Aventura a ‘dedo’ y barco por el Amazonas
La energía que irradia el río Amazonas es “fenomenal”, según el playense Paolo Ampuero (22 años), quien en los primeros dos meses de este año cumplió en solitario su gran propósito de navegar en ese brazo acuático que lo recibió con bufeos colorados (delfines rosados), monos aulladores, cielos estrellados, atardeceres brillantes y una temporalidad totalmente relajada.
“El tiempo en el Amazonas es diferente. Nunca sabes a qué hora sale el barco, a qué hora llegará o cuánto permanecerás en el puerto; todo es lento, me volví más paciente de lo que ya era, solo debes esperar, conocer a las personas que te encuentras, jugar cartas, mirar el paisaje...”, comenta Paolo, de padre guayaquileño y madre belga, quien en junio anterior se graduó de enfermero en Bélgica.
Viajar a “dedo” ha sido el gran pasatiempo de este joven, quien con su mochila ha conocido buena parte de Europa y el Ecuador.
Su viaje al Amazonas tuvo lugar a inicios de enero, cuando partió en bus rumbo a Tarapoto (norte de Perú), tras lo cual se dirigió al cercano puerto de Yurimaguas.
Allí compró una hamaca por unos 8 dólares, la cual sería su gran compañera. “Los viajeros van colgando sus hamacas en el barco, que van con gallinas, mercadería, pobladores, viajeros de muchas nacionalidades”, para conformar un paseo que le resultó económico, según dice, “siempre encuentras maneras de ahorrar en alimentación, hospedaje, transporte”, indica Paolo, quien en sus 50 días de aventura gastó entre 8 y 12 dólares diarios.
El pasaje de Yurimaguas a Iquitos costó 80 soles (unos 28 dólares) para un recorrido náutico de tres días, tiempo similar que Paolo dedicó para recorrer esa urbe amazónica iluminada por leyendas como aquella de la Yaku Mama, tal como se denomina a una gran serpiente que devora a los hombres, o la historia de los bufeos colorados que se transforman en jóvenes para enamorar a las mujeres.
Paolo requirió tres días más para navegar desde Iquitos hacia la triple frontera de Perú (Santa Rosa), Colombia (Leticia) y Brasil (Tabatinga), por una tarifa de 60 soles (unos 21 dólares).
“Algo negativo era que los pasajeros arrojaban basura al río, es algo cultural que debemos cambiar, pero esa actitud cambió cuando llegamos a Brasil, donde todo era más ordenado y caro también”, indica Paolo, quien desde la triple frontera pagó 200 reales ($ 85) por el viaje de 3 días en barco hasta Manaos, la ciudad más grande en el Amazonas.
“Por su gran tamaño no parece que estuviera en la selva. También es muy calurosa, es un horno”, cuenta sobre esos días en que conoció a malabaristas y músicos callejeros, con quienes compartió momentos fantásticos.
“Viajé solo, pero nunca estuve totalmente solo. Siempre te encuentras con gente buena”, comenta Paolo, quien en Manaos concluyó la ruta por el Amazonas, para luego dirigirse en bus, avión y pidiendo aventón a Venezuela, Colombia y, finalmente, de regreso al Ecuador.
“Cuando ‘haces dedo’ no sabes adónde vas a llegar ni a qué hora, pero debes revisar el mapa. Debes localizar los mejores lugares, como las gasolineras; la mañana es mejor para pedir aventón, pero nunca en la noche. El truco es estar bien presentado, con buena actitud (no caras tristes)”, señala Paolo, quien hasta julio permanecerá con sus padres y hermanos en Playas.
“Pero viajar a dedo no es para todos. Debes estar pilas y cuidarte bien”, recomienda. “Pero el premio es una aventura que no olvidarás”.
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