Dejé de ser esclava de los celos de mi marido

25 de Septiembre de 2011

Cuando me casé hace 30 años yo tenía apenas 26 y desde ahí viví un infierno porque mi esposo resultó un celoso enfermizo. Si tenía que ir adonde el médico me celaba, si salía de compras también, si alguien me llamaba por teléfono igual. Él creía que todos los hombres que se acercaban a mí era para conquistarme.

Ese comportamiento no me dejó ser feliz. Solo cuando nacieron mis hijos pude sentir que era lo mejor que me había pasado. Me dediqué por completo a ellos y cuando unos estaban en secundaria y otros en la universidad fue cuando decidí empezar a preocuparme por mi desarrollo profesional.

Así que poco a poco me dediqué a estudiar una carrera y lo logré a pesar de que mi esposo me seguía celando y me hacía la vida imposible. Si un compañero me hablaba, mi esposo me sacaba de la universidad. Al llegar a casa me sentía muy deprimida. Solo por mis hijos continuaba viviendo ese calvario. Pero nunca dejé de estudiar a pesar de los problemas. Después obtuve un título (hace cuatro años), pero no ejercí.

Eso me deprimió profundamente y fue ahí cuando decidí buscar ayuda psicológica. Llamé a una psicóloga que contesta cartas en El Especialista y, sinceramente, me hizo ver que había estado perdiendo mucho tiempo con mi pareja y que aún podía ser yo misma. Después de varias sesiones, me armé de valor y me divorcié. Fue lo mejor que me pudo pasar, porque dejé de ser esclava de los celos de mi marido. Luego mis hijos me ayudaron a  conseguir un empleo y ahora me siento muy feliz disfrutando de la vida.
Lupe,
Guayaquil

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