Divorcio positivo
Los cónyuges que desean romper la relación primero deben entender y aclarar de modo personal que todo ha terminado.
Ninguna pareja debería divorciarse hasta agotar todos los recursos para mantenerse unida. Pero en determinadas circunstancias es necesario. Según la psicóloga clínica Miriam Mena, cuando la violencia intrafamiliar es constante, cuando el respeto no existe y cuando son como dos extraños viviendo bajo el mismo techo.
Las estadísticas del 2013 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) indican que entre el 2004 y 2013 los matrimonios disminuyeron un 14,71% al pasar de 63.299 a 53.986 nupcias. Mientras, los divorcios incrementaron en un 87,73% en el mismo periodo. También menciona que el mayor porcentaje de hombres y mujeres que se divorcian se sitúa en el rango de edad de 30 a 34 años.
Para la psicóloga clínica Irma Serrano, en nuestro medio, existe un gran número de parejas que después de 15 o 20 años de matrimonio se ven expuestas a un divorcio, pero hay una tendencia bastante grande de tratar de buscar un buen arreglo, aunque puede ser que la gente joven es más impulsiva.
Explica que hay dos momentos cuando se termina una relación: el divorcio emocional y el legal. Primero se debe trabajar el psicológico por el bien de todos. La pareja, por ejemplo, tiende a pedir el divorcio cuando experimenta instantes de conflictos y no son los adecuados, porque nubla los sentimientos de cada miembro. Se pueden confundir mucho con el hecho de estar muy enojados o lastimados con el no querer a la persona y no es lo mismo. Entonces las parejas dicen me divorcio, y eso no es real.
Por eso, es fundamental buscar ayuda de manera personal con un terapista de pareja o con un psicólogo. Cuando alguien ya no quiere al otro, dice Serrano, empieza a sentir un desinterés total, entra en un proceso de apatía, le da lo mismo si está o no está, si llega o no o si hacen algo juntos. Incluso empieza a no sentir enojo por las cosas que el cónyuge hace y en ese momento es cuando se debe acudir al profesional.
Tampoco es real tomar la decisión de divorciarse cuando existe entre la pareja un o una amante. Generalmente, dice la psicóloga, cuando lo hay, es porque está tratando de arreglar un problema con otro problema y la persona que elige al momento de ser infiel habitualmente no es con la que se mantiene en una relación.
Necesidad de estar solo
Otra de las formas de darse cuenta cuando ya no se quiere a alguien es cuando se tiene la necesidad de estar solo, mas no de irse atrás de otra persona. Cuando se ha podido conciliar eso consigo mismo, en ese instante hay que empezar a conciliar con la pareja, porque de todas maneras el hecho de dejar de ser cónyuges no significa que la mayoría de las veces no se tengan que ver por el resto de la vida, sobre todo, cuando se tienen hijos.
Entonces, explica Serrano, cuando se logra tener este divorcio emocional, que es la primera parte del divorcio, y que consiste en estar seguro de que ya no quiere a la pareja, se puede entrar en un proceso de negociación tranquila en distintos aspectos, ya sea en relación con los hijos o en lo económico, entre otros.
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Duelo es normal
Cuando se termina un matrimonio, comenta Serrano, se pierde un proyecto de vida, y al suceder esto es lógico que la persona viva un duelo, porque estuvo un tiempo pensando qué será de su futuro, qué pasó o qué pasará después.
“Un proceso de duelo es cuando la persona se enfrenta a cualquier pérdida sea material, física, emocional o de cualquier naturaleza y, obviamente, tiene que resolver su duelo, terminar la depresión, el llanto, el miedo y la soledad hasta encontrar su rumbo nuevamente”.
Mena explica que toda pérdida es dolorosa y el divorcio es eso, en el que hay que hacer el duelo y como todos pasa por etapas:
• Estupor: La mente es maravillosa como mecanismo de defensa. Esto hace que la persona se mantenga en un estado de ensoñación en el que nada parece real. De esta manera busca que el individuo tenga más tiempo para poder enfrentar el dolor de la pérdida.
• Negación: En esta etapa la persona pasa del estado de estupor a negar lo que le está pasando o a minimizar la situación, puede pasar por momentos de mucho enojo, se alteran el sueño y la alimentación, las emociones pasan a jugar un papel muy importante.
• Inestabilidad emocional: Aquí la persona va tomando conciencia de su situación, hace que sus emociones sean como una montaña rusa, va desde el enojo hacia su pareja, tristeza por la pérdida, culpa porque se divorció, lo que también le genera vergüenza, temor ante el futuro que le parece incierto...
• Aceptación: En esta etapa la persona va aceptando lo ocurrido, su mundo que se derrumbó poco a poco comienza a reconstruirse.
• Recuperación: Es la última etapa. Una persona se ha recuperado del divorcio cuando puede hablar del tema sin resentimientos, odios hacia su pareja, no vive en el pasado y disfruta plenamente de su nueva vida.
Retomar su vida
Para Serrano, toda persona con planes de divorcio debe buscar nuevamente los intereses de su vida. Por ejemplo, recordar lo que la hacía sentir bien como algún deporte o actividades de cualquier naturaleza. Lo que no sugiere, dice, es que se enrede emocionalmente con otra persona, porque primero hay que cerrar la relación anterior.
Para empezar un vínculo amoroso saludable, explica, la persona no tiene que necesitar una compañía, sino poder estar solo, por lo menos dos años, y sentirse bien. Solo ahí puede buscar a alguien con quien compartir la vida”, asegura.
Ese tiempo es necesario porque de todas maneras ha perdido un proyecto de vida y hasta que no termine de entender qué pasó, en qué se equivocó, qué hizo mal. Lo importante es salirse de una relación sin culpa y la única forma es actuando bien.
También hay que pensar en que es imposible que un divorcio no afecte a los hijos. Según Mena, cuando una pareja está en el proceso de divorcio lo más frecuente es que utilizan a los hijos para castigar al otro, el querer vengarse del que propuso el divorcio, de dificultarlo todo. “Resistirse ante lo inevitable, culparse a sí mismo o culpar al otro sin asumir su parte de responsabilidad. La separación no debe entenderse como un fracaso, sino como un cambio natural en la relación de una pareja”.
Por ello, sostiene Serrano, lo que se puede hacer es buscar que esta afectación sea menor. Cuando la pareja está en paz entre sí, los vástagos sienten menos miedo. A los niños hay que decirles la verdad de la situación de la pareja. Se les explica, por ejemplo, que el hecho de que estén separados no va a cambiar la relación entre ellos como hijos. Si los padres cumplen con esto, los niños aceptarán con tranquilidad la separación.
En el lapso de los dos años en que los padres están solos, los pequeños entienden y acaban de comprender que entre el divorcio y la separación para ellos no hay ninguna diferencia. También es fundamental entender que solo se puede llevar a un pretendiente a la casa cuando se piense que realmente puede ser parte de su vida.
Divorcio legal
La segunda parte del divorcio es lo legal. Serrano explica que lo más saludable que se debe hacer es tratar de lograr una división totalmente ecuánime donde nadie se sienta perjudicado y donde quede asegurado de alguna manera el porvenir de los hijos, que son responsabilidad de los padres.
Según la abogada Lelys González Montealegre, cuando las parejas se divorcian en buenos términos pueden recuperar más pronto la paz y la normalidad en sus vidas, lo que permite que sus hijos se afecten menos y puedan tener a sus dos padres tomando las decisiones adecuadas que esa paternidad requiere. Y si no tienen hijos, ese periodo de “duelo” que deja un fracaso matrimonial, posiblemente será menos traumático y más corto.
Es importante, agrega, que se busque una adecuada asesoría legal, con un abogado conocedor de asuntos de familia y que tenga la sensibilidad para comprender cada situación, así como la firmeza para dirigir acertadamente a sus clientes, y no lo contrario.
“En un trámite legal que implica tanta emocionalidad –como en casos de divorcio–, los cónyuges a veces se dejan llevar por sus resentimientos y no por sus conveniencias y las de los hijos en común. Es entonces cuando se requiere la intervención de un tercero que brinde el equilibrio”.
Personalmente, agrega, siempre le dice a las parejas que la única forma decente de dar por terminado un matrimonio es mediante un divorcio de mutuo acuerdo, porque una contienda legal afecta mucho a los hijos y a ellos mismos, además que expone su vida privada, enfrenta a las familias y es más oneroso.
Incluso, a los que tienen hijos en común es necesario decirles que no esperen resolverlo todo o que su afectación desaparezca en un instante, que solo el transcurso del tiempo los hará recuperar la normalidad y que puedan llegar a verse como lo que siempre serán: padres de sus hijos. (F)
Recomendaciones
La psicóloga Irma Serrano, quien además es máster en terapia familiar y de pareja, da las siguientes sugerencias para aquellas personas que han pensado en separarse definitivamente:
El divorcio es la última decisión que se debe tomar. Solo debe iniciarse cuando se está seguro de que se han agotado todas las otras instancias y debe tomarse de forma pausada y tranquila. No por otra persona.
En relación con la familia política, es importante que nadie quede peleado con nadie. Eso le dará mucha más estabilidad a los niños. Lo ideal es que los lazos que existen sigan siendo buenos. No íntimos ni frecuentes, pero buenos.
La psicóloga Miriam Mena sugiere que para que el divorcio sea positivo, es necesario que ambos miembros de la pareja estén de acuerdo y que se respeten los acuerdos a los que han llegado. Deben entender que no son enemigos, tampoco se debe buscar un culpable, sencillamente aceptar que la relación no funcionó.
La abogada Lelys González dice que el divorcio por mutuo acuerdo se lo puede tramitar ante el juez de lo civil del último domicilio de la pareja, y puede durar aproximadamente unos cuatro meses. Si no hay hijos menores de edad, entonces puede efectuarse el trámite ante un notario y podría tomar unos tres meses.