Vancouver, en el paralelo 50 norte
Desde la ciudad más poblada de la Columbia Británica, en Canadá, se pueden emprender recorridos hacia montañas cubiertas de nieve o disfrutar de playas en los días de sol.
Son las cuatro y treinta de una tarde de abril. Un accidente de tránsito ocurre justo antes de llegar al puente Lions Gate, que une el centro de Vancouver con los distritos de West Vancouver y North Vancouver y deriva en una fila de vehículos que se extiende por ocho cuadras en el tramo sur-norte de Georgia Street, la vía más extensa del centro de la ciudad.
En orden, cediendo el paso unos a otros, los conductores logran superar el taco hasta que encuentran el punto expedito de la ruta. La calma, o la actitud de calma de los conductores, hace posible enfrentar el incidente más o menos cotidiano de las grandes ciudades al estilo Vancouver: sin que una sola bocina suene y sin que nadie intente alterar su sentido de comunidad.
Hay quienes creen que la solución para evitar la congestión vehicular es ampliar el puente o ciertas vías, comenta un residente dentro de un vehículo durante la espera que para él sumó 35 minutos a su trayecto; sin embargo, recalca, eso significaría cortar un tramo del Stanley Park y eso va en contra de la filosofía de Vancouver.
La ciudad más poblada de la Columbia Británica, provincia ubicada en el suroeste de Canadá, que colinda con el Pacífico y el estado de Washington, EE.UU., fue cien años atrás un bosque de cedros rojos y abetos de Douglas de cientos de pies de altura.
Actualmente, ahí se abren paso rascacielos, casi todos de cristales azules o color aguamarina que miran a la bahía Inglesa o al estrecho de Georgia y a las calles interiores; sin embargo, la belleza natural continúa influyendo en su identidad y contribuye a su reputación como una de las ciudades más habitables del mundo.
Stanley Park, con 405 hectáreas y medio millón de árboles, está enclavado entre el centro de la ciudad y West Vancouver y es un símbolo de la identidad verde de Van, como llaman informalmente a esta urbe sus pobladores y visitantes. Cuenta con más de 200 kilómetros de bien mantenidos caminos y senderos concurridos por los amantes del patinaje en línea, el ciclismo y las largas caminatas.
Una zona integrada a la vida de esta ciudad amiga de la naturaleza. De aquí a 2020, según lo planificado por sus autoridades, todos los residentes de Vancouver vivirán a cinco minutos a pie de un parque, de una vía verde u otro espacio verde.
“Cualquiera que ha caminado por un parque en el primer día soleado de primavera ha experimentado la importancia de los espacios verdes para la salud de los individuos y las comunidades”, dice un documento sobre las metas del Plan de Acción 2020 de Vancouver, donde surgió el grupo ecologista internacional Greenpeace, en 1971.
Lo singular de la ciudad más poblada de la Columbia Británica (650 mil habitantes y 2,2 millones de habitantes en toda el área metropolitana) es la convergencia de dos grandes características: Una geografía en la que conviven montañas, bosque, mar e islas, que permiten el encuentro con el agua por diferentes partes de la ciudad; y la modernidad y lujo de espigadas edificaciones y otras de arquitectura clásica europea como aquella que hasta ahora ocupa la Galería de Arte, que ya hace planes para mudarse a un edificio contemporáneo que se eleva en otra zona de la ciudad.
Un escenario que sirve a la población y visitantes para desenvolverse en un estilo de vida que tiene en los restaurantes de vanguardistas diseños, en su mayoría estilo escandinavo, a sus mejores aliados.
Los lugares de comida se multiplican en Robson, la calle más comercial del centro, o en Yaletown, un barrio de viejos almacenes de ladrillo rojo construidos para incluir plataformas exteriores para permitir la carga de textiles en trenes y ahora convertidos en departamentos de alta plusvalía.
Gastown, antes un barrio deprimido que aún conserva unos cuantos pasajes en los que pululan drogadictos, se ha convertido en el epicentro de tiendas de jóvenes diseñadores de ropa y zapatos, y de galerías de arte y artesanías en las que las piezas relacionadas con los símbolos de las Primeras Naciones canadienses son las de más alto valor.
La vida nocturna de la tranquila Vancouver se desenvuelve activa en restaurantes y pubs, que se toman espacios amplios de antiguas fábricas, como el local de Tap & Barrel en la Villa Olímpica, cuyo techo está recorrido por tuberías a la vista por donde circulan numerosos tipos de cerveza artesanal.
La Villa Olímpica, un conjunto de unas 600 edificaciones construidas para las Olimpiadas de Invierno de 2010 para instalar a las delegaciones de deportistas, es uno de los barrios más jóvenes de la ciudad.
Más tradicional es Grandville Island, una serie de edificaciones industriales antiguas donde tienen sus talleres y tiendas estudios y cooperativas de artistas que ofrecen mercancías que van desde joyería hasta souvenirs o ropa. Y, por supuesto, el gran Mercado Público, con locales de víveres y alimentos preparados a base de mariscos, especialmente. Los silos de una cementera, intervenidos por los artistas brasileños Gustavo y Otávio Pandolfo, hermanos gemelos, identifican a este barrio donde funcionan las mejores escuelas de teatro de este lado de Canadá.
Desde Vancouver se pueden armar excursiones hacia Grose Mountain o Whistler, si se busca nieve, o White Rock para disfrutar de un ambiente de playa en alguno de sus restaurantes que contemplan las aguas del Pacífico muy cerca de la frontera con Estados Unidos. O hacer avistamientos de orcas.
Vancouver, la Hollywood canadiense, acoge a turistas que provienen sobre todo de Asia, también de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. En 2015 registró nueve millones de visitantes, entre otras razones por ser una de las sedes del campeonato mundial de fútbol de mujeres realizado ese año en Canadá, pero también por otras más estables como ser centro de convenciones internacionales, puerto de llegada de cruceros que recorren el Pacífico norte, o como uno de los lugares más cosmopolitas para tomar clases de inglés en alguna de sus numerosas escuelas.
Por su amistosa relación con el medio ambiente y otros aspectos como los bajos índices de criminalidad (2 homicidios por cada 100 mil habitantes) Vancouver entre otras razones es considerada una de las cinco ciudades del mundo con mejor calidad de vida, aunque también es una de las más costosas. No obstante, para los ecuatorianos, la fortaleza del dólar estadounidense frente al canadiense resulta por estos tiempos una alternativa para hacer turismo económica y diferente, aunque un tanto lejana, a otro nivel: en el paralelo 50 norte. (I)