Salidas requieren mayor control
Para los adolescentes, las fiestas son un modo de socializar y relajarse, pero sin supervisión o mal planeadas pueden traer consecuencias indeseables.
Con hijos adolescentes, en muchas casas se suelen hacer fiestas para celebrar cumpleaños, y aunque la condición sea “cero alcohol”, no falta quien se las ingenia para llevar alguna botella de contrabando. Otras veces, el dueño de casa no sabe que la fiesta es un evento organizado en el que quienes están en la “lista de invitados” pagan un valor por concepto de entrada o “cover” y los que no constan en ella deben cancelar el doble.
La psiquiatra Julieta Sagnay, directora de la Clínica de la Conducta, señala que hay que reconocer la importancia de la vida social de un adolescente y saber que las fiestas son un modo de socializar y relajarse, pero una fiesta sin supervisión o mal planeada puede traer consecuencias indeseables, incluso trágicas, debido a que las convocatorias se realizan a través de las redes sociales y pueden llegar a ser demasiado grandes como para que los padres puedan controlarlas.
Señala que estas fiestas, muchas veces organizadas sin supervisión de adultos, son de dos tipos: las ‘caídas’ –con reggaetón, consumo de alcohol, marihuana, heroína, cocaína– y los ‘raves’ –música electrónica, con consumo de ácidos, éxtasis, MDMA, bebidas energizantes y agua. Y los menores que acuden a ellas a menudo esperan encontrar este tipo de sustancias.
Refiere Sagnay, además, que algunos padres piensan que es preferible dejar que los adolescentes beban en su propia casa, donde pueden estar protegidos. Pero “aunque la intención sea buena, la idea es insensata, pues no es posible proteger a un adolescente cuyo juicio está afectado”.
No se trata solo de alcohol
El papá de una joven de 15 años descubrió que su hija le había mentido para ir a una fiesta organizada, porque no quería sentirse excluida del grupo de sus amigos; él empezó a buscar en internet y se encontró con la convocatoria a una segunda fiesta de los mismos organizadores, por lo que alertó a otros padres del curso de su hija, pues para empezar el anuncio mostraba el rostro de una chica que se ponía una pastilla en la lengua y prometía “barra libre toda la noche”. Supo después que el organizador ganó mil dólares con el evento.
Otro chico dijo haber ganado cien dólares, pero su madre no puede asegurar que esto sea real, porque el menor lo niega. Lo que sí le llama la atención a esta madre de familia es que su hijo le cuente que en las fiestas las chicas se pueden besar con uno u otro sin darle mayor importancia al asunto, o al otro día comportarse como si no hubiese sucedido nada.
Alberto, de 19 años, quien ha asistido a fiestas organizadas y tiene un hermano pequeño, al preguntarle si le recomendaría a su hermano ir a estas fiestas cuando sea adolescente, considera que sí, porque va mucha gente. “Le aconsejaría que hiciera amigos, que baile, pero que no haga cosas malas, que tenga mucho cuidado”, porque esas experiencias ayudan a conocer cómo son otros jóvenes de su edad. Pero cuando se trata de chicas no piensa lo mismo, pues “en esas fiestas hay un ambiente hostil, contrario a lo que yo desearía para una chica que sea familiar mío. Hay riesgos, se ha visto en las noticias: menores que consumen alcohol, tienen sexo, incluso hay consumo de drogas”.
Xavier (nombre protegido), de 16 años, se encuentra en recuperación. Consumía marihuana desde los 13 y no se perdía las fiestas organizadas. Considera que los padres pasan muy poco tiempo con sus hijos, los adolescentes cuentan con mucha libertad y no saben cómo manejarla. Para él, en esas fiestas las chicas llevan la peor parte, ya que con la suma de alcohol y reggaetón “todo se presta para que los chicos se aprovechen... y puede pasar de todo”.
Sagnay dice que los adolescentes son más propensos a tener sexo, a involucrarse en incidentes violentos o sufrir una lesión después de ingerir alcohol u otra sustancia que altere su estado de ánimo y sus sentidos.
Últimamente Alberto dice haber escuchado de bastantes fiestas organizadas en las que la Policía interviene. “Como se convoca por redes sociales, Facebook, Twitter, Instagram, invitas a tus contactos y estos también pueden invitar a los suyos, creándose una red muy amplia”. Pero los padres deben estar alertas, porque la nueva modalidad de los jóvenes es comunicarse mediante grupos de WhatsApp, y luego borran las conversaciones.
Un boletín de prensa del Ministerio de Justicia emitido el pasado 5 de junio informaba: “Otro local clausurado por organizar ‘caídas’ para menores de edad”. Encontraron alcohol y 40 adolescentes fueron entregados a sus padres con las respectivas actas. La Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) solicita que se denuncien las fiestas no aptas para menores de edad al 1800-DELITO (1800335486).
Poco interés
En un mensaje llegado a nuestra Redacción se pedía a padres y autoridades tener mayor control con los menores de edad, pues la autora del escrito había presenciado que un grupo de menores compró bebidas alcohólicas y luego se alejó en un carro a alta velocidad. Estas acciones irresponsables pueden acarrear consecuencias graves si no hay un control específico, advertía.
En otro caso, una mamá, cuyo hijo acostumbra asistir a fiestas organizadas, dice que cuando los chicos no están en la lista de invitados se quedan afuera y arman lo que denominan “veredazo”, que consiste en comprar alcohol y beberlo afuera del lugar de la fiesta, en su propia reunión.
Algunas veces los jóvenes se reúnen en la casa de un amigo y luego desde ahí se van a las fiestas; en otras ocasiones los padres los llevan, pero no entran a averiguar quién es el dueño de la vivienda donde se realiza el evento o si hay algún adulto presente. Una chica que estuvo en una de esas fiestas relató que vio, en torno a la piscina, a varias “chiquitas” totalmente ebrias e insinuantes con sus amiguitos, quienes no desaprovechaban la situación.
Sagnay dice que algunas de estas fiestas son populares entre los vendedores de drogas, los delincuentes sexuales y aquellos que quieren pelear y causar daño a la propiedad privada, por lo cual es importante que los padres muestren más interés y se involucren en el cuidado de los menores. Quizás una opción sea conformar redes de padres para mantenerse informados y alertas, aunque sin convertirse en acosadores de sus hijos, pues esto también resulta contraproducente.
Es imposible impedir que los jóvenes interactúen con la tecnología, pero debe haber un manejo responsable y supervisado. La orientación que necesitan los adolescentes debe darse en la casa, en el establecimiento educativo y si es necesario, pedir ayuda a un especialista, ya que los jóvenes y adolescentes deben ser nuestra prioridad.
Charlas gratuitas orientadas a padres de familia para prevenir consumo de drogas: Clínica de la Conducta, cdla. Miraflores, av. Central 417 y calle 8ª, viernes a las 19:00.