¿Se puede enseñar la bondad?
Varias escuelas de preescolar en EE.UU. intentan enseñar algo que no siempre se ha considerado una asignatura académica: la bondad.
“¿Puedes buscar en tu interior y decirme lo que sientes?”, le preguntó Danielle Mahoney-Kertes a sus estudiantes en el colegio P. S. 212 en Queens.
“Me siento feliz”, dijo una niña. “Enferma”, dijo otra. Un niño con playera azul hizo un tímido gesto con el pulgar hacia abajo. “Eso también es común”, le aseguró Mahoney-Kertes, asesora de alfabetización.
El ejercicio forma parte del Programa para la Bondad, desarrollado por el Centro para las Mentes Saludables en la Universidad de Wisconsin, Madison, en el que se les presenta a los niños de preescolar juegos sensoriales, canciones y cuentos diseñados para ayudarles a prestar mayor atención a sus emociones.
“Nuestro mundo da un poco de miedo”, señaló Mahoney-Kertes. “No siempre podemos controlar lo que sucede, pero les enseñamos que sí pueden controlar su respuesta ante ello”.
Desde que se comenzó a trabajar con el programa en agosto, lo han adoptado más de 15.000 educadores, padres de familia y otras personas en todo el mundo. El colegio P. S. 212, que se encuentra en el barrio Jackson Heights, hogar de muchos nuevos migrantes, fue una de las primeras escuelas públicas en Nueva York en realizar actividades basadas en la concienciación y atención plena.
“Un niño puede entrar y decir: ‘Anoche deportaron a mi papá’. ¿Cómo reaccionas ante eso?”, comentó la directora del colegio, Carin Ellis. “Nosotros les damos herramientas para sobrellevar su dolor y sufrimiento”. Ellis cree que el Programa para la Bondad también ha ayudado a los niños a manejar el estrés de las pruebas estandarizadas y a reducir los conflictos interpersonales.
Más beneficios
Al parecer hay otros beneficios. Un estudio dirigido por la psicóloga clínica Lisa Flook ha demostrado que los jóvenes que reciben capacitación para la bondad se vuelven más altruistas en pruebas que miden su disposición a compartir, además de que su capacidad de concentración se ve reforzada y se registra un ligero aumento en su desempeño académico.
Algunos arguyen que es mejor que los padres sean quienes enseñen las habilidades emocionales y no los maestros. Pero Flook subraya que cuando los niños llegan al salón de clases ansiosos, molestos y temerosos, están demasiado distraídos para concentrarse. “Los niños que tienen relaciones positivas con sus pares y con sus maestros se desempeñan mejor en la escuela”, agregó.
También podría irles mejor en la vida. En un estudio realizado en 2015 que monitoreaba niños desde el preescolar hasta la adultez temprana se descubrió que los individuos con habilidades sociales (conducta positiva, comedida y amistosa) solían ser más exitosos que aquellos que, aunque obtenían buenas notas, carecían de la habilidad de llevarse bien con los demás.
El Programa para la Bondad es parte de un movimiento mundial para la enseñanza de la inteligencia emocional en las escuelas. Quienes abogan por él señalan que los profesores que se centran solo en la enseñanza académica tienen poca visión e ignoran las habilidades emocionales de cooperación que fomentan el aprendizaje y hacen que los estudiantes prosperen.
Los educadores deben predicar con el ejemplo para que sus clases sean verdaderamente efectivas, deben aprender a trabajar en su persona y convertirse en modelos de la bondad que tratan de enseñar”.
Danielle Mahoney-Kertes
Cuestionamientos
Aun así, algunos ponen en duda si es posible enseñar rasgos de personalidad como la bondad.
Richard Davidson, fundador del Centro para la Salud Mental, cree que la sabiduría budista podría ofrecer algunas pistas. Los meditadores budistas observan sus sensaciones corporales y sus sentimientos para generar una sensación de serenidad destinada a fomentar la compasión.
Davidson afirma que usó el concepto como base para enseñar a los niños a centrar su atención en cómo se sienten y en la forma en que se mueven sus cuerpos. En una de las prácticas, los niños observaron a su ‘amigo de pancita’, un peluche que se colocan en el vientre y que ven subir y bajar al ritmo de su respiración. La respiración de la pancita es una adaptación del programa para niños Plaza Sésamo, el cual consultó al equipo de la Universidad de Wisconsin e hizo de la bondad el tema de su temporada más reciente.
Foro
¿Cómo enseña la bondad? Participe
Rosemarie Truglio, vicepresidenta de temas y contenido de Sesame Workshop recuerda que muchos de los niños con los que trabajaron no conocían el significado de la palabra ‘bondadoso’. Los padres y los maestros siempre les decían que fueran buenos. “Queríamos mostrarles la palabra bondadoso”, dijo, “pero no es posible definirla con palabras, sino con acciones”.
Con el objetivo de tener un impacto más duradero, dijo, las clases para las emociones que se enseñan a los niños en preescolar deben reforzarse a medida que estos crecen.
MÁS COMPLEJO DE LO QUE PARECE
¿Cómo definir la bondad? Parte del problema, dice el psicoanalista Carlos Silva Koppel, es que nos hemos aproximado a ella siempre desde el mandato: “Tienes que ser bueno, tienes que hacer tal cosa, entrelazando bondad con obediencia”.
Nos vemos empujados a seguir esa definición, porque de lo contrario hay culpa. Por eso es necesario plantear otro concepto de bondad: lo que conviene a cada uno. “La bondad con uno mismo es primero”, recalca Silva, “y eso no siempre es lo que podría convenirle al otro. Por eso, ser bondadosos, tal como lo conocemos, se presta para que otros (jefes, pareja, familiares, amigos, políticos) tomen partido sobre nosotros”. No puede haber bondad sin inteligencia; de lo contrario, estaríamos siendo malos con nosotros mismos, y despertando la malicia del otro.
¿Qué entorpece el aprendizaje de bondad? Silva enlista cualquier normativa que trunque el desarrollo de la creatividad, pensamiento crítico y reflexivo de los niños. Tutores descuidados, agresivos u hostiles, padres que hayan pasado por sus propios traumas o neurosis sin resolver. Sin generalizar, acota, pues “siempre varía cada caso, tenemos que tener en cuenta muchas variables, en especial en una sociedad tan compleja y multifactorial como la nuestra”.
Para tener en cuenta: sea cauto con las palabras hacia sus hijos; sostenga un modo de vida coherente con lo que enseña; actúe con sensatez. Quizá, opina, con la ayuda del psicoanálisis los padres puedan pensar más sobre aquello en lo que están fallando, antes de quejarse de los hijos.
¿Es la bondad un rasgo de la personalidad o producto de la educación? No hay respuestas definitivas. Su contraparte, la agresión, es una tendencia que nos precede, dice Silva, lo que no quiere decir que sea instintiva. “Los psicoanalistas kleinanos sostienen que ya el nacer es algo traumático: pasar de un medio bueno a uno hostil. Adecuarse a este, tal como se enseña en algunas partes, no se logra a través de bondad, sino luchando, compitiendo, sobreviviendo”. (D. V.)