Te quiero verde: ¡Más plantas!

Por Paula Tagle
28 de Enero de 2018

“Yo me sentiría satisfecha con que estuviera poblado de árboles nativos, para la fauna local, y tal vez unos banquitos”.

Vengo de Galápagos, donde el noventa y siete por ciento de su área es Parque Nacional, es decir, no tiene infraestructura humana. Llegar al centro poblado, cualquiera que este sea, me crea un pequeño choque cultural. Pero no puedo aislarme de la civilización y vuelvo a Guayaquil con cierta regularidad. Es innegable que la ciudad ha ganado áreas verdes en las últimas décadas. Eso implica una mejora en la calidad de vida de sus ciudadanos. Existen parques públicos, con juegos para niños y zonas de deporte, y también se ha incrementado el número de árboles, lo que purifica el aire de esta ciudad abarrotada de autos. Sin embargo, apenas se cruza el puente de la Unidad Nacional la situación es diferente.

Si bien la vía a Samborondón cuenta con vegetación en sus aceras y en parterres, no hay un parque urbano, o al menos yo no conozco ninguno en los muchos kilómetros de vía.

Se dirá que las urbanizaciones ya tienen áreas verdes, pero son pequeñas y de uso privado. No existe un gran parque para todos. Lo mínimo, según la Organización Mundial de la Salud, es un área verde de nueve metros cuadrados por habitante, lo óptimo de diez a quince metros cuadrados.

En estos momentos se construye un puente por donde transitarían cientos de carros, lo que aumentará las emisiones de CO2. ¿Cómo limpiar el aire? ¿Cómo brindar espacio a las aves, ardillas, iguanas que quedan en la zona, y a los habitantes que siempre necesitan un ambiente público de esparcimiento?

Atrás de la ciudadela Camino del Río, a la altura del kilómetro tres y medio, existe un macrolote que colinda con el futuro puente. El mismo, se haya también frente a un colegio, lo que beneficiaría al bienestar de sus estudiantes.

Construir una urbanización en esa zona no tendría ningún sentido, porque sus habitantes vivirían junto a un lugar con emisiones altas y bulla constante.

¿Será un loco sueño ver convertido ese lote en el primer parque público de la vía Samborondón? ¿Será que el Municipio puede comprarlo, ya que los impuestos que sus residentes pagan son bastante altos? ¿o tal vez el propietario podría donarlo a la población, o hacer un intercambio de terreno?

Así como los municipios son responsables de brindar agua potable, alcantarillado, seguridad a sus habitantes, también deberían proporcionar servicios ambientales. Un parque ofrece ese servicio a la comunidad; es lugar de esparcimiento para la familia, de contemplación, limpia el aire, y se convierte en oasis de vida para las especies nativas siempre afectadas con el urbanismo.

Lo óptimo es contar con un parque a diez minutos caminando desde la zona donde uno habita. Es inminente proporcionar al menos el primero a Samborondón.

Yo me sentiría satisfecha con que estuviera poblado de árboles nativos, para la fauna local, y tal vez unos banquitos. No se necesita más que ver el verde, respirar el verde, y convertir Samborondón en ejemplo de ciudad responsable y planificada, embelleciendo el sector del puente que servirá a ciudadanos del país entero. (O)

nalutagle@yahoo.com

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