Debacles familiares: estrategias para evitarlas
Hay hogares que llevan una vida ficticia porque gastan más de lo que ganan. Un cambio en el estilo de vida es necesario cuando las deudas ponen la soga al cuello. Aprenda a hacer lo correcto.
Toda persona quiere tener comodidades en su casa, vestirse bien, comer rico, viajar y darles a sus hijos una excelente educación. Aspiraciones loables y reales cuando se planifican las finanzas a futuro.
Pero no siempre sucede esto, y es la razón por la que algunas familias viven en un mundo irreal, pues gastan más de lo que ganan y aparentan un estilo de vida cómodo.
Según la psicóloga Evelyn Brachetti, hay quienes, por ejemplo, tienen casas en la ciudad, en la playa o fuera del país, pero deben a todo el mundo. Si la economía fluye, no hay tanto problema, pero si no es así, están con la soga al cuello, pues no saben cómo pagar.
Generalmente, dice el economista Fidel Márquez, rector de la universidad Ecotec, algunas personas se endeudan mediante créditos hipotecarios o con tarjetas de crédito emitidas por una entidad financiera o por un almacén comercial.
Para él, entre las dos vías, la principal fuente de endeudamiento de estas es con tarjetas de crédito, sobre todo con las de tipo comercial. Con ellas compran comida, ropa, medicinas, viajes, teléfonos, pagan pensiones escolares o artículos de la línea blanca, como lavadoras, refrigeradoras, entre otros.
“El problema surge cuando no saben manejar las finanzas y se sobreendeudan. Es decir, si el ingreso familiar es de 2.000 dólares, por ejemplo, gastan 2.400”, refiere Márquez.
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De allí, dice Brachetti, que el endeudamiento en exceso ha boicoteado en cierta manera la vida de algunas personas, ya que las tarjetas de crédito les han permitido vivir de apariencias.
“A uno lo llaman y si se es un buen cliente le aumentan el cupo y le coquetean para poder pagarlo en doce meses o más”.
Incluso, comenta Márquez, hay gente encargada de llamar a las casas, dos o tres veces por semana, para comunicarle que por ser un excelente cliente le han asignado una tarjeta de crédito con un cupo alto.
Entonces, la gente se engancha y espera pagar con lo que gana mensualmente, pero desconoce un principio básico: la asimetría de la información. Significa que los que dan la tarjeta saben todas las ventajas y desventajas de esta, pero el que la recibe no.
El problema surge, agrega Brachetti, cuando el cliente se queda sin recursos económicos, ya sea porque perdió el empleo o se salió del presupuesto. Es así como se van sumando, poco a poco, los intereses que no se pueden cancelar.
Sin embargo, dice Márquez, no a todos los tarjetahabientes les va mal. El secreto para no endeudarse y entrar en una crisis económica familiar es saber hasta dónde el presupuesto se lo permite. “Pero no hay receta para esto y depende solo del escenario de cada uno”, asegura.
¿Estar o no en crisis?
Para Brachetti, una persona que está en crisis económica es la que ha estado en un nivel un poco más alto, pero que ha tenido que retroceder por alguna razón.
“En países como Argentina, EE.UU., Grecia, Italia, España, entre otros, cuyo nivel de endeudamiento es mayor, muchas personas están experimentando una fuerte crisis económica”.
Sin embargo, dice Márquez, en Ecuador este no es un problema todavía, ya que el porcentaje de la morosidad (en quienes no pagan a tiempo sus deudas) es apenas del 4% al 5%.
Psicológicamente, la persona o las familias en crisis económica pasan por varias etapas. La primera es la negación, pues todos en el hogar siguen viviendo la misma vida y no aceptan que hay una limitación real.
La segunda fase es cuando se toma conciencia de que hay que vivir la realidad, pero al mismo tiempo se echan la culpa los unos a los otros del endeudamiento. Es como en las fases del divorcio en las que se llora, se insulta, se pelea o se agrede.
Y la tercera etapa es cuando realmente la familia asume que está en crisis económica y, entre todos, buscan caminos de solución. Entonces, agrega Brachetti, empieza un cambio en el estilo de vida: bajan los gastos, buscan tapar los agujeros de las deudas o consiguen un empleo adicional. Incluso, a veces, hay quienes han tenido que vender la casa o mudarse a un departamento más pequeño.
Falta cultura financiera
Según Márquez, el principal problema de la crisis económica familiar se debe a que en nuestro país no existe cultura financiera. No se ha enseñado en los hogares y en las escuelas o colegios a manejar las finanzas personales.
Por eso, dice, esta debería ser impuesta como materia desde el kínder. “Enseñarles a los niños a manejar las monedas de 5 o 10 centavos y qué pueden comprar con ellas. Luego, cuando ya estén en el colegio, cómo ahorrarles a los padres, y al terminar el bachillerato, cómo hacer el presupuesto familiar”.
Es que el ahorro, dice Brachetti, debe existir en la casa desde siempre. De hecho, hay muchas familias que se manejan así. “Desde la cultura alemana de donde yo vengo, los padres enseñan a los niños desde muy pequeños a ser prudentes y ahorrativos, tal como hacen las ardillas que recolectan las frutas para comerlas en tiempo de escasez”.
Pero en Ecuador, agrega, el ser humano no ha aprendido a ser prudente y a guardar recursos para pasado mañana. Y le sucede a quien tiene una aceleración del estado de ánimo, porque tiende a ser muy imprudente y a creer que todo lo puede, y no tiene la visión de un equilibrio en la vida.
Además, la sociedad actual vende que la imagen ideal es la de la personalidad acelerada, es decir, la prepotente, mentirosa, manipuladora, gastadora, sensual, exhibicionista o la que siempre tiene la razón y nunca la culpa. Por eso, la gente está dejando la personalidad de antes, que era mucho más prudente, transparente y cuidadosa en lo que decía o hacía.
Otro problema, dice Brachetti, es provocado por los padres cuando les compran a los hijos todo lo que quieren, sobre todo objetos innecesarios, porque no saben decir que no. Pero deben entender que decir que no, en el momento pertinente, hace que se forme el carácter del hijo.
“La relación entre padres e hijos es como un caballo y su jinete. El animal quiere todo, pero el jinete es el que va midiendo los riesgos y va ajustando las riendas con actos prudentes”.
Un ejemplo de prudencia se encuentra en la entrevista que la revista española XLSemanal realizó a Howard Buffett, de 57 años, en Willcox (Arizona, EE.UU.). Él es hijo del dueño de la tercera fortuna del mundo: Warren Buffett.
En esta nota le preguntaron: -Su padre dijo una vez: “Quiero darles a mis hijos lo suficiente para que sientan que pueden hacer cualquier cosa, pero no tanto para que no quieran hacer nada”.
Howard respondió: “¡Recuerdo cuando lo dijo! (risas). Y así ha sido: hemos recibido dinero, pero no el suficiente como para no hacer nada. Yo he tenido una vida estupenda y he hecho mi propio dinero. Ha salido bien”.
Técnicas de choque
Ante una crisis económica en el hogar es necesario, según Brachetti y Márquez, hacer una reunión familiar en la que se exponga la verdadera situación de la familia y en la que se pida la opinión de todos, incluyendo a los más chicos. El objetivo es que aporten ideas de cómo pueden colaborar para no gastar tanto en el hogar.
Sobre todo, explican los profesionales, enseñarles a los hijos que no deben cometer el mismo error de los padres, al haberse endeudado sin control, y como dice el dicho: ¡Hay que taparse hasta donde la sábana alcance!, porque ir más allá es ser irresponsable.
Por último, dice Brachetti, si los hijos, especialmente adolescentes, no miden los gastos del hogar, se deben usar con ellos técnicas de choque. Por ejemplo, ponerlos a trabajar, no pagar la planilla de luz por una semana o quince días para que vivan lo que no es tener dinero para pagar la luz. O comprar solo lo justo para que nadie se muera de hambre. “Esto es para que entiendan que el dinero que ganan los padres sale del esfuerzo que hacen y que, a veces, tienen que trabajar hasta en dos o tres lugares para poder pagar las deudas provocadas por los gastos excesivos en el hogar”.
Medidas para no gastar más de sus ingresos
El economista Fidel Márquez da algunas sugerencias para ahorrar y evitar que la crisis económica del hogar afecte. Para ello debe:
• Hacer un presupuesto familiar basado en el ingreso económico y cuánto se debe.
• Considerar cuánto hay que destinar para la salud. Aunque la atención médica en algunos centros de salud es gratuita, no siempre las medicinas lo son. Por esto, si se sabe que un familiar, por ejemplo, sufre de la presión arterial y conoce cuántas pastillas consume, se debe destinar un dinero para poder comprarlas.
• Tomar en cuenta los gastos de la educación dependiendo de cuántos estudian en la casa y si van a una escuela fiscal o privada. Deben incluirse los útiles escolares y el uniforme. Además, si no hay dinero para pagar una institución privada, debe matricularlos en una fiscal.
• Considerar el gasto de ropa de toda la familia.
• Incluir los gastos de servicios básicos: agua, luz, teléfono. Y si no hay dinero suficiente para pagarlos porque se está en crisis económica familiar, se debe reducir el consumo.
• Al comprar los alimentos debe considerar no adquirir demasiados, porque a veces se dañan.
• Contar con un fondo para emergencias.
• Si tiene deudas con tarjetas de crédito, debe ir reduciéndolas hasta llegar a cero.
• Si no tiene empleo o le falta dinero para pagar las tarjetas de crédito, debe hacer una reestructuración de la deuda, es decir, un plan de pago para no consumirla más. Poncharlas es una buena medida.
• No caer en mora con las tarjetas de crédito, porque si no todo el récord crediticio se daña.
• Tratar de usar la tarjeta de crédito financiera o comercial como tarjeta de débito. Es decir, si se compran 100 dólares, a fin de mes pagarlo por completo.
• Otra manera de endeudamiento es a través de los planes de telefonía celular. Si no tiene cómo continuar con el pago, es mejor cancelarlo hasta que mejore la situación.
• Jamás hacer tratos con chulqueros, es decir, con personas que prestan dinero con intereses diarios altos. Es ilegal, además se pone en riesgo la vida.