No opacar al perro
En Nueva York hay un concurso canino donde las miradas son solo para las mascotas. La ropa que lleve puesta su dueño debe ser la apropiada y no robar flashes a las estrellas.
¿Negro? ¿Color crema? Erin Roberts miraba fijamente la ropa extendida encima de su cama. Años de experiencia pesaban sobre esta decisión. “Tengo el saluki color crema y el schipperke negro, y yo tengo que ser el telón de fondo. Siempre me gusta vestir de negro porque te hace ver más delgada, pero con el perro negro puedo desaparecer. No lo puedes opacar, debes ser un complemento”, dijo.
Al final, Roberts, una entrenadora de canes en la ciudad de Oklahoma, fue con un saco negro y falda crema. Problema resuelto. Es frecuente que se piense en el concurso canino Westminster Kennel Club, realizado en febrero en el Madison Square Garden en Nueva York, como en uno de belleza para perros. Sin embargo, no lo es menos para la gente, y siempre ha sido así. Un artículo del New York Times de 1877 dice: “La primera exposición canina anual en Nueva York es un gran éxito. La clase de invitados fue de lo mejor. Todos vestían a la moda y tenían aire de buena crianza”.
La ropa no hace al campeón, pero puede asegurar que el perro atraiga la atención del juez. El del grupo no deportivo este año miró a Yang Ling, la criadora y entrenadora de Kun Lung, una chow chow, y exclamó lo suficientemente fuerte para que oyera el público: “Me encanta tu vestido”, uno de tubo, negro, con un fenghuang bordado, el equivalente chino al fénix, un símbolo de virtud y gracia.
Desafortunadamente, Yang Ling y Kun Lung regresaron a Pekín sin listón, “pero el vestido fue un intento deliberado de enfatizar el linaje del perro y su cualidad dramática innata”, señaló Pamela Powers January, retratista de animales en Southern Pines, Carolina del Norte. Además dijo que hay una historia de entrenadores que saben cómo montar un espectáculo.
Puro estilo
Una de sus favoritas era Lina Basquette, una criadora de gran danés que los presentó en 1970 y 1980. Su aspecto típico en la pista: el pelo enrollado en la cabeza, cejas excesivamente pintadas, pestañas postizas muy largas, el pecho cubierto de broches y anillos en cada dedo. “Era excesivamente dramática con el maquillaje, cabello y alhajas, y necesitaba hacer una declaración enorme porque exhibía una raza enorme”, dijo January.
Hoy, muchos de los dueños, entrenadores y criadores vienen a Nueva York desde todo EE.UU., algunos de zonas donde es posible que sean limitadas las oportunidades para pavonearse en trajes centellantes. Así es que cuando llegan a Nueva York y las cámaras, quieren brillar. Y vaya que si brillan, aunque el estilista de celebridades, Carson Kressley, siempre diplomático, declaró a la moda en Westminster como “fascinante”. “¿Sabías que hay clínicas donde le muestran a la gente cómo exhibir a sus perros? Con gusto les daría una clínica de estilo”, comentó.
Adrienne Owen, una entrenadora de Alta Loma, California, quien tiene un blog llamado Dressed 4 Best in Show, dijo: “A la gente le divierte la moda de perros porque es mala”.
Owen llevaba un traje azul real con encaje negro superpuesto cuando exhibió a su staffordshire bull terrier. Aconseja a la generación más joven de entrenadores que eviten los clichés del mundo canino –las faldas rectas, zapatos de tacón bajo, trajes exageradamente matronales “que ninguna chica de 16 años debería usar, nunca”–, mientras que todavía se adhiere a ciertas tradiciones de la exposición.
“Es un delicado equilibrio entre verse clásica y verse mal vestida”, dijo, y parece tener razón: en un intento por ser adecuada, pero llamativa, a veces las mujeres parecen bolas de disco que van a una reunión de negocios. La moda en las exposiciones caninas está limitada por los requisitos para la alfombra verde del Westminster, de los que la gente de la alfombra roja no tiene que preocuparse.
“La gente usa muchos trajes St. John porque las faldas tienen ese ‘cedes y puedes correr con ellas’”, expresó Roberts, entrenadora de Oklahoma. “Sí, me gustan las faldas rectas, pero el corte debe ser el correcto: suficiente para que puedas correr, no demasiado alto que enseñes demasiado. La gente se pregunta por qué no usamos faldas amplias. Pero solo piensa: una falda o un saco amplio puede moverse enfrente del perro y ocultarlo del juez”.
Los bolsillos también son claves para guardar las golosinas y los juguetes chillones que atraen la atención del can en la pista. Se puede aprender a ocultar pedacitos de pollo o hígado en un brazalete o una camisola, pero muchas entrenadoras cosen bolsillos en sus trajes.
Todo es armonía
Otro gran requisito: modestia. “¿Me puedo agachar sin enseñar todo atrás y al frente?”, preguntó Owen, la bloguera. “Pasas mucho tiempo hincada o agachada”. Y también está el calzado. Los zapatos de tacón bajo con traje sastre solo son favorecedores para las más ágiles, razón por la que las exposiciones caninas se han vuelto sinónimo de “pantobillos”. De hecho, no hay opción.
A los entrenadores les va considerablemente mejor en las exposiciones. Primero, su ropa no tiende a rasgarse en los lugares equivocados; segundo, no necesitan bolsillos hechos a petición. Para ellos, Ted Baker y Robert Graham son, quizás, los diseñadores de trajes más populares. Y algo de garbo lleva muy lejos. Es frecuente que los hombres usen calcetines que hagan juego con la corbata y el pañuelo de bolsillo, lo que parece “algo para un baile”, pero lo hace bien, señaló Kressley.
Este año, Colton Johnson, de Colorado Springs, Colorado, capturó perfectamente el aspecto al mostrar la fotografía perfecta de Bugaboo, el antiguo pastor inglés que ganó en el grupo de pastores y fue finalista en mejor en la exposición. Su nombre de trabajo es bastante adecuado: Swagger. Como en cualquier deporte, hay bastantes supersticiones y algunas se centran en la moda. “Por lo general, no uso rojo ni amarillo, porque son colores de los listones del segundo y el tercer lugar, y yo quiero pensar en el primero”, dijo Roberts.
En efecto, Westminster es el tipo de lugar donde nacen las supersticiones sobre el guardarropa. Janice Hayes, de Lockeford, California, entrenadora del springer spaniel inglés que fue el mejor por raza, no tenía nada que ponerse para la competición en el grupo deportivo. Vio a su amiga, Jamie Lamphier, mostrando a su setter irlandés vestida con un resplandeciente traje de St. John en tono coral, y supo que funcionaría perfectamente con un spaniel marrón y blanco. Así es que le pidió prestado el vestido.
El perro de Hayes ganó en su grupo y ella se vistió de coral, así es que es el vestido de la suerte; Lamphier espera que se le quede la suerte la próxima vez. Alrededor de las 11:10 del 17 de febrero, Miss P, una beagle de 38 centímetros, ganó el título de mejor en la exposición de Westminster, posó con la acostumbrada condecoración en morado y dorado (nota para los organizadores: nadie, ni siquiera una beagle, se ve bien con morado y dorado).
Al día siguiente, estaría muy ocupada en sesiones fotográficas, incluida una comiendo un filete con el diseñador Michael Kors. Sin embargo, para los demás parecía que la fatiga del competidor hacía mella. Los dueños y sus perros empezaron a empacar. Se aflojaron corbatas, se hicieron a un lado los sacos. Había un aire general de retornar a una realidad desaliñada. ¿Y también hubo muchas colas caídas? “Muchos de estos perros viven para las multitudes y los gritos”, señaló Roberts.
Una mujer, con un voluminoso suéter de cachemira con cuello chimenea, abandonaba la exposición en un elevador. Se asomaban dos indignantes ojos saltones, respaldados por un gruñido bajo y suave. La mujer dijo: “Le choca que se acabe la fiesta”. (E)