‘He subido de peso y paseo con mi nieto’
Actualmente tengo 79 años. Mi vida en mis primeros años fue maravillosa, pero lamentablemente cuando mis dos hijos crecieron y se convirtieron en profesionales comenzaron a maltratarme. La razón de este acto inhumano se debe a que perdí mi empleo hace 15 años y ya no podía mantener el hogar.
Uno siempre aspira a que los hijos nos ayuden en algún momento de la vida, pero en mi caso no fue así. Me pregunté qué hice mal y hasta ahora no lo sé. Siempre fui un padre proveedor y les daba cariño, al igual que a su madre. Mi hijo mayor ahora tiene 50 años, lo noto amargado y siempre me reclama por no conquistar logros materiales y todo el tiempo me lo saca en cara. Me dice que soy una carga y que ni seguro de salud tengo.
Me sentí tan decepcionado de la vida. Nunca pensé que mi propio vástago se convirtiera en mi tristeza, si cuando era un niño lo cuidaba y quería que sea un hombre de bien. Su comportamiento hizo que me sintiera muy mal y que ya no quisiera vivir. ¿Para qué –me preguntaba a cada instante–, si mi hijo ya no me respeta y menos me quiere? Ya no me importaba nada, ni comer ni caminar, solo me la pasaba en la cama.
Hasta que un día mi único nieto (hijo de mi segundo hijo) me dijo que me quería y que no le hiciera caso a su tío. Mi nieto de apenas 20 años me dio valor para salir de la depresión en la que me había sumergido, me buscó un psicólogo que contesta cartas en El Especialista y con este profesional me va muy bien. Ahora he subido de peso, me tomo las medicinas, salgo y hasta hago ejercicios con mi nieto.
Carlos,
Guayaquil