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Las técnicas de enseñanza, hoy
Hay que empaparse sobre los modos cómo los alumnos se pueden interesar en el trabajo a realizar, ofrecer métodos precisos o sencillos para llegar a las metas y proponer alternativas posibles de resolución de las tareas.

PIEDAD ORTEGA DE SPURRIER
En la actualidad existen un sinnúmero de técnicas de enseñanza que esperan poder responder la pregunta actual de cómo enseñar a los alumnos hoy. Más allá de los sofisticados sistemas actuales los resultados pueden ser pobres si no tomamos en cuenta a quienes enseñamos y si lo que proponemos les resulta relevante.
Es posible que haya estudiantes que aprendan cosas que no les haga ningún sentido en sus vidas. Sin embargo, no está lejos el día en que se revelan por aburrimiento o su productividad baja por desinterés.
Entonces, antes de enseñar, piense:
¿Les interesa a los alumnos? ¿Existen conexiones con los intereses de sus vidas? ¿Qué puede inventar con ellos para despertar su interés?
No olvidemos que en cualquier situación de vida, si algo es interesante, nuestra atención se mantiene, nuestro entusiasmo aparece y desde luego, estamos satisfechos.
La situación escolar no es diferente, cuando los maestros inventan formas originales de llegar a los alumnos, cuando las actividades propuestas son interesantes y les ayudan a aprender, los estudiantes se involucran.
Cuando los profesores crean un ambiente agradable para el aprendizaje, se muestran satisfechos. A su vez, si les brindan desafíos que pueden cumplir, no solo aprenden sino que adquieren seguridad en sí mismos.
Inventar formas originales de enseñanza que interesen a los alumnos, pasa por la necesidad de evaluar el nivel de capacidad para aprender un contenido y el interés que despierta.
La queja más común de los maestros es que los niños les llegan con poco nivel de tolerancia para adquirir las normas que la escuela propone y con los adolescentes, destacan el poco interés en tareas que implican un mayor grado de concentración. “Su mundo está en otra parte”, decía un maestro sobre algún alumno.
Entonces, hay que empaparse sobre los modos como los alumnos se pueden interesar en el trabajo a realizar, ofrecer modos precisos o sencillos para llegar a las metas propuestas y proponer alternativas posibles de resolución de las tareas.
Puede parecer difícil que un maestro conozca mucho a sus alumnos y que su enseñanza sea personalizada. Afortunadamente, no olvides que si les dedicamos unos minutos de cada clase a intercambiar opiniones sobre los contenidos y destacar su interés en ellos, seguro que dentro de poco, los conoceremos mucho. Sin ese trabajo se corre el riesgo de convertirse en una máquina dispensadora de conocimiento y para eso ¡la computadora es mucho mejor!
Puede que, pese a todos los esfuerzos realizados, el alumno “sigue en otra parte”. Esa “otra parte” es el espacio de los psicólogos, orientadores, tutores y, a veces, hasta los inspectores, en particular aquellos que se interesan por su mundo emocional.
La vida es cada vez más compleja y cambiante, las familias tienen menos espacios para tratar esos aspectos que inciden mucho en el aprendizaje. Por eso, escuelas y colegios empiezan a crear espacios en donde es posible tratar esos aspectos que impiden o dificultan el proceso del aprendizaje, más allá de la presencia de un buen profesor.