el servicio higiénico. ¡Dios mío! ¿A quién se le ocurre tamaña insensatez?
• No se fotografíe en situaciones lastimeras, con un ensangrentado, por ejemplo. Nadie quiere recordar situaciones negativas.
• Claro que si se va a una feria de autos y lo invitan a pasear en un Lamborghini, la escena cambia.
• Invierte mejor tu tiempo y déjate de tomarle fotos a la empanada o a las salchichas con papas fritas del bar del colegio.
No altere su privacidad. Como todas las cosas que hacemos en la vida es responsabilidad personal; evite hoy las consecuencias que pueda sufrir mañana.
Por cierto, la niñita de marras llegó a ser la Gran Duquesa de Rusia, Anastasia Nikolaevna. (O)