Nuevo delicatesen: quesos y aromas
“Si andan ustedes en galladas quizás podrían dejarse tentar por una tabla de quesos y jamones con el vino de su elección servido en botellas, por copas, o una ronda de sangría”.
Causa gracia o escalofrío pensar que las especias hace cuatro mil quinientos años servían para momificar. En efecto, los egipcios usaban anís, mejorana, nuez moscada, canela para poder conservar el cuerpo de los difuntos. También se pagaba a los trabajadores con sal, ajo, cebolla, hierbas (de ahí nacerá luego la palabra romana salarium).
La sal teniendo el privilegio de poder conservar los alimentos era un bien muy apreciado. En la
Biblia, el rey Salomón recibe como regalos oro, incienso, hierbas perfumadas. Después de una larga historia llegó la era de los correos electrónicos y pudimos conseguir especias de todo tipo por internet.
Al recordar los olores que caracterizaban las tiendas de antaño o los mercados populares actuales no puedo evitar la obvia nostalgia, pero en Guayaquil -donde ocurre de todo- encontré nuevamente estos anaqueles llenos de productos invalorables.
La mostaza de Dijon no tiene nada que ver con aquellas de color amarillo subido que nos suelen vender en cualquier parte. Tan antigua como las demás especies se vuelve en boca de Jesús símbolo de la fe, diminuta semilla de mostaza capaz de levantar una montaña. Existen actualmente más de cuarenta tipos siendo mis preferidas las más fuertes (extra strong), la que lleva pimienta verde, calvados o estragón. Desde luego la mejor es la de Dijon.
En Plaza Lagos se encuentra el nuevo sitio Especia. Desde la puerta de entrada o a través de las ventanas uno puede ver un sinnúmero de productos hasta la fecha difíciles de conseguir: mostaza de Dijon, sales de diversos tipos, verdulería, finas hierbas, pero también quesos importados como el legítimo camembert de Normandía, el manchego, los arenques ahumados, mermeladas exóticas, charcutería.
Obviamente ciertos productos tienen un precio alto si se los compara con sus equivalencias nacionales; sin embargo, el famoso camembert de los franceses resulta ser muy diferente del nacional, aun cuando aquel último, si lo dejamos madurar el tiempo conveniente, adquiere un excelente sabor aunque distinto del original. Déjenlo una noche fuera de su refrigeradora, se volverá muy cremoso. Pero entre el llamado brie y el camembert nuestro no existe la enorme diferencia que deberíamos notar.
La semana pasada escribí acerca de la bistromanía, pues tenemos aquí una buena muestra. La exhibición de manjares delicados (delicatesen), la presencia a toda luz de quesos importados, todo contribuye a darnos una sensación bonachona de informalidad.
Como todo bistró que se respeta tiene una terraza con mesas grandes al aire libre, otras pequeñas como los tavolinos italianos para tertulias de enamorados, vino de la casa (Trivento o Montes Alpha), sangría, un excelente café pues no se puede imaginar un bistró sin el eximio expresso, unos pocos platos bien pensados como el pollo asado, el lomo, la crepe de champiñones (este último servido con generosidad), una gama de sándwiches, bocados sabrosos a base de ricota, embutidos.
Si andan ustedes en galladas quizás podrían dejarse tentar por una tabla de quesos y jamones con el vino de su elección servido en botellas, por copas, o una ronda de sangría. Los precios siendo razonables pienso que Especia es el sitio adecuado para quienes no buscan un gran restaurante sino una comida informal de precio asequible. Insisto en que todos los establecimientos de esta zona gozan de un efectivo equipo de seguridad, una enorme zona de estacionamiento.