Esquizofrenia: Perdiendo el temor
La introducción de nuevos fármacos para esquizofrenia remediaría problemas como la inconstancia en la medicación y los efectos del daño emocional.
“Cuando el delirio aparece, la psicosis ya es vieja”, es una frase que se atribuye al psiquiatra francés G. G. de Clérambault, para explicar que la esquizofrenia no aparece de forma súbita, sino que hay un periodo previo en el que la persona experimenta alteraciones.
A esa etapa se le llama la trema, una palabra tomada del griego para ‘agujero’, y que se utilizaba en el teatro para describir la tensión de los actores justo antes de salir a escena.
El médico psiquiatra Ricardo Morla confirma que los síntomas “aparecen entre 6 y 10 meses después del periodo de incubación (la trema)”. Empiezan con momentos en que la persona se queda con la mirada perdida, se siente deprimida aunque todo aparentemente le vaya bien o examina su rostro durante horas, por motivos que no tienen que ver con la vanidad.
“Entonces está cerca de su primer delirio, que aparece justo después de la primera alucinación”. El delirio es un mecanismo de defensa. Si escucha que alguien le habla aunque no haya nadie cerca, crea una idea delirante, que luego se convierte en certeza: alguien lo espía.
Las alucinaciones más frecuentes son auditivas y visuales, pero también existen las olfatorias y gustativas, con las hay que tener más cuidado, dice Morla, “porque pueden tener origen orgánico, como un tumor”.
Genética y virus
Los especialistas suelen separar los síntomas en positivos y negativos, para determinar el tipo de desorden. Los positivos tienen que ver con mayor productividad cerebral: alucinaciones, delirios, alteraciones en la conducta. Los negativos son lo contrario: depresión, desánimo, aislamiento, despersonalización, pérdida de hábitos de aseo.
El primer grupo de síntomas corresponde a la esquizofrenia tipo 1 o paranoide, que tiene origen genético. “Hay 8 cromosomas, bien identificados, vinculados a esta esquizofrenia”, indica Morla. “Cada cromosoma presenta diferentes daños, por lo que es una enfermedad multifactorial”.
En cambio, la esquizofrenia tipo 2 está ligada a motivos orgánicos: atrofias córtico-subcorticales o a ciertos virus. “Se acusa a ciertos virus de la influenza, toxoplasmosis y alteraciones respiratorias que afectan a la madre en la primera etapa del embarazo”, además de infecciones urinarias bacterianas, añade Morla. “Este tipo tiene un pronóstico mucho más reservado”.
En 1970, un estudio multicéntrico determinó que la incidencia de esquizofrenia en el planeta era 1 de cada 100 personas. “Actualmente se calcula que ocurre en 1,5 - 2 personas de cada 100”. No hay variación entre las diferentes regiones del mundo.
Esto, aclara Morla, tiene que ver con el tipo 1, porque en el tipo 2 la cifra varía. “En los países de 4 estaciones, las mujeres que salen embarazadas en invierno y enferman por virus que afectan las vías respiratorias tienen más probabilidades” de gestar un hijo con esta tendencia.
El psiquiatra Jorge Ignacio Rodríguez detalla que la investigación médica actual se centra en los casos que no tienen carga genética. Está convencido de que la presencia de virus durante la etapa embrionaria puede provocar alteraciones en los procesos de maduración del cerebro.
“El énfasis en la investigación debe ser en embarazo y posparto, hasta el tercer año de vida”, sostiene Rodríguez, cuando el cerebro se conecta en diferentes momentos con otros sistemas. “Cuando esas etapas terminan, las comunicaciones se deben eliminar (poda programada), porque ya no se necesitan. Esta fase es excesiva en el caso de la esquizofrenia”.
Diagnóstico y educación
Lo ideal sería hacer un diagnóstico temprano, hasta antes de los 25 años, porque sin tratamiento el deterioro neurológico es incapacitante. Frente a esto hay dos complicaciones: primero, se interviene cuando ya hay delirio y elementos emocionales, como los estados depresivos. Segundo, son pocos los pacientes que respetan los protocolos médicos, lo común es la falta de responsabilidad con la medicación.
Por tanto, afirma Rodríguez, el mayor reto no es solo farmacoterapéutico, sino de educación médica, “que la persona sepa las razones por las cuales debe tomar la medicina. La educación no solo corresponde a quien tiene el desorden, sino a la familia. Aquel que tiene un buen soporte familiar, donde se lo acepta como es y se asume la responsabilidad de observar y monitorear el tratamiento, tiene un mejor pronóstico”.
¿Qué tanto mejor? “El tratamiento correctamente llevado”, dice Rodríguez, “permite tener un funcionamiento aceptable, trabajar, conservar la habilidad de interacción social. Atendí a un joven que trabajaba en una buena empresa, y a medida que avanzaba su estabilidad laboral, se hicieron correcciones en las dosis. En el momento en que dejó de trabajar, se limitó su productividad, las mismas dosis ya no fueron suficientes y hubo cierto deterioro”.
CREENCIAS ERRÓNEAS SOBRE LA ESQUIZOFRENIA
Se trata de una posesión demoniaca. “Tenemos que salir de esa forma de pensar. Se trata de un síntoma con una clasificación que entra en los parámetros del síndrome de esquizofrenia”, subraya Morla.
Hay quien puede curar la esquizofrenia. “Es exclusivamente tratable. No tiene posibilidad de desaparecer”. Morla ha escuchado de cirugía (suprarrenalectomía) y del uso de la cámara hiperbárica. “La falta o exceso de oxígeno no puede curar una enfermedad tan compleja”.
Se puede tratar solo con psicoterapia. “Si la persona está medicada y controla sus síntomas, entonces la psicoterapia puede aportar una mejor estructura”, señala Rodríguez.
El esquizofrénico es violento. “Un paciente con esquizofrenia tipo 1 bien medicado puede tener una vida tranquila y ordenada, en lo social e incluso en lo laboral”, dice Morla. La del tipo 2, en cambio, es mucho más agresiva con el sujeto, no lo deja ser productivo”.
Se debe a la relación madre-hijo. Morla argumenta que “fue una teoría psicoanalítica que acusó a las madres y que desapareció alrededor de 1990”.
Es más frecuente en la gente pobre. Morla afirma que no existe ninguna dedicatoria socioeconómica. “Si la mayoría de la población es pobre, habrá más casos en la pobreza”.
Los nuevos antipsicóticos
“No existe el fármaco perfecto”, advierte Rodríguez, pero los de segunda generación corrigen los síntomas positivos y negativos, “lo cual es importante, porque si los segundos se mantienen, el daño continúa”.
Entre estos está la paliperidona, menciona Morla, aprobada por la FDA en 2006. “Son medicamentos de uso prolongado, que hace posible que la persona conserve sus habilidades sociables y haya muchos menos casos de violencia y suicidio. El 10% de los pacientes se suicida antes de recibir tratamiento, durante la etapa angustiante de la trema”.
La paliperidona mejora la adherencia al tratamiento, pues se inyecta una vez al mes y libera todos los días la dosis que corresponde, garantizando la peridiocidad y la estabilidad. “Es el fármaco que da mejores resultados”, opina Rodríguez, “porque se lo elimina por vía renal”.
Relación con la marihuana
Los consumidores habituales de marihuana (todos los días, varias veces al día) pueden desarrollar esquizofrenia, recalca Morla. “Si en la población general es de 1,5%, en este grupo hasta el 20% tiene la probabilidad”.
En efecto, dice Rodríguez, el consumo de marihuana es uno de los detonantes de la esquizofrenia, y especifica que se trata de la que se comercializa, que tiene THC, el componente psicoactivo que provoca las sensaciones llamadas recreativas; no es la que se utiliza para fines terapéuticos (cannabidiol).
Mientras más temprano empiece el consumo, considera Rodríguez, mayor desorganización existe en los procesos cerebrales. “Si comienza a los 15 y tiene la disposición, es muy probable que en cualquier momento presente los síntomas psicóticos. He visto crisis de pánico y psicosis esquizofrénicas secundarias al consumo de marihuana”. (D.V.) (F)
A quiénes afecta
La esquizofrenia se presenta en hombres entre los 15 y los 25 años y en mujeres entre los 25 y 35. “En ellos interfiere con la vida estudiantil y laboral”, dice Ricardo Morla. A las mujeres les da oportunidad de tener una carrera y formar una familia”.
Medicación responsable
“Sentirse bien es la razón más frecuente para abandonar el tratamiento. Las personas no aceptan que si se sienten bien es por la presencia de las medicinas, no por la voluntad de mejorar. Tener disciplina es difícil”, comenta Jorge Rodríguez.