Ansiedad en los niños
Desde temprana edad los hijos pueden estar ansiosos. Es normal hasta cuando la puedan manejar, si no hay terapias que ayudan a superarla.
Si le importa la salud mental de los niños debe saber que desde que son bebés experimentan situaciones de peligro, sucesos estresantes, de indecisión e inseguridad y reaccionan con un estado de agitación e inquietud, lo que se conoce como ansiedad. Un mecanismo adaptativo que contribuye a superar dichas emociones en instantes o en tiempos dificultosos, por lo tanto es útil.
Según el neuropsicólogo Eduardo Santillán Sosa, la ansiedad permite estar más alerta, pero debe concluir cuando el componente desencadenante finaliza. Sin embargo, si se la padece con frecuencia menoscaba la calidad de vida de los infantes y niños.
Determinadas investigaciones, agrega, la asocian en edades tempranas con depresión y trastornos de conducta; y si no se la trata provoca baja autoestima, deterioro en las relaciones sociales, deficiente rendimiento escolar, carencia de atención y aplicación e inclusive depresión y fobias.
Datos
Los niños padecen un 15 a 20%
de ansiedad significativa
Para la psicóloga clínica Giselle Urquiza Tufiño, el comportamiento psicológico de un niño ansioso dependerá en gran manera de la edad y la causa que genere la ansiedad. Estos variarán conforme sea la forma de enfrentarse a ella, algunos, por ejemplo, llorarán, otros no podrán movilizarse, habrá los que encontrarán en su madre la protección que desean, podrán manifestar tics nerviosos o evitarán el lugar u objeto generador de ansiedad.
Santillán considera que cuando la ansiedad interfiere en la vida cotidiana de los infantes es necesario consultar con un especialista. “Es imprescindible distinguir entre los miedos que son inherentes a determinadas fases evolutivas del niño y otros problemas que son trastornos en sí que requieren atención profesional”.
Tipo de ansiedad
El neuropsicoanalista Eduardo Jácome Ávalos dice que actualmente los niños están más ansiosos, porque cada vez el mundo es más sádico, es decir existen quienes se encargan de lastimar o destruir. Entonces, están experimentando mucha agresividad que proviene de los padres, la televisión, la escuela y de los videojuegos, y esto se va internalizando en la mente.
Los síntomas que pueden sufrir los niños, expresa Jácome, dependen del tipo de ansiedad que sufran: paranoide, depresiva o confusional. En la primera, sienten miedo a la oscuridad, a las alturas, a que se divorcien sus padres o temen rendir exámenes. En la segunda, la manifiesta a través de la tristeza, sienten temor a quedarse solos, a dormir solos, al juguete, al abandono, al divorcio de sus padres. Y en la tercera, ellos no discriminan, es decir no saben qué hacer, si llorar o salir corriendo, especialmente cuando reciben apodos o agresiones de otros miedos.
Se vuelve patológica
Los síntomas de ansiedad, dice Jácome, pueden conducir a una patología o síndrome. Si un niño, por ejemplo, siente temor a la hora de dormir y no quiere apagar el foco o el televisor para tener luz, pero se lo apagan, puede entrar en una especie de delirio, empieza a decir que se movió la cortina o que le golpearon la puerta. Esto le impide dormir y se amanece en vela. Como consecuencia, no ha descansado, su cerebro ha estado en continuo funcionamiento y a la repetición de este mismo síntoma puede producirse un cuadro histriónico: desmayo, dolores de cabeza sin causa orgánica, problemas pulmonares, tensión, histeria, contracturas o mala circulación sanguínea.
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Para Santillán, padecer de ansiedad en la niñez es un componente de riesgo, que acrecienta las posibilidades de sufrir trastornos mentales en la edad adulta.
Terapias urgentes
La mejor terapia que hay para tratar la ansiedad patológica, según Jácome, es la lúdica mediante la dramatización, ya que sirve para hacer una réplica de la vida familiar, sea de la humana o de los animales, pues con el drama e imaginación, los niños la experimentan y podrán expresar sus sentimientos de manera espontánea e incluso aprenderán a controlar sus miedos y a buscar soluciones.
“Todo eso es posible, porque haciendo dramatización les ayuda a reestructurar su conducta y a verse en su propia experiencia, como el hecho de que sí es posible tener amigos, que hay gente buena o mala, entre otros”.
Por eso, manifiesta Jácome, es conveniente que los niños ansiosos hagan teatro. Como también que practiquen deportes como natación, ingresen a grupos de formación como los boy scouts.
Otro método contra la ansiedad es reunirse en familia de manera amistosa y amorosa, donde fluya el respeto y una buena comunicación entre todos. Pero, la terapia ideal es que los padres sean los primeros que reciban ayuda, porque es importante que se restablezcan los vínculos afectivos, entre los cónyuges y entre padres e hijos. Ahora, si los padres están separados deberán recibir terapia por separado, primero la mamá, luego el papá, sostiene el psicólogo.
“Realmente, si hay colaboración de la familia en el tratamiento del niño ansioso se observan cambios positivos en el 80%. Pero si no lo reciben tienen mal pronóstico como hacerse vagos, delincuentes o llegar a suicidarse”.
Incluso, agrega Jácome, es importante la colaboración del maestro, ya que deben aprender a manejar a los niños ansiosos de manera adecuada, para ello es necesario que los directores de las instituciones contraten a profesionales idóneos y que psicológicamente sepan manejar sus propias ansiedades.
Reconocer el problema
Giselle Urquiza recomienda reconocer lo que genera la ansiedad en el niño, preguntar y entender la situación.
• No forzarle a enfrentar el miedo de manera brusca.
• Preparar al niño siempre para experiencias futuras.
• Utilizar actividades que puedan distraerlo, al momento de manifestar la ansiedad como: cantar, escuchar música relajante, pintar.
• No sobrecargarlo de actividades extracurriculares.
• Evitar exponerlo a imágenes violentas o que produzcan temor.
• Explicar con anterioridad la presencia de cambios que se lleven a cabo en la familia a todo nivel.
• Exponerlo ante el estímulo que genera ansiedad de a poco, para adaptarlo disminuyendo sus temores.
• Procurar actuar con calma y seguridad, pues los padres son los primeros agentes de cambio en su hijos al convertirse en un ejemplo para ellos.