Una sátira cruel
Por lustros fui postergando una novela que muchos leen antes de visitar Las Encantadas. Las críticas la describen como “sátira graciosa”, de “imaginación irreverente”. Por fin decidí abrir las páginas de Galápagos, de Kurt Vonnegut, publicada en inglés en 1985.
En pocos días lo había devorado; es un libro que atrapa, de esos en que queda siempre un misterio por resolver. Pero, ¿me gustó? Aún trato de decidirlo. Me ha dejado un amargo sabor; además, en esta última semana no he podido mirar a los lobos marinos con los mismos ojos, ya que en Galápagos el ser humano evoluciona en una criatura peluda, de aletas frontales en lugar de manos, que se alimenta del mar usando como único instrumento su hocico, y sobre todo, un ser de cerebro más pequeño. Porque para Vonnegut, el gran cerebro humano es causante de su perdición y del colapso de la civilización tal como la conocemos ahora.
Abrimos el periódico y nos enteramos de monstruosidades, al menos tres guerras en diferentes rincones del planeta, corrupción, tráfico de armas, de personas. Somos tal como nos describe Vonnegut, un hombre notoriamente marcado por su participación en la guerra de Vietnam.
Lo interesante del libro es la forma en que explica, de manera sencilla y novelística, las diferentes etapas en la evolución de una especie. Primero está el aislamiento, los sobrevivientes de la catástrofe mundial de Vonnegut llegan a una isla de Galápagos, y quedan desconectados del mundo. Su barco se vara sobre las rocas, y ni ellos pueden salir de allí, ni nadie llega a rescatarlos.
Luego está el punto de la pequeña población. Son apenas un hombre y seis mujeres en edad fértil, a más de una japonesa que ya está embarazada, y otras dos hembras que no pueden o no desean reproducirse. Luego está el caso de la mutación casual, porque la japonesa, afectada por la radiación de la bomba de Hiroshima, da a luz a una niña de pelaje espeso, como los lobos peleteros.
Luego es solo cuestión de seguir con las matemáticas: una mutación al azar se dispersa mucho más rápido en poblaciones pequeñas, si con el cambio los individuos están mejor adaptados para sobrevivir, lo hacen, esto es selección natural, entonces se reproducen, transmiten el cambio, y así sucesivamente hasta que en varias generaciones se reconoce una nueva especie.
En el libro de Vonnegut, han pasado un millón de años, y los humanos somos criaturas menos complicadas, que reímos recostados en playas cristalinas, que nos apareamos hasta dos veces al año, sin mantener ningún vínculo de pareja. Ya no hay guerras, se trata de evitar tiburones, que son nuestros depredadores principales, y reproducirnos otra vez bajo el sol. Porque los mejores adaptados para estas nuevas condiciones han sido los cerebros más pequeños, pendientes de cuestiones básicas. Ya no tenemos manos para usar herramientas, no hacemos armas.
Y a pesar de que Vonnegut explica científicamente la manera en que ocurren los cambios, que no es ningún cuento de ficción, a pesar de que describe graciosa y fielmente el comportamiento de varias especies de Galápagos, y de que su libro engancha, no termina de agradarme; ¿o será que me disgusta reconocer que los humanos somos capaces de tanta atrocidad y que nuestro planeta está en peligro por nuestra ambición de poder, egoísmo desmedido, productos tal vez, de nuestros grandes cerebros?
Galápagos está disponible en español (editorial Minotauro).