Desde las cúpulas de dos iglesias de Quito
El centro histórico de Quito se observa mejor desde las cúpulas de sus iglesias coloniales. Estos sitios hoy están abiertos al turismo.
No son miradores convencionales. Funcionan como torres de observación divina desde lo alto de las iglesias más emblemáticas del casco colonial capitalino.
Una de ellas es la catedral metropolitana, que ya de por sí exhibe varias razones para visitarla: su ambiente de recogimiento, el arte religioso de pintores coloniales como Bernardo Rodríguez (1795 - 1860) y Manuel de Samaniego (1767 - 1824), su museo con prendas eclesiásticas de los sacerdotes, la gran sala capitular donde los obispos se reunían…
La catedral capitalina tiene todo aquello, y desde hace dos años permite ascender hasta una zona antes restringida: la elevada terraza junto a sus cúpulas. José Romero, coordinador del Museo de la Catedral, nos conduce por el ingreso a través de una pequeña puerta junto al altar principal, cerca de la tumba del mariscal Antonio José de Sucre, para ascender por unas angostas escaleras de piedra, tipo caracol, que conducen a claustrofóbicos pasillos y más escalones (cuidado con golpearse la cabeza) que nos depositan en las cúpulas.
Desde esa terraza, esta mañana de viernes con cielo despejado nos permite ver el cerro El Panecillo con la estatua de la virgen, y, más de cerca, un océano de tejas sobre los techos del centro histórico de Quito.
Este exclusivo mirador acoge la cúpula sobre el retablo principal de la iglesia, que tiene como remate una veleta con forma de gallo, símbolo de San Pedro. Esta ave de metal tiene su mito, ya que supuestamente bajó de su elevado puesto para asustar a un borrachito que se burlaba de él.
La parte norte de esta terraza permite observar una vista panorámica del centro histórico. Acá cerquita vemos la Plaza Grande, con el monumento a la Independencia en el centro y rodeada por el Palacio de Carondelet (a nuestra izquierda), el Palacio Arzobispal (frente a nosotros) y el Palacio Municipal (a la derecha). Y allá lejos contemplamos la Basílica del Voto Nacional (al frente) y la torre de la iglesia de San Agustín (a la derecha).
Las montañas también abrazan este panorama, como el Pichincha y la colina del Itchimbía, que logran que la naturaleza, la arquitectura colonial y la religiosidad se unan en este espacio.
Iglesia de la Compañía de Jesús
Otro templo que permite el acceso a sus cúpulas es la iglesia de la Compañía de Jesús, construida entre 1605 y 1765, quizás la mejor conservada del casco histórico capitalino. Desde la catedral solo caminamos dos cuadras para llegar a este monumento religioso con fachada de piedra gris.
Sus muros interiores cubiertos con láminas de oro iluminan a los devotos que rezan en medio de impecables ornamentos con siglos de antigüedad.
Y arriba, en sus cúpulas, sigue brillando el sol de esta despejada mañana quiteña. El acceso es mucho más sencillo que el presentado en la catedral. Una moderna escalera conduce a esa amplia terraza que invita a mirar, a la derecha, la iglesia y convento de San Francisco, cuya plaza frontal luce intervenida con los trabajos para la construcción del metro.
Nuestro guía es Álex Chuquitarco, quien nos explica que las cúpulas de la iglesia fueron construidas con piedra pómez y ladrillo para reducir el peso de la estructura. El cerro del Panecillo, coronado por la estatua de la Virgen María, impone su presencia también en este panorama.
Esta terraza, al igual que en la catedral, domina una vista de 360º. Atrás de la plaza de San Francisco se observa el barrio La Cima de la Libertad, encaramado en las estribaciones del volcán Pichincha. Allí juntito vemos el barrio San Roque, llamado el “barrio bravo”, por los españoles, ya que sus habitantes inconformes provocaron en 1719 las primeras revueltas quiteñas en contra de la colonización europea.
El paseo lleva también a conocer el denominado “tambor” de la iglesia, dentro de la cúpula principal, ubicado arriba de la parte delantera del templo. Abajo, a unos 26 metros, se observa a los visitantes rezando en los bancos de madera, y arriba, en el cielo raso circular, se lucen finos tallados en madera y hermosas pinturas religiosas con santos, ángeles y querubines.
Un detalle: uno de los rostros pintados de los querubines luce ennegrecido para recordar el incendio que en 1996 destruyó parte de esta cúpula.
El arte del tambor impresiona, como parte de una visita que, años atrás, debido a lo inaccesible de este sitio para el público, habría sido imposible de realizar. (I)
Contactos: Catedral, Venezuela y Espejo, (02) 257-0371, catedraldequito.org; visitas de lunes a sábado de 09:00 a 17:00. Ingreso: $ 2 museo y $ 2 más para cúpulas. Iglesia de la Compañía de Jesús, Benalcázar y Sucre, (02) 258-4175, fundacioniglesiadelacompania.org.ec; de lunes a jueves de 09:30 a 18:30, viernes hasta las 17:30, sábados y feriados hasta las 16:00 y domingos de 12:30 a 16:00. Ingreso: $ 2,50 adultos nacionales.