Reconocer a las personas tóxicas
Pesimistas o abusivos en público o en privado, se caracterizan por su manera negativa de enfrentar la vida (y a quienes los rodean).
Tal vez usted ha tratado, en lo personal o en lo profesional, con personas que enrarecen el ambiente causando división o desconfianza, y se ha preguntado si es una conducta intencional o lo hacen sin darse cuenta. O si es tan solo que usted se está imaginando cosas y está juzgando injustamente.
Una persona tóxica no necesariamente será agresiva o desagradable. La psicóloga clínica Sonnia Navas expresa que pueden tener un perfil amigable y, al mismo tiempo, proyectar una energía negativa. Sus intenciones suelen ser, en el mejor de los casos, indescifrables, convirtiéndolos en enemigos silenciosos. “Manejan, por lo general, un discurso intrigante, invasivo, competitivo en exceso o lleno de pesimismo. Son especialistas en destruir o generar caos en los distintos sistemas en los que se desenvuelven, familiar, laboral, educativo. Desmotivan e intimidan, ya que suelen tener gran fuerza mental y experiencia en manipulación”.
Comunicación negativa
Mantener el vínculo con alguien así es una experiencia cada vez más desagradable, pero inicialmente es difícil reconocerlo, “porque suelen no ponerse en evidencia”, explica la psicóloga clínica Linda Coronel de Arias. “Lo primero que está a nuestro alcance es visualizar el tipo de comunicación que establecerán con nosotros”:
1. Su discurso es negativo, centrado en sí mismos o enfrascados en las personas que los rodean y a quienes culpan de no haber podido alcanzar sus objetivos.
2. Se convierten en seres envidiosos, incapaces de reconocer los méritos y logros obtenidos por los demás.
3. Siempre tratarán de disminuir y menoscabar a los otros, hacerlos sentirse inferiores, por lo que su proximidad resta energía.
4. Son incapaces de proveer consuelo o motivación en momentos de necesidad.
Personalidad envolvente
Para que una relación alcance niveles de toxicidad, debe haber alcanzado primero un nivel de profundidad, expresa el psicólogo clínico y orientador Lenin E. Salmon.
Es improbable que esto suceda con una persona “abiertamente pesada, cargosa, abusiva, negativa en su vida diaria, a la cual los demás temen o desprecian y con quien es preferible mantener una saludable distancia”.
Más bien se produce en el desarrollo de una relación que empezó con aparente normalidad. “La otra persona, por amistad o por amor, comienza a exponer y compartir su zona vulnerable, a partir de lo cual la persona tóxica obtiene provecho deshonesto y configura su esquema de manipulación y abuso: manejo de la culpa, amenazar con terminar la relación por cualquier cosa, uso de la agresividad pasiva, chantajear con hacer públicas faltas reveladas en la intimidad”.
Las señales están en el otro
En público, la persona tóxica no es muy distinta a las demás, tiene sus encantos y defectos, dice Salmon, mientras que su lado oscuro se manifiesta en la intimidad.
Con menor frecuencia puede haber bullying y burlas en otros contextos. ¿Dónde pueden verse más claramente las evidencias de su conducta?
“En las personas afectadas y en sus familias”, explica el psicólogo, y recalca la importancia de mantener nexos con familiares y amigos. “La persona victimizada en este tipo de relación no es feliz y no puede fingir serlo (tampoco la otra). La anormalidad en la relación irá haciéndose más notoria y generará creciente preocupación en su círculo cercano”.
Tratar de proveer ayuda a alguien que esté en esta situación de abuso es delicado. “Hay que leer entre líneas y prácticamente producir una intervención, porque con toda seguridad ella ya desoyó avisos y advertencias en el camino y probablemente se aferre a las promesas de cambiar o a los momentos agradables, hasta que las evidencias sean abrumadoras”.
Eventualmente, estimulada por estas acciones, la persona perjudicada llegará a la conclusión de que debe actuar; “sus seres queridos pueden ayudarla a llegar a este punto antes de perder más”.
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¿Ayudar o alejarse?
Si percibe esto en alguien cercano de la familia, los amigos o el trabajo, ¿es lo más sano alejarse, o hará bien en tratar de ayudar a la persona problemática a desintoxicarse? ¿No hay algo de egoísmo en decidir ‘cortar’ de la vida de uno toda relación que no nos hace bien, que no nos aporta bienestar? ¿Cómo tomar este tipo de decisiones siendo cuidadoso de uno mismo pero también empático? Los especialistas tienen algunas aportaciones.
Use la frontalidad. Es importante este tipo de diálogo, dice Navas. Detallar las conductas tóxicas y las consecuencias que tienen en el grupo. “Evite ‘triangular’, es decir, pedir a terceros que confronten al causante de los malestares”, a menos que ese tercero sea un profesional de salud mental.
Ponga límites. Coronel considera: “Si es bien cierto que no puede escoger entre los seres más cercanos como la familia, también es cierto que sí podemos establecer la manera de interrelacionarnos con ellos, poniendo ciertos límites y distancia, evitando salir afectados, apenados, culpabilizados, atemorizados, manipulados, descalificados y con autoestima baja”.
Ayudarlos sería muy bueno, concede Coronel, pero eso difícilmente se logrará con consejos. La mejor recomendación que podrá dar será el tratamiento psicológico. Sugiere aproximaciones como la terapia cognitivo-conductual, para buscar equilibrio en la personalidad y superar los múltiples conflictos sin resolver que generan esta condición.
¿Soy tóxico?
Es una pregunta que tal vez se esté haciendo. Pero, advierte Salmon, es difícil reconocer estos rasgos en uno mismo con claridad, “porque para ponerse en evidencia se necesita la participación (inintencional) de la otra persona. Usualmente se busca ayuda cuando la relación ha llegado a un punto crítico, no antes”.
Quien está en mejores condiciones para detectar desde el comienzo lo tóxico en una relación es, desde el punto de vista del orientador, “una persona madura o que haya pasado y superado una experiencia de esta clase, y que tomará medidas para ayudar a su pareja a buscar el equilibrio o terminará la relación”.
Buscar la madurez personal puede ayudarlo a evitar profundizar en relaciones tóxicas, animar a otros a salir de ellas y tal vez a identificar sus propias actitudes en la interacción con los demás. (D. V.) (F)
ESTRATEGIAS PARA SALIR DE UNA RELACIÓN TÓXICA
La doctora Linda Coronel pone a consideración las siguientes recomendaciones, en caso de que llegue a aceptar que la relación, de tan contaminada, se ha vuelto insostenible.
Acepte que en la relación le está faltando el oxígeno necesario para vivir plenamente.
No se deje influenciar por los temores que genera pensar en la soledad, esté consciente de que existe un gran mundo allá afuera, esperando que usted se decida a formar parte de él.
No se constituya en un apéndice de ninguna otra persona y libérese de la dependencia emocional que ha transformado su amor en una relación que genera mucho sufrimiento.
Considere que el amor, la dignidad y el respeto hacia sí mismo es lo que debe de primar en cualquier relación.
No se sienta dueño de nadie, porque nadie es dueño de nosotros. Aprenda a gozar de libertad absoluta para dirigir su vida.
Tenga en cuenta el ingrediente estrella de toda relación, que es la comunicación. Exprésese con asertividad, para que pueda decir y defender sus puntos de vista, sin caer en el egoísmo. Aprenda a escuchar.
Conserve su independencia, sin llegar a la indiferencia. Busque una relación sana desde el amor, y no desde el temor, para que pueda ser usted mismo.
Conserve una autoestima equilibrada, que le permita disfrutar de una relación plena.
La psicoterapeuta y trabajadora social Amy Morin describe algunas señales de que está envuelto en toxicidad:
Usted habla de la persona todo el tiempo, sean compañeros, jefes, familiares o pareja.
Pierde la paciencia con facilidad; su frustración se convierte rápidamente en ira.
Los culpa por su conducta y por las decisiones que toma, dándoles excesivo poder.
Lo estresa pensar en pasar tiempo con ellos, mucho antes del momento en que los vea.
Emplea mecanismos de defensa poco saludables, como consumir cualquier cosa en exceso.
Usted ‘baja a su nivel’ y combate tóxico con tóxico.