Con el corazón en Tierra Santa
El año anterior, Anunziatta Valdez y su esposo, Ramón Ferrín, concretaron su sueño de viajar a Tierra Santa. “Además de conocer los lugares donde Jesús nació, predicó y murió, queríamos captar las vibraciones y los mensajes de los que esos lugares están impregnados.
Por ello, nos preparamos varios meses antes junto con los compañeros y compañeras de viaje, todos de la Asociación Escuela de Autorrealización. Nuestra guía fue Mónica Reinoso, profunda conocedora de la historia judía y cristiana, ya que ambas religiones se mantienen enlazadas, aunque enfrentadas por temas políticos”, indica.
El peregrinaje los llevó a Belén (Palestina), donde una gruta bajo la Basílica de la Natividad guarda el lugar donde se cree que Jesús nació; y en Israel visitaron Nazaret, donde se mantiene la casa donde la Virgen vivió; Jerusalén, la ciudad santa; el río Jordán, que navegaron en una barcaza, y en Caná de Galilea renovaron sus votos matrimoniales.
Como anécdota, Anunziatta narra: “En Jerusalén caminábamos abrazados con mi esposo, cuando un grupo de musulmanes nos rodeó y con gestos y gritos nos decían algo que no entendíamos. Ante tal alboroto, el guía que estaba muy adelante de nosotros se regresó corriendo y nos dijo que nos separemos, ya que no se permitía tocarse en público”.
El viaje inicialmente incluía Egipto, pero la conmoción política de dicho país los obligó a optar por Jordania, donde conocieron Petra. “No estábamos preparados para convivir con la majestuosidad de una ciudad tallada en piedra rosada, donde se mezcla la cultura nabatea con la romana, de la cual quedan ruinas de coliseos, teatros y plazas”.
“El viaje a Tierra Santa es una experiencia obligada para los cristianos, y así contactarse con la tierra que cambió el curso de la historia, por la grandeza del personaje que la transitó”.
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