Yoga para niños
Esta disciplina no solo produce bienestar físico, mental o espiritual, también enseña a relacionarse con otras personas.
No es una clase de yoga común como la que realizan los adultos. En la de niños existe una pequeña diferencia y es que ellos se divierten al máximo mientras practican las distintas posturas, pintan o desarrollan su conciencia.
La doctora Eufemia Guamán, del Centro Integral Ollantay, explica que al desarrollar la conciencia la persona sentirá que su vida tiene un propósito en este mundo, pensará qué va hacer o adónde irá. Se sentirá con confianza, seguridad y tendrá una razón de vivir.
El yoga es todo un sistema de vida que abarca todos los campos de desarrollo del ser humano: física, emocional, mental, espiritual y social. De esta manera lo equilibra y armoniza.
“El niño debe sentir que el yoga despierta su creatividad, su entusiasmo, su deseo de vivir, qué le va a servir. Por eso las sesiones deben ser en forma de juego y ser impartidas por especialistas que hayan estudiado cómo interrelacionarse con ellos. Hay muchos que saben de yoga, pero pocos cómo dirigir a niños”.
Melissa Nebot, instructora del centro de yoga Shanti Kids, concuerda con Guamán, el yoga para niños es cuerpo, mente y espíritu. “Si bien es cierto que las posturas son las mismas a las de los adultos no es igual la forma de enseñar, porque los pequeños no necesitan saber conceptos complicados, con ellos todo es práctico”.
La metodología que se aplica a los niños es distinta. Con ellos, agrega, se debe tener ciento por ciento paciencia. En las clases de yoga no existen los castigos, sino los momentos de reflexión. Las sesiones duran 45 minutos, dos veces por semana.
“Cuando se portan inquietos llegamos a acuerdos, así poco a poco aprenden a disciplinarse y terminan entendiendo que los momentos de silencio o de concentración se respetan. También se les enseña que no existe competencia entre ellos, porque no se trata de saber quién es el mejor, sino que la competencia es con sí mismos”, asegura.
Para Frances Swett, actriz y experta en yoga infantil, esta disciplina beneficia en muchos aspectos a todos los niños por igual, sobre todo a nivel mental. No importa si padecen de alguna capacidad especial, problemas de aprendizaje, de concentración o de atención, entre otros.
“En realidad todos los seres humanos tenemos dificultades o patrones mentales enraizados. Por eso debemos trabajar nuestra mente en su máxima capacidad, para que poco a poco vayan desapareciendo de nuestras vidas”.
Y ese despojarse, agrega, es precisamente la semilla que se trata de sembrar en los niños con el yoga. La semilla de la conciencia que permite adquirir con el tiempo disciplina mental. “Por eso los padres deben saber que el yoga no es una barita mágica que transforma a los niños de la noche a la mañana”.
Poco a poco, dice Swett, los niños van a adquiriendo conciencia de todos los aspectos importantes de la vida. Se lo logra con ejercicios de concentración, con música baja, con el hecho de pintar, meditar, el simple movimiento, entre otras.
Mensajes positivos
Según Guamán, el yoga también enseña a los niños a descubrir qué son y cómo están conformados como individuos, grupos, sociedad o país. Aprenden el valor que tienen otros seres que como ellos son tan valiosos y sagrados; por lo tanto, hay que respetarlos y convivir sanamente. Sobre todo, siembra principios y valores saludables. Así respetan el entorno y la vida de los demás seres y especies.
Con el yoga los niños también se relajan profundamente mediante técnicas de visualización. Un ejemplo sencillo, explica Guamán, es el decirles que se imaginen que están en la playa, y cuando el instructor nota que están relajados les dice: ¡Son maravillosos! ¡son capaces de conseguir lo que quieras! o ¡te llevas muy bien con tus hermanos!
“Con estos mensajes positivos se observan cambios en los niños en semanas o los meses siguientes. No solo se manejan mejor con sus padres y hermanos, sino que prestan más atención a los pensamientos positivos. A no ver películas de terror o de violencia, ya que les llena la mente de pensamientos negativos. Más bien incentiva a que lean, a que vean películas cómicas o que piensen en situaciones agradables”.
Posturas y respiración
Según Denisse Boher, instructora de yoga para niños, existen al menos setecientas posturas de yoga y cada una produce diferentes beneficios. Con los alumnos entre 3 y 6 años se trabaja mucho con historias de las que salen las posturas. Por ejemplo, si el cuento dice que alguien se va a la playa en bote, barco o avión, los niños realizan la posición de acuerdo con el medio de transporte que eligieron.
En cambio, a los niños entre 7 y 9 años se les enseña a hacer posturas con secuencias, pero sin historias, para que poco a poco vayan aprendiéndolas. Hay posturas, dice, en las que imitan a animales. Con la del cuervo, por ejemplo, los niños adquieren concentración y provoca que se sientan fuertes.
Las posturas, agrega Boher, producen al cuerpo elasticidad manteniéndolo más flexible e irrigado sanguíneamente. Para ello el niño aprende a respirar adecuadamente, es decir, con la parte baja del pecho, como inflar un globito.
Cuando la persona sabe respirar bien, dice Guamán, la sangre se oxigena mejor. Esto indica buena salud para billones de células del organismo. Pero cuando no se respira bien no se capta el oxígeno que hay en el aire y el prana (energía sutil que hay en todo el Universo y que en unos lugares está más concentrado que en otros)”.
Por último, dice Boher, el yoga también permite a los niños mejorar su postura en la escuela. En lugar de estar mal sentados ellos saben que deben ponerse rectos y que deben aplicar la buena respiración. (S.M.de.C.)
Fuentes: En Shanti Kids: Melissa Nebot, Frances Swett y Denisse Boher. Telf.: 099-961-5092, 099-912-5931. Centro Integral Ollantay, Eufemia Guamán. Telf.: 2452-331.